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Los recortes, la falta de lluvias y el viento convierten los bosques en un polvorín

Un bombero en Segorbe (Castellón).

Voro Maroto

El número de hectáreas quemadas se ha disparado en febrero, un periodo habitualmente tranquilo para las montañas de la Comunitat Valenciana. Dos fuertes incendios a principios de mes, en Gilet (Valencia) y Segorbe (Castellón), se saldaron con 267 hectáreas arrasadas. Entre la noche del lunes y el martes, otros siete incendios (6 en Castellón y uno en Alicante, en Benidoleig) movilizaron a los equipos de emergencia.

En apenas 10 días, la superficie pasto de las llamas es un 1300% superior a la de los últimos cuatro años de los que la Generalitat ofrece datos en su web: de 2007 a 2010, apenas se quemaron en febrero 19,46 hectáreas. Los recortes, la falta de lluvias y el fuerte viento pueden ser responsables del cambio de tendencia. De no cambiar la situación, el verano podría ser duro en los bosques valencianos.

Falta de lluvias

Enero, según la Agencia Estatal de Meteorología, ha sido “seco” y “extremadamente cálido”, con temperaturas máximas relativamente insólitas, de hasta 24 grados. Más relevante, el periodo septiembre-enero ha sido el más seco en la Comunidad Valenciana desde 1951, año en el que la agencia estatal comienza su serie comparativa.

Aunque en los incendios, y su fuerza, dependen de múltiples causas, la falta de humedad es una de las más relevantes de acuerdo con, por ejemplo, Greenpeace. También el viento. La Comunitat Valenciana lleva varios días con vientos de hasta 100 kilómetros por hora que ayudan a propagar con facilidad el fuego. Además, los vientos secos y fríos de invierno también aumentan el peligro de fuego.

“Hay que huir de la idea fácil de que la Generalitat, o su presidente, Alberto Fabra, queman los bosques. Sus recortes, sobre todo en prevención, no ayudan, pero circunstancias fuera de control como el viento, el calor o la falta de lluvias son fundamentales”, explica Andreu Escrivà, ambientalista y colaborador de este periódico.

Recortes en prevención y extinción

Según denunció Joan Francesc Peris, de Els Verds, el gobierno valenciano apenas invierte un 15% de lo recomendado (100 euros por hectárea y año) en proteger el patrimonio forestal.De hecho, los recortes en esta materia han sido constantes. En 2012, la inversión en los montes se había reducido más de un 75% respecto a 2008: 19,9 millones frente a 142, 4.

Los bomberos también han denunciado repetidamente el descenso de personal tanto en las brigadas de prevención como en la de extinción. Las reducciones de presupuesto también han afectado a Tragsa, la empresa pública financiada por la Generalitat que se encarga de la primera intervención en caso de incendio. Según Comisiones Obreras, ya en 2011, de 880 trabajadores se pasó a 530, de 74 brigadas a 43 y de 47 autobombas a 39.

Escrivà también señala el ERE en Vaersa, la empresa pública que, entre otras cosas, gestiona los parajes protegidos, como un elemento más a favor del fuego. “Es verdad que no tenemos control sobre el viento o la lluvia, pero si tenemos la obligación de prepararnos para poder afrontar circunstancias adversas como esas. Y, lamentablemente, la Generalitat no lo está haciendo”.

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