Y después del 2015 ¿qué?: la OCDE y la UE se resisten a exigir coherencia en las políticas globales
La primera sesión de la 68 Asamblea General de Naciones Unidas se ha dedicado a analizar la Agenda de desarrollo post 2015, es decir, a proponer la hoja de ruta global y los propósitos que se marcarán los Estados en los próximos años en materia de desarrollo.
A pesar del tema, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama dedicó apenas un par de minutos al final de sus casi tres cuartos de hora de intervención a expresar de forma muy general la necesidad de luchar contra el cambio climático y comprometerse con la erradicación de la pobreza. Es una lástima que, en un discurso con notables guiños al enfoque cosmopolita, las explicaciones detenidas y detalladas se hayan centrado exclusivamente en los asuntos de paz y estabilidad en el Medio Oriente, y no hayan abordado con mayor detalle algún tipo de compromiso respecto de la agenda de desarrollo.
De entre los más de 30 jefes de Estado y de Gobierno que han participado en el primer día de la sesión plenaria, cabría destacar algunas palabras de Dilma Rouseff, presidenta de Brasil, cuando celebró que se haya elegido la agenda de desarrollo post 2015 como el tema de dicha sesión. Y al respecto fue bastante clara al trasladar su apuesta, por la adopción de un modelo socialmente inclusivo basado en la generación de empleo, el fortalecimiento de la agricultura de pequeña escala, la expansión del crédito y el incremento de los salarios, así como el establecimiento de vastas redes de protección social, como la Borsa Familiar impulsada por su gobierno.
Como muestra de las diferentes percepciones de lo que significa la democracia y particularmente la participación activa de los movimientos sociales en la configuración de la agenda política, cabe subrayar las palabras de la presidente brasileña:
“Las movilizaciones que han tenido lugar recientemente en Brasil son parte de nuestro proceso democrático. Nosotros mismos procedemos de las calles. Entendemos que pedían más derechos, más participación y más justicia. Por eso no fueron reprimidos sino escuchados. El éxito que Brasil ha presentado en la lucha contra la desigualdad en el pasado decenio, explica también que hayan aumentado las demandas. Por eso a partir de dichas movilizaciones hemos establecido cinco pactos: para la reforma política y contra la corrupción; por la educación empleando parte de los royalties del petróleo en financiarla; por la salud; por la estabilidad fiscal y; por la movilidad urbana y el transporte público”.
Los reales “hacedores” de la nueva agenda
Mientras comenzaba la sucesión de discursos de los jefes de Estado y de Gobierno en la Asamblea General de Naciones Unidas, la OCDE, en colaboración con el gobierno de Italia, organizaba un evento sobre desafíos en materia de coherencia de políticas para el desarrollo para mejorar los retos de la seguridad alimentaria global.
Las dos principales conclusiones pueden resumirse fácilmente: la coherencia de políticas para el desarrollo está aún lejos de constituir el centro de la nueva agenda de desarrollo, y la segunda conclusión tal vez pueda contribuir a explicar porqué: puesto que es manifiesto que existen varias interpretaciones, muy diferentes entre sí, de lo que es y significa este concepto.
La OCDE y la UE se resisten a las políticas transformadoras
La OCDE planteó ampliar el concepto coherencia de políticas y no ceñirlo exclusivamente a los impactos negativos de determinadas políticas en países socios (la llamada “anticooperación”): poner la mirada en posibles sinergias como las que pueden generarse entre los intereses de las inversiones, el desarrollo sostenible y sus principios y determinados enfoques de gobernanza. No se podría decir menos, o dejar de decir más.
El señor Piebalgs, Comisario de Desarrollo de la Unión Europea, fue más concreto. Considera que efectivamente no debemos atender a esos impactos negativos de las políticas, entre otras cosas porque no es tan fácil valorar el carácter de los impactos, ya que siempre hay quienes consideran positivas las repercusiones de ciertas políticas que otros denuncian por sus impactos negativos. Las valoraciones de los impactos son extremadamente subjetivas, llega a afirmar, ya por la noche, en otro acto organizado por la Universidad de Columbia, en la serie de lecciones sobre desarrollo bautizadas en homenaje al periodista polaco Kapucinski. En cualquier caso, replica el mismo llamamiento a lograr impactos positivos en los asuntos de desarrollo, de nuevo sugiriendo vincular el capítulo de las inversiones de las políticas comerciales con la política agrícola europea.
Otra experiencia diferente sugiere el gobierno de Suecia, a través de Ann-Sofie Nelson, Directora General de Cooperación Internacional para el Desarrollo. En su consideración la coherencia de políticas significa trabajar de una manera muy distinta a como se trabajaban las cuestiones de desarrollo tradicionalmente, para lo que su gobierno decidió generar estructuras y crear mecanismos específicos para facilitar ese nuevo quehacer en su propio gobierno.
El debate, que trataba de concretar cómo la coherencia de políticas para el desarrollo puede contribuir a mejorar la seguridad alimentaria, se centraba en aspectos estrictamente centrados en la agricultura, sus necesidades de capital y los acuerdos comerciales que vienen a regularla. Pareciera que hubiera resistencias o temores a reconocer que la alimentación mundial presenta, como otros muchos asuntos centrales de la agenda de desarrollo, interdependencias claras entre asuntos como por ejemplo la gestión del agua, la provisión energética y sus consecuencias ambientales, o las características con que se configura y funciona el sistema financiero internacional, particularmente en sus relaciones con la economía productiva. Al menos, los impactos negativos que las políticas de promoción de agrocombustibles o la especulación financiera sobre productos alimentarios parece que van asumiéndose por parte de algunas instituciones y responsables políticos.
Las grandes transnacionales también se posicionan
Pero en materia de coherencia no sólo se examinan políticas, sino que el papel del sector privado transnacional, con muchos intereses en el ámbito de la alimentación, también juega sus cartas. Y respecto del papel que éste puede y debe jugar, existen matices y variaciones que aún impiden hablar de consensos fundamentales. En la segunda parte de la sesión ofrecieron sus puntos de vista Oxfam y Nestlé. Dos marcas sobradamente conocidas mundialmente en sus respectivos ámbitos.
Mientras que Oxfam reconoce la necesidad de contar con el sector privado afirma que éste debe actuar en un marco fuertemente regulado. Según esta organización se trata de que cualquier actor aborde la cuestión teniendo en cuenta la perspectiva del Derecho a la Alimentación y particularmente en los países del Sur protegiendo el Derecho a la Tierra. Se trata en definitiva, de comprender que la “acción colectiva” es algo más que asumir la existencia de muchas acciones en torno a un mismo asunto. Por su parte, la multinacional de la alimentación considera que las Alianzas Público Privadas, deben basarse en la transparencia sobre los comportamientos del sector privado.
Éstas son las voces que se oyeron en Nueva York en la primera sesión plenaria y en los paneles adyacentes, la configuración de la agenda todavía no recoge ni se contagia de las visiones más transformadoras.