Cerca de 10.200 muertes en el primer aniversario de la epidemia de ébola aún sin control
“Esta epidemia es la historia de un fracaso colectivo”. Las palabras de David Noguera, coordinador de la campaña de Médicos sin Fronteras #StopEbola, son el balance más crudo tras un año de aguda epidemia. Un año después del primer brote, el virus del ébola se ha cobrado la vida de 10.194 personas en África Occidental, concretamente en Guinea, Liberia, Sierra Leona, Nigeria, Mali, República Democrática del Congo y Senegal. Médicos Sin Fronteras inauguró una exposición en Madrid para advertir de que la batalla contra la epidemia todavía no ha terminado.
“No podemos bajar la guardia”, afirmó en una rueda de prensa para presentar la exposición el director general de la organización, Joan Tubau. Los datos indican una ligera mejora de la situación en los últimos meses, en Liberia el número de infectados se redujo un 25% en la última semana de febrero aunque en Guinea y Sierra Leona se han visto afectados por un ligero repunte de 132 nuevos casos. No obstante, para MSF, el final de la epidemia no está cerca.
“Harán falta unos 5 años más como mínimo”
Noguera lo explica de forma gráfica en declaraciones a eldiario.es: “Esto es como un incendio, es una buena noticia que el fuego haya alcanzado 30 hectáreas en lugar de 100 y que esté controlado, pero los bomberos tienen que seguir trabajando hasta extinguir el fuego porque los árboles perdidos son demasiados”. Para apagar el fuego del ébola harán falta unos cinco años más como mínimo, explica el médico que ha bajado hasta el terreno en numerosas ocasiones durante este año: “El problema de esta enfermedad no es sólo el número de muertos que genera, es que te paraliza todo el sistema sanitario”.
Que la epidemia ha devastado las estructuras sociales de los países en los que se ha expandido es un diagnóstico que comparten ambos miembros de la organización. “Estos países estaban en transición, habían salido de guerras civiles hace una década y su PIB estaba en crecimiento...”, prosigue Noguera. Los países afectados por el ébola son territorios clave para el comercio de África Occidental por sus amplias rutas comerciales y su cercanía con el mar, este hecho provocó que la expansión del virus fuese mucho más rápida y que atacase finalmente a la población de las grandes ciudades.
“Uno de los principales problemas durante estos meses para enfrentarnos al virus ha sido la dificultad para detectar la cadena de transmisión”, relata Teresa Sancristóval, responsable de la unidad de emergencias de MSF. El protocolo para atajar la enfermedad establece que, una vez que se confirma un nuevo caso, es necesario repasar el número de contactos con el que el paciente ha tenido relación en los últimos días y así incluirles en una especie de cuarentena. El miedo de la población local a las tiendas de campaña y los inusuales trajes de protección ha torpedeado desde el inicio la tarea de seguimiento. “Es muy complicada la tarea de concienciación cuando llegas allí para romper sus rutinas y costumbres”, explica Sancristóval.
A pesar de los avances de los médicos y organizaciones para controlar la epidemia en las zonas afectadas, por el camino se han quedado más de 10.000 personas que rebotan en la conciencia de quienes no han podido salvar más vidas. “Hubo momentos en los que tuvimos que cerrar los hospitales a más gente porque no teníamos camas ni capacidad para atenderlos”, recuerda Noguera: “Trabajar como médicos en un hospital donde la mitad de tus pacientes mueren es duro, cerrar puertas es durísimo, son momentos de mucha desesperación”.
Escasa y lenta cooperación internacional
La escasez de medios obligó a los sanitarios de MSF a cerrar la entrada de sus hospitales a más pacientes. Tubau apunta a la escasa colaboración de los estados: “La respuesta internacional ha sido lenta y escasa. Los estados no han tenido ni voluntad ni visión política suficiente para entender la dimensión de la epidemia tanto en los países de África occidental como en el resto del mundo”.
Noguera coincide con el director general de MSF. “La pregunta del millón es por qué tras el terremoto de Haití estaba todo el mundo ayudando y para el ébola apenas ha venido nadie”, se pregunta de forma retórica. Volviendo al símil del incendio, Noguera expone que los países ricos se han limitado a blindar el fuego para que sólo les salten las chispas.
España está entre los países que han decepcionado. Según Tubau, la aportación del Gobierno ha sido de 9,5 millones de euros desde que comenzó la alerta, “un 0,4% de lo necesario para mantener el dispositivo de ayuda operativo”. Para el director general de MSF esto es especialmente preocupante especialmente en un país que ha visto en primera persona “el nivel de miedo que provoca la epidemia”. Destaca lo sencillo que hubiera sido establecer en la base aérea de Las Palmas una conexión para dar respuesta logística a la epidemia en la zona. “Era una medida lógica pero no hemos sido capaces de convencerles y a estas alturas las conversaciones ya están paradas”.
Para MSF es un problema de falta de solidaridad. Noguera insiste en que la zona no interesa geopolíticamente a los países del norte, “es prescindible”. “Es importante plantearse que Cuba ha liderado prácticamente la respuesta internacional enviando 300 médicos a la zona de emergencia. Invita a una reflexión”, comenta.
“Seguir trabajando hasta matar el 'bicho”
Desde Médicos Sin Fronteras reiteran que todavía queda mucho por hacer. “Vamos a seguir trabajando en la zona hasta matar el bicho”, sentencia Noguera. La estrategia y los problemas derivados de la atención a los enfermos sigue siendo la misma, aunque, según advierten, se generan algunos problemas añadidos.
Uno de ellos es el de los enfermos que acuden a los hospitales con malaria. Los primeros síntomas del ébola y de la malaria son parecidos y es necesario un test para identificar la enfermedad que padece el enfermo. La solución, según cuenta Teresa Sancristóval, ha sido la distribución masiva de antimaláricos para no saturar el sistema sanitario y para evitar que los enfermos de malaria entren en contacto con los de ébola.
Ramiro García participó entre diciembre y enero en una de esas distribuciones en Freetown, Sierra Leona. Según detalla, se repartieron 1.800.000 antimaláricos casa por casa para evitar las aglomeraciones que se generan en los puntos de distribución, altamente peligrosas en un contexto de epidemia de ébola por la radioactividad de la enfermedad.
Otro de los retos pendientes sigue siendo el rechazo de la población local. Sancristóval explica que después de un año aún sigue siendo complicado concienciar a los enfermos de las precauciones que hay que tomar para no contagiar el virus. “La mortalidad por el miedo es superior a la del ébola per se”, afirma la responsable.
Los funerales son los momentos donde el contagio es más fácil. MSF calcula que en la última semana se tiene conocimiento de al menos de 19 y 15 funerales inseguros en Guinea y Sierra Leona respectivamente. “En algunas aldeas la reticencia de la comunidad sigue siendo fuerte y aún se celebran funerales en secreto”, añade la responsable de emergencias.