Suecia endurece las condiciones de acogida de refugiados para frenar las llegadas
La política de Suecia de puertas abiertas hacia las personas que huyen de la guerra y la persecución ha cesado. El Gobierno sueco lo ha dejado claro tras la presentación de un nuevo paquete de medidas para endurecer las condiciones para los solicitantes de asilo y aumentar los controles fronterizos con el objetivo de frenar las llegadas de refugiados al hasta ahora país europeo que más acoge por habitante.
El paquete de medidas, que estarán vigentes durante tres años, establece permisos temporales de residencia para todos los refugiados salvo los del sistema de cuotas de reparto y limita también el derecho a reagrupación familiar, además de endurecer los requisitos económicos para poder mantener a los familiares.
Los controles fronterizos provisionales, restaurados hace dos semanas, incluirán todo el transporte colectivo que llegue a Suecia y no sólo como hasta ahora los trenes que conectan Copenhague con Malmoe (Suecia) y las rutas marítimas desde Alemania.
El aumento en el número de refugiados derivó en el agotamiento de los lugares públicos donde poder acoger a estas personas. El pasado fin de semana, los refugiados que llegaron a la ciudad meridional de Malmö fueron obligados a dormir en las calles porque no el Estado no tenía más camas disponible, según informa The Guardian.
Suecia, el país de la UE que más refugiados per cápita acoge, espera hasta 190.000 peticionarios en 2015, según el último cálculo de la Dirección General de Migraciones, que ha tenido que recurrir a barracones, antiguas cárceles, escuelas y campamentos de tiendas de campaña para alojarlos y ahora estudia usar barcos y plataformas. “Necesitamos descanso”, ha afirmado el primer ministro, Stefan Löfven, para defender las nuevas medidas.
“Hemos acogido a 80.000 personas los últimos dos meses, lo que equivaldría a 25 millones en un año en la Unión Europea. Suecia es un pequeño país que hace un esfuerzo enorme”, afirmó Löfven, quien reclamó una solución conjunta a nivel comunitario.
Los cambios anunciados el martes fueron particularmente difíciles para el partido verde, socios de los socialdemócratas, considerado uno de los partidos de Suecia más defensores de las políticas de acogida de refugiados. “Es una decisión terrible”, ha replicado entre lágrimas la viceprimera ministra, la ecologista Åsa Romson, quien justificó que su partido siga en el Gobierno, pese a las críticas internas, porque si no, indica, habría riesgo de que se aprobaran medidas “aún más horribles”, apuntando a las presiones de la oposición. “Me duele que Suecia ya no es capaz de recibir solicitantes de asilo debido al alto nivel actual. Simplemente no podemos hacer más.”