Los últimos menosprecios políticos al uso (y enseñanza) del valenciano
Este lunes el diputado provincial en la Diputación de València, Javier Berasaluce, criticaba el “imperialismo” del valenciano que pretende implantar -a su juicio- el conseller de Educación Vicent Marzà. Esta crítica ha servido también al ex alcalde del PP de Requena (zona castellanohablante) para menospreciar a la lengua de los valencianos afirmando que era una falta de respeto que en el pleno de la corporación provincial un diputado se dirigiese a él hablando íntegramente en valenciano cuando lo podría hacer también en castellano, añadiendo que él podría aprender el valenciano pero que “preferiría el inglés, una lengua más práctica”.
Este ataque al valenciano para presuntamente defender al castellano y de paso ensalzar el inglés no es una táctica nueva en el ámbito de la política valenciana. Así hace menos de un año la ya ex portavoz de Ciudadanos en las Corts, Carolina Punset, protagonizó uno de los momentos cumbre del inicio de la legislatura al reclamar al consell que no aplicara el sistema de inmersión lingüística con el valenciano. Concretmente punset insto a que no se “abandone las lenguas universales para recuperar una minoritaria” que, “aunque puede ser entrañable es poco útil para encontrar empleo”. Así, ha remarcaba que “allá donde triunfa la inmersión lingüística estamos volviendo a la aldea”.
Los mismos pilares argumentales usó el coordinador del programa económico de Ciudadanos, Luis Garicano, quin tildó de “suicidio” que la Universitat de València requiera el valenciano para ser profesor. Esto fue aliñado retuiteando el comentario de un usuario que decía “Fuera paletos de la universidad!!!”, y finalmente destacaba que “el lenguaje de la ciencia es el inglés”.
También fuera del territorio valenciano la lengua sufre ataques políticos, como el realizado por el presidente de la Diputación de León, Juan Martínez Majo (PP) quien se mostró indignado porque se permitiera el uso del valenciano en el Senado, un hecho que calificó de “vergonzoso y lamentable”. A esto añadió referencias expresas al senador por Compromís Carles Mulet, de quien dijo “habla un valenciano cerrado que no hay quien entienda ni jota”, lo que calificó de “triste”.
Volviendo dentro de las fronteras valencianas la lengua propia también ha sido motivo de un reciente enfrentamiento entre instituciones por la señalización exclusivamente en valenciano de algunas zonas de la ciudad de València. Este hecho fue denunciado por el PP y Delegación del Gobierno exigió la doble rotulación, exigencia que obedeció el ayuntamiento de Joan Ribó.
A nivel municipal el uso del valenciano también fue cuestionado por la concejala de la formación Sí se Puede en Orpesa, cuando se redactó una moción para vetar el uso del valenciano en los plenos, las ruedas de prensa, los edictos, las convocatorias y, en general, toda la difusión de información que hiciera el ayuntamiento del municipio.
Horas después de conocerse esta propuesta Sí Se Puede rectificó afirmando que la moción “ni se ha presentado ni se va a llevar a pleno”.
Pero entre tanta crítica i obstáculo se hizo una luz en uno de los lugares menos sospechados, una zona castellanohablante de Alicante como Orihuela. El concejal de Esquerra Unida Karlos Bernabé hizo una intervención íntegramente en valenciano en el pleno municipal para oponerse a la moción presentada por el PP contra el “uso impositivo del valenciano”. El concejal recuerda su experiencia personal afirmando que “mientras mis compañeros de instituto se iban a casa por la exención, yo estudiaba valenciano de dos a tres de la tarde en el instituto”, añadiendo también que “supongo que los progresistas tenemos más sensibilidad con estas cosas”.