La nueva era del reciclaje
Mi madre llevaba las botellas vacías, lo que llamábamos “cascos” , a Jobac, un supermercado visionario en muchos aspectos que funcionaba en Valencia. Un supermercado que era valenciano y que ofrecía unos servicios adelantados a su época. En ese buen servicio se incluía la devolución de botellas vacías por dinero, así que mi madre y yo bajábamos a la Avenida del Puerto con una bolsa llena de botellas de cristal. No nos forrábamos, o al menos eso cuenta ella, yo lo recuerdo con borrosidad, aunque seguramente no ganaríamos mucho.
Tampoco sabíamos qué hacían con esas botellas, y por descontado por nuestra mente no se pasaba el tema de la ecología. De hecho, yo no sabía lo que era ese concepto. Lo hacíamos porque todo el mundo lo hacía y así ganabas algo. En España, esa forma de operativizar el reciclaje del vidrio o del cartón se ha hecho intentando concienciar con algo abstracto, poco tangible en primera persona, pero por otro lado muy pedagógico, como es mejorar el medioambiente. En otros países se da dinero o bonos descuento en el supermercado. Algo más, digamos, práctico en una sociedad inmersa en un sistema capitalista. Ahora los envases volverán a generar dinero para los consumidores.
La Consellería de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, y aquí hay que apuntar que por fin un gobierno le otorga la importancia que tiene el cambio climático dedicándole una Consellería que, en teoría, acometerá algunos cambios para que esto se pueda detener. El caso es que nos van a dar 10 céntimos a los consumidores por cada envase y 2 céntimos a los comercios, así creen que se podrá inyectar una estimación de 36,5 millones de euros al circuito comercial. ¿Será verdad o una forma encubierta de engaño?.
La verdad es que no lo sé, pero está claro que la situación de los envases se había vuelto algo muy preocupante en un país y una sociedad imbuida hasta el tuétano en el capitalismo. En el usar y tirar. En esa necesidad casi impúdica de consumir casi cualquier cosa. En la Comunidad Valenciana se tira al vertedero, cuando no a la playa, L´Albufera o cualquier calle, cinco millones de envases. No lo tira un alienígena venido de Saturno, ni un ente, los tiramos nosotros, a los mismos a los que ahora van a recompensar por devolver un envase con dinero. ¿Acaso ése es el concepto pedagógico del reciclaje?.
El 70% de los envases de plástico o cartón no van a sus contenedores, las campañas de concienciación, de discriminación por colores (más no nos lo podían mascar) y hasta de civismo, no han valido para que dejemos esa costumbre de tirarlo todo junto a la basura, y si está muy lleno el contenedor directamente al suelo, aunque la bolsa esté rota. ¿Con esta medida se recaudará más, habrá algún impuesto que se suprima o se baje, o nos los elevarán un poco más?. Al final nos hemos tenido que dar cuenta, con gran tristeza supongo, de que la sociedad española es difícil de educar o de concienciar en algo tan sencillo como separar los residuos que producimos nosotros mismos. ¿Ha fracasado el Gobierno, todos los Gobiernos, en el tema del reciclado?.
En 2013 Eurostat publicó que el 60% de la basura municipal española acaba en vertederos sin tratamiento, algo que duplica la media de una Unión, que se situaba ese año en 31%. En España solo el 30% de los residuos se convierten en compost y la media europea es de 43%. Aunque no nos pongamos tremendistas, por debajo nuestra estaban países como Portugal, Estonia o Bélgica. Según Ecoembes, en España se reciclaron 1,3 millones de envases ligeros en 2014, con eso se logró ahorrar 1,2 millones de toneladas de CO2, aunque en su informe nos devuelven a la realidad, cruel y absurda, al decirnos que esa cifra equivale al 25% de los coches de la ciudad de Madrid. Ni siquiera la mitad. ¿Tanto reciclar y al final sólo en la capital se contamina más de los que se puede ahorra en toda España?.
Ahora nos van a enseñar a ir a algún lugar, quizás al supermercado, llevando de vuelta nuestros envases para que nos abonen un cantidad ridícula que gastaremos muy probablemente en ese mismo comercio. ¿Será un ahorro para las familias?. Eso solo se podrá podrá comprobar cuando el tiempo nos dé datos que arrojen luz a esta incógnita, lo que sí que está claro, ya es que al final lo único que parece mover a las personas a hacer algo, a tener conciencia grupal y casi planetaria, es el dinero, aunque sea poco como en esta ocasión.
Los gobiernos han invertido mucho en que sepamos distinguir con un simple vistazo dónde se tiene que tirar el vidrio o el cartón, pero ese esfuerzo no se ha puesto en señalarnos las bondades del reciclaje, en lo que puede cambiar nuestro mundo con ese gesto. No sabemos en qué nos va a mejorar la vida, o quizás no lo acabamos de ver claro, y eso dificulta que sintamos como deber personal la reutilización o el reciclaje. ¿Es el dinero más importante que la conciencia del deber, del respeto, de la contribución a un mundo mejor?, o acaso, ¿si los envases son nuestros, pues los hemos pagados, qué mínimo que darnos algo de dinero con el negocio que hacen ellos de su reciclaje?.
Al final parece que todo se traduce incuestionablemente en negocio, negocio de los que reutilizan los envases y negocio de los que lo vamos a devolver, siendo nosotros la última parte del eslabón, pero sin duda la más importante, sino fuera así no nos darían nada. El negocio del reciclaje es grande, por desgracia es la única opción para conseguir dinero por parte de algunas personas. ¿Quién no ha visto a personas con carros llenos de chatarra o de cartón por la calle?. Personas que rebuscan en la basura, que se meten en ellas o que esperan a que las tiendas cierres y tires sus desechos.
Acudiremos con nuestros envases para que nos devuelvan una porción diminuta del negocio, y con con eso quizás las cosas cambien, podamos reciclar más, gastar menos, reutilizar dichos materiales y ser un poco más autosuficientes, pero y ¿y si no funciona y seguimos sin reciclar lo que debemos?. Mi madre volverá al pasado como si se hubiera metido en una máquina del tiempo, y volverá a ir con su bolsa llena de envases para llevarse a casa algunos céntimos.