Más de treinta años después de nuestra entrada en la Unión Europea, las instituciones de Bruselas y las decisiones que en ellas se toman siguen intuyéndose muy lejos. A pesar de la constante expansión de los ámbitos de nuestra vida gobernados desde la UE, más del 73% de la población española afirma tener un escaso o nulo conocimiento sobre su funcionamiento y las políticas que desarrolla ¿Falta de información? ¿Falta de transparencia? ¿Falta de interés?, probablemente un poco de todo y un cheque en blanco injustificado que jamás concederíamos si supiéramos quién ha raptado a Europa.
El TTIP y el doble juego de los negociadores: lo que dicen y lo que no dicen los papeles filtrados por Greenpeace
El TTIP ha dado el salto al tablero mediático. Por fin, después de años de apagón informativo, los grandes medios de comunicación españoles se han hecho eco de sus homólogos internacionales y prestan atención a lo que sin duda es el elemento fundamental de la vida política actual en la UE.
Son varios los factores que en las últimas semanas han colocado al TTIP en el foco de interés de los medios. En primer lugar, la entrada del presidente Obama en la campaña pro-TTIP con su visita a Hannover y sus esfuerzos por impulsar el tratado, en una alianza clara con Merkel. Esta visita se ha producido tras tras la finalización de las negociaciones y la firma del TPP (el Tratado Transpacífico que se rubricó en Nueva Zelanda el 4 de febrero). Ahora Estados Unidos ya tiene las manos libres para concentrar sus esfuerzos en el acuerdo con la Unión Europea y, como han venido haciendo en tratados anteriores, los norteamericanos están llevando al límite sus exigencias en las negociaciones. Así lo confirmaba el Presidente Obama al afirmar la semana pasada que “El tiempo para completar el TTIP es ahora” y que “Estados Unidos está preparado para hacer todos los esfuerzos necesarios para alcanzar un acuerdo ambicioso y amplio este año”. A la vista de los resultados recientes de las negociaciones, los esfuerzos que señala el Presidente se orientan a la consecución de los más elevados niveles de liberalización pero también al mantenimiento de grandes dosis de proteccionismo, en beneficio estadounidense, lo cual está provocando diversas tensiones que dificultan enormemente las negociaciones.
Estas dificultades se han manifestado en la decimotercera ronda de negociación del tratado, segundo punto que ha despertado el interés mediático respecto del TTIP. El 25 de abril daba comienzo en Nueva York una ronda que ya se percibía tensa y en la que han aflorado los grandes disensos. El objetivo de este encuentro era la consolidación de textos, es decir, alcanzar acuerdos en cuanto a la redacción definitiva, o casi definitiva, de determinadas partes del tratado para intentar acabar el año 2016 con las negociaciones finalizadas, algo que parece estar ya descartado por todos los actores porque hay grandes cuestiones que parecen imposibles de desatascar. Y es que, en realidad, ambas partes de la negociación están entregadas a un doble juego.
Es esencial comprender esto para no caer en la tentación de identificar las dificultades en las negociaciones con una supuesta intención benevolente o protectora de la UE (o de la Comisaria Malmstrom) frente a las exigencias ultra liberalizadoras de los Estados Unidos. Este no es el escenario. Ambas partes están respondiendo a un conjunto de intereses bajo la presión de los grandes lobbies y de las multinacionales, y para ello combinan en su postura proteccionismo y afán ultra-liberalizador. Así, los estadounidenses exigen por un lado el mayor grado de liberalización respecto de los servicios que sus empresas pueden prestar en la UE (es decir, la eliminación o rebaja de normas de la UE y de sus Estados miembros respecto de cómo deben realizarse determinados servicios e inversiones, que van desde la abogacía a la arquitectura o hasta la peluquería, pasando por la explotación de viñedos); sin embargo, por otro lado, junto con esta completa apertura de mercados en la UE, incluyendo la rebaja de estándares normativos protectores de los consumidores y trabajadores, pretenden reservar determinados diques protectores de su tejido empresarial, como los límites existentes a la participación extranjera en la contratación pública. La UE, y sus Estados miembros, apuestan por su parte por la liberalización completa, como un paquete, exigiendo la misma rebaja de estándares normativos respecto de los servicios y de la contratación pública. De hecho, si atendemos a la oferta de servicios vemos que hay Gobiernos, como el francés, el alemán o el italiano, al igual que distintos los de países de la Europa del este, que han decidido establecer barreras protectoras de determinadas profesiones y sectores. Sin embargo, España es uno de los Estados donde la liberalización se plantea de la manera más dura. Tendrá que responder el Sr. Jaime García Legaz respecto de por qué ha dejado desprotegidos tantos sectores productivos españoles y tantas profesiones cuando se publique un informe al respecto que se está redactando gracias al impulso de la eurodiputada Lola Sánchez.
En otros temas la Comisión Europea, vigilada de cerca por las campañas que abogan por la paralización de la negociación del Tratado, intenta hacer equilibrismos que los Estados Unidos no aceptan. Esta ha sido la razón de las últimas propuestas relativas a los cambios en el mecanismo de solución arbitral de controversias entre inversor-Estado (convertir el ISDS en ICS, lo cual no implica diferencias de resultado sustanciales) que no acaba de acomodar en las intenciones de los negociadores norteamericanos. Mientras, el verdadero caballo de Troya del TTIP, que son los mecanismos de cooperación reguladora, sigue pasando desapercibido y manteniéndose en el corazón del tratado. Por añadidura, cuestiones sensibles como el reconocimiento de las denominaciones de origen siguen siendo un punto donde ni tan siquiera se ha llegado a debatir una propuesta concreta. Los Estados Unidos se muestran inflexibles respecto del reconocimiento de la normativa europea considerando la misma como “altamente restrictiva y discriminatoria”. El lobby norteamericano agri-food con otras organizaciones está realizando una elevada presión en el equipo de negociación para que rechace la propuesta de la UE, incluyendo los nombres genéricos, como el Champagne o el Málaga, que los negociadores europeos intentan proteger ya a la desesperada.
Todas estas cuestiones, que ya conocíamos gracias al seguimiento de las negociaciones que realizan numerosos lobbies europeos, han sido confirmadas con la filtración de Greenpeace, que nos da más datos sobre el momento negociador y las tensiones comentadas. Los documentos filtrados son un total de 16. Entre ellos se encuentran textos en diferentes estados de consolidación, es decir, hay algunos, como el relativo a la contratación pública que demuestran un elevado grado de desacuerdo y otros, pocos, que parecen ya el resultado final. Esto se puede ver con claridad porque en la mayoría de los textos se mantienen ambas posturas (EU-USA) con posiciones claramente diversas. Entre los 16 textos, 15 se refieren al contenido de las tres partes del tratado, es decir, liberalización comercial, cooperación reguladora y normas, aunque no hay ninguno relativo al mecanismo de disputas inversor-Estado (ISDS o ICS). La mayoría son relativos al primer pilar, estableciendo los mecanismos para la liberalización del comercio de bienes y servicios. Es especialmente llamativa la mixtificación que se está realizando entre lo que en principio parecían partes del tratado claramente separadas. Así, en distintos capítulos filtrados se ha incluido la creación de un “comité de cooperación reguladora” (para agricultura o telecomunicaciones), evidenciando que esta cuestión, es decir, la reducción de estándares normativos mediante la influencia directa en los modelos de regulación y legislación, es el corazón del Tratado.
Más allá del tema central de la campaña de Greenpeace, la evidencia de que la UE está renunciando a mantener el principio de precaución y las contradicciones entre los acuerdos sobre la protección del medio ambiente y la rebaja de estándares normativos a la que aspira el TTIP, el texto central de la filtración es, en mi opinión, el último. El texto número 16 “Tactical State of Play of the TTIP Negotiations” nos da numerosas claves que corroboran tanto los problemas a los que se enfrentan las negociaciones como el doble juego que mantienen los negociadores: liberalizarlo todo menos aquellos sectores en los que los grandes lobbies exigen mantener barreras protectoras.
La reacción de las instituciones europeas frente a la filtración ha sido igualmente una muestra clara de la tensión en la que se mueve la negociación del TTIP. Malmstrom y Bercero intentan convencernos de que no es cierto todo lo que hay, de que queda mucho por negociar (aclárense por favor) y de que, además, no sabemos leerlo. Mientras, otros actores importantes en la política europea que están trabajando sobre el TTIP nos han confirmado dos cosas: los papeles son ciertos porque diversos eurodiputados ya los habían leído en la “Reading room” del Parlamento Europeo y al TTIP le puede quedar, si se continua con la presión ciudadana y mediática, un tiempo corto de vida.
Pero no cantemos victoria, la UE pretende impulsar la aprobación del CETA, tratado entre Canadá y la UE con una estructura y contenidos muy similares al TTIP. Si esto ocurre, y los próximos meses van a ser cruciales, se producirán muchas de las consecuencias nefastas para nuestros derechos laborales, medioambientales y para la salud de muchos de nuestros sectores productivos que estamos advirtiendo respecto del TTIP. El gobierno en funciones español debe pronunciarse al respecto del procedimiento de la firma del CETA el próximo 13 de mayo en un Consejo de Asuntos Exteriores de la UE. Esperamos, por evidente respeto democrático, que la representación española, en funciones, se abstenga de posicionarse a favor de un tratado contrario a los intereses de las mayorías sociales.
Sobre este blog
Más de treinta años después de nuestra entrada en la Unión Europea, las instituciones de Bruselas y las decisiones que en ellas se toman siguen intuyéndose muy lejos. A pesar de la constante expansión de los ámbitos de nuestra vida gobernados desde la UE, más del 73% de la población española afirma tener un escaso o nulo conocimiento sobre su funcionamiento y las políticas que desarrolla ¿Falta de información? ¿Falta de transparencia? ¿Falta de interés?, probablemente un poco de todo y un cheque en blanco injustificado que jamás concederíamos si supiéramos quién ha raptado a Europa.