“Vieron nuestra patera, les mostramos un bebé muerto, pero no nos ayudaron. Murieron 63 personas”
Marzo de 2011: Una patera procedente de Libia con 72 personas a bordo, hombres, mujeres y niños, viaja a la deriva en alta mar tras quedarse sin combustible. Huyen de la guerra entre seguidores y detractores de Muamar el Gadafi, en la que participa la OTAN.
Un avión sobrevuela la patera y transmite sus coordenadas al Centro de Coordinación de Rescate Marítimo de Italia. Este a su vez envía una llamada de socorro a los buques que se encuentran en la zona, una de las más vigiladas del mundo en aquellos días, debido a que está en marcha la operación de la OTAN en Libia. Una de esas naves militares es la fragata española Méndez Núñez, situada a once millas de la embarcación con los refugiados. A pesar de su cercanía, no acude a socorrerlos.
El propio comandante aliado de la OTAN en Nápoles también recibe el aviso de los guardacostas italianos. Un helicóptero militar sobrevuela la patera y llega a arrojar unos paquetes de galletas y seis botellas de agua para sus 72 tripulantes.
“Pensábamos que nos rescatarían, pero no lo hicieron. Aquél helicóptero nunca regresó”, recuerda uno de los pocos supervivientes. “Al principio, cuando vi que bajaban la cuerda, creí que nos iban a subir uno a uno, como en las películas. Pero después de que nos dieran esas botellas de agua se fue y no volvió más”.
“Entonces fue cuando la gente empezó a morirse, uno tras otro, a veces dos al día. Nos sentíamos muy solidarios con esos muertos. Cada uno rezó a su propio Dios. Cada mañana nos despertábamos y encontrábamos más muertos”.
“El helicóptero era de color militar, verde y gris, un verde tipo militar. Estaban el piloto y un soldado. Para bajar el agua usaron una cuerda. El agua que nos dieron eran botellas europeas y el nombre era italiano”, indica otro superviviente en los testimonios recogidos en las querellas que hoy se van a presentar en cinco países de la OTAN de forma simultánea, y a las que ha tenido acceso eldiario.es.
Los tripulantes de la patera no solo vieron helicópteros. También estuvieron muy cerca de un portaaviones del que despegaron dos naves aéreas que sobrevolaron la embarcación.
“El portaaviones estaba a unos 300 metros de nosotros. Les hicimos señas, les mostramos nuestros bidones de gasolina vacíos, las botellas de agua vacías, yo incluso levanté el cadáver de un bebé. Pero nada. Se fueron. Fue entonces cuando dije: Lo único que nos queda es rezar”, relata uno de los supervivientes en los informes recogidos en la querella criminal.
Los testimonios reflejan con detalle el drama y la impotencia vividos en aquella patera.
“Los primeros en morir fueron los niños. Había dos. Uno debía tener más o menos tres años y el otro dos”, recuerda un hombre. “Comenzó con los niños, luego siguieron las mujeres. Pero uno tras otro fueron muriendo... Para mí es muy difícil a nivel psicológico revivir esos momentos. No quiero recordarlos. Era la primera vez que veía morir a alguien”.
Todos coinciden a la hora de describir su encuentro con los helicópteros y el buque militar.
“Cuando vimos el buque les mostramos los muertos. Los tomamos en brazos y se los mostramos, para pedirles ayuda”, recuerda otro superviviente.
“Pero dieron una vuelta más y luego se fueron. En ese momento perdimos toda esperanza. Vieron todo y huyeron. No fueron capaces de ayudarnos, a pesar de haber visto a las personas muertas”, añade.
“Todo el mundo, incluso la persona más estúpida, podía entender lo que nos había ocurrido y en qué situación nos encontrábamos, sin combustible, sin agua. Bebiendo agua de mar les dimos a entender que no teníamos agua potable. Y aún así, no fueron capaces de ayudarnos y se fueron”.
Su testimonio prosigue así: “Les dije a mis compañeros: 'oremos, porque nos vamos a morir. Los únicos que podían salvarnos estaban en ese navío. ”Si nos hubiesen entregado algunas botellas de agua nos podrían haber dado al menos unos días más de vida. Éramos pocos. Muchos estaban muertos. Tal vez habían fallecido ya unas 30 personas. Algunas caían al mar, cuando el mar se agitaba“.
Finalmente todos los inmigrantes menos once fallecieron de hambre y sed. Tras 16 días a la deriva, las corrientes arrastraron la embarcación a la costa, cerca de la ciudad libia de Misrata. Una mujer murió nada más llegar. El resto fue encarcelado por las autoridades locales, y un hombre falleció en prisión. Es decir, de las 72 personas que viajaron en la patera, solo nueve sobrevivieron. Consiguieron la libertad días después, y la mayoría huyó a Europa a través de Túnez. Ahora se presentan como querellantes contra militares de cinco países de la OTAN, a los que se acusa de denegación de auxilio.
La querella
Eldiario.es ha tenido acceso a estas querellas que hoy se presentarán de forma simultánea en España, Reino Unido, Francia, Holanda e Italia contra militares de estos cinco países de la OTAN y extensible a otros responsables que puedan aparecer.
En España se presenta en la Audiencia Nacional en nombre de dos querellantes, dos supervivientes que ahora viven en Europa, contra el comandante y oficiales al mando de la fragata Méndez Núñez en el momento de los hechos, “sin perjuicio de las personas que posteriormente, y avanzada la investigación, puedan aparecer también como responsables de los hechos”.
“Hay un delito por denegación de auxilio contra personas especialmente protegidas. Hay una embarcación con inmigrantes refugiados del conflicto, se dan las oportunas señales de alarma, pero en lugar de socorrerlos salen en dirección contraria”, explica Gonzalo Boye, uno de los abogados de los querellantes en España.
La querella criminal denuncia que la fragata española, “cuya posición era de 11 millas naúticas respecto de la embarcación, desatendió una información concreta y relevante, que comprendía además una obligación regulada en distintos convenios internacionales y en nuestro propio ordenamiento”.
Y añade que “a pesar de tener todos los medios que hubiesen podido garantizar el rescate o asistencia de los inmigrantes que viajaban en la lancha, decidieron contravenir la solicitud de socorro que les había sido proporcionada. Lo cierto y verdad es que todos y cada uno de los integrantes de aquella embarcación fueron víctimas de una evidente omisión de socorro y cuyo resultado no fue otro que la muerte de 63 personas”.
La OTAN y el Ministerio de Defensa español afirmaron en 2011 que no habían denegado auxilio, pero hay aspectos que apuntan en otra dirección. Uno de los informes que adjunta la querella señala lo siguiente:
“Al menos un aparato de patrulla militar, un helicóptero, dos barcos de pesca y un buque militar habrían establecido contacto directo con los ocupantes de la embarcación. La identidad de esos buques aún no ha sido revelada. Por otra parte, los servicios de salvamento marítimo italianos y malteses, así como las fuerzas de la coalición de Estados participantes y de la OTAN presentes en la zona estaban informados de la situación y localización del barco en peligro. Disponían además de los medios técnicos y logísticos para darles asistencia. Sin embargo, ninguno de estos actores intervino de modo que se evitara una suerte trágica a los pasajeros de la embarcación”.
“A los supervivientes se les ha mostrado diversas siluetas, muy características, de buques y han coincidido a la hora de señalar la que correspondería al buque que vieron. Con la investigación en marcha los militares mencionados en la querella tendrán que indicar cuál era la posición de sus buques, qué información y órdenes recibieron”, indica Boye, que ha sido invitado a comparecer sobre este asunto este mes ante la Comisión de Migración del Consejo Europeo .
El año más mortífero del Mediterráneo
La guerra libia provocó la huída de más de 700.000 personas solo desde marzo a octubre de 2011. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados ha calificado el año 2011 como el más mortífero en el Mediterráneo. ACNUR calcula que unas 1.500 personas habrían perdido la vida al escapar de Libia desde el inicio del conflicto en marzo de 2011 hasta enero de 2012.
Como indica el informe “Sobre el barco abandonado a la muerte”, realizado por Forensic Oceanography en el marco del Consejo Europeo de Investigación, esas pérdidas humanas tuvieron lugar “a pesar de la fuerte presencia de fuerzas militares navales y aéreas implicadas en las operaciones en Libia, lanzadas por una coalición internacional compuestas por varios Estados y de la OTAN”.
Las personas de raza negra se convirtieron en objetivo de algunos grupos armados que acusaban a los subsaharianos de servir a las tropas fieles a Gadafi. De hecho se registraron ataques mortales contra ellas, motivados única y exclusivamente por el color de la piel de las víctimas, tal y como denunciaron diferentes organizaciones internacionales de derechos humanos. Los inmigrantes subsaharianos en Libia eran por tanto población vulnerable.
La historia de la patera aquí mencionada no fue ni mucho menos la única tragedia sufrida por inmigrantes y refugiados que huían de la guerra libia, pero sí resultó ser uno de los casos que más atención acaparó a nivel internacional, ya que casi de inmediato se supo que su situación y localización habían sido conocidas por el Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de Italia y por los buques de la OTAN que operaban en la zona.
Ahora los supervivientes de aquel drama reivindican justicia para sí mismos y para sus compañeros fallecidos, esos 63 hombres, mujeres y niños a los que barcos de la OTAN implicados en el conflicto, dentro de una misión llamada humanitaria, habrían negado rescate.