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HRW denuncia engaños durante las deportaciones de refugiados de la UE a Turquía

Antidisturbios entran en uno de los barcos de deportación que ha partido de la isla de Quíos con dirección a Turquía. | Benjamin Jualian

Patricia Ruiz

Un informe de la organización Human Rights Watch denuncia que las primeras deportaciones de migrantes y refugiados desde Grecia a Turquía se realizaron bajo graves violaciones de derechos humanos, entre las que destaca la desinformación durante todo el proceso de expulsiones. Según informa la organización, las autoridades no informaron debidamente a estas personas de que iban a ser deportadas, no les dijeron a dónde los llevarían ni tampoco dejaron que cogieran sus pertenencias personales antes de irse, indican varios testimonios.

El proceso de las deportaciones desde la isla griega de Chios empezaró hacia las doce del medio día del 3 de abril, cuando la policía griega seleccionó a decenas de personas y las llevó al edificio principal, donde Frontex registra a los recién llegados y donde se ubica el servicio de asilo griego. Según informan varios testigos a la organización, las autoridades separaron a las 66 personas que deportarían, pero no les informaron de que éste era el verdadero propósito de las identificaciones.

HRW ha hablado con 12 amigos y familiares de 19 afganos que se encontraban entre las primeras personas expulsadas, y ha tenido acceso a los mensajes de texto que intercambiaron unos y otros durante todo el proceso. Estos testigos aseguran que la policía separó a sus compañeros y familiares diciéndoles que lo hacían para que fueran registrados y para que pudieran pedir asilo.

Salim, un afgano de 24 años, cuenta a HRW cómo se llevaron a sus amigos sin darles una explicación real de lo que iban a hacer con ellos. “Les dijeron que se los llevaban para registrarlos. Ilias, Mohammad y Reza se fueron felices, pero cuando volvieron la policía les estaba esperando. Si los chicos hubieran sabido que iban a ser deportados, al menos habrían cogido sus bolsas, sus papeles, su dinero”.

Horas más tarde, la confusión de los que seguían en el centro de detención, era también grande. Tahir, afgano de 26 años, cuenta a HRW cómo recibió varias llamadas de los familiares de estos tres jóvenes, pero no pudo darles respuesta. “No nos dieron tiempo ni para hablar con ellos antes de que se los llevaran. Sus familiares nos llaman preguntándonos dónde están, pero no tenemos ninguna información. Realmente, no sabemos dónde están”, afirma.

Deportaciones apresuradas y sin garantías legales

La entrada en vigor del acuerdo entre la UE y Turquía el 20 de marzo anunciaba que las primeras deportaciones se realizarían de manera casi inminente. HRW asegura que  “las autoridades griegas apresuraron el inicio de las deportaciones desde Chios y Lesbos para conseguir cumplir con la fecha anunciada, algo que ha llevado a que se cometan irregularidades y violaciones de derechos humanos”.

Según Acnur, trece de esos primeros deportados desde Chios habían expresado su claro deseo de pedir asilo en Grecia, –un número que podría ser mayor según denuncia HRW en el informe–, pese a que el propio Gobierno griego y Frontex negaron en un primer momento que entre las personas que se habían devuelto a Turquía alguna hubiera manifestado su intención de pedir asilo en Grecia.

Este “error de gestión” vulnera los derechos de esas personas, cuya solicitud de asilo debía haber sido registrada, estudiada “individualmente” y, solo en el caso de ser denegada, se podría haber procedido a la deportación, recuerda la ONG.

“Grecia y la UE deben extender la suspensión de las deportaciones hasta que puedan garantizar las salvaguardas efectivas que permitan garantizar el derecho a solicitar asilo. En la loca carrera por iniciar el acuerdo de las deportaciones con Turquía, la Unión Europea y Grecia echaron por tierra los derechos humanos, incluso los de las personas que querían pedir asilo”, ha dicho Fred Abrahams, director asociado del programa de HRW. “Las expulsiones fueron abusivas y ponen de manifiesto los principales defectos de la política de retornos acelerados y en masa de la UE a un país que no pude ser considerado seguro”, afirma.

Ya en Turquía: descontrol y desconocimiento

Varios mensajes de texto –a los que HRW ha tenido acceso– entre las personas que iban a ser deportadas y quienes permanecían en el campo de detención griego, indican que los refugiados y migrantes no sabían a dónde los llevarían en Turquía. Hacia las 11:30 de la mañana Mohsen Ahmadi mandó un mensaje desde el barco a “Amir”, un amigo de la familia que seguía en el centro de detención:

Mohsen: Ok, nos llevan a Turquía. Estamos dentro del barco.

Amir: ¿No os dijeron a dónde os llevan? ¿Algún campo? ¿A qué ciudad?

Mohsen: No lo sé. No nos dijeron nada. Te informo cuando lo sepa.

Ya en Turquía, los deportados detenidos perdieron el contacto con sus familiares y amigos que quedaron en Grecia, y las autoridades turcas no han permitido visitas de ONG ni de Naciones Unidas, según denuncia el informe.

Sigue siendo incierto el estado y el trato que le han dado a las 13 personas a las que deportaron pese a haber manifestado querer pedir asilo en Grecia, y a los otros 189 deportados desde Chios y Lesbos. Pese a que estas personas pueden pedir asilo en Turquía, únicamente se contempla la opción de que sean reasentados en otro país, dado que Turquía limita la aplicación de la Convención de Refugiados de 1951 a personas con nacionalidad de un país europeo.

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