Un desarrollo humano, sostenible, global (y local)
A menos de un año para el 2015, fecha que la sociedad internacional se marcó para alcanzar los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), dichas metas no sólo no se han cumplido, sino que, según se subraya en el XI Anuario de la Plataforma 2015 y más, Hacia 2015: Visiones del desarrollo en disputa, están muy lejos de cumplirse. El panorama que dibuja el informe al hacer balance de estos objetivos es desalentador, sobre todo cuando el principal valor de dichos objetivos radicaba en el pragmatismo que tenían sus metas. Unas metas, que reflejaban un consenso de mínimos, poco ambiciosas y que, según las voces más críticas, no propondrían cambios sustanciales para combatir las causas estructurales que originan la desigualdad global, pero que aún así no han sido cumplidas. Según evidencia la publicación de la Plataforma 2015 y más, el mundo está muy lejos de parecerse al que todos los jefes de gobierno acordaron que tendríamos para estas fechas.
Esta falta de voluntad de la sociedad internacional se hace evidente en el incumplimiento precisamente del octavo objetivo, aquel que recogía los compromisos de los países más ricos en su lucha contra la pobreza. Esta omisión responde no sólo a causalidades presupuestarias (ambición o racanería, en otras palabras) sino que está ligada a una tendencia involutiva en propio concepto del desarrollo humano, cada vez más acotado y reducido a ser sinónimo de crecimiento económico y a una falta de voluntad de transformación de las dinámicas y políticas que generan las relaciones de desigualdad, pobreza y exclusión. El propio título del informe responde precisamente a las tensiones en un tiempo de polarización y disputa entre aquellas visiones de desarrollo que pretenden transformar el panorama global desde las causas que provocan los desequilibrios y las que pretenden continuar con un modelo que apueste por el crecimiento económico como principal motor del desarrollo humano.
Estas tensiones tienen lugar en un contexto internacional marcado por la crisis multidimensional y en el que las respuestas políticas estatales se limitan a abordar el recetario del equilibrio macroeconómico para tratar de recuperar la senda del crecimiento económico; en un mundo donde las desigualdades aumentan y los científicos del clima advierten que se acaba el tiempo para abordar las transiciones hacia modelos congruentes con la idea de sostenibilidad ambiental. Al calor de la “crisis” los gobiernos subordinan derechos y políticas sociales modificando con ello el perfil de sociedades antes basadas en derechos de ciudadanía, y cada vez más caracterizadas como grandes mercados de servicios.
Voces provenientes de redes y organizaciones nacionales e internacionales como Eurodad, Both Ends o movimientos ciudadanos como la Campaña #NoalTTIP, la PAH o la Marea Verde y expertos y expertas en desarrollo participan en el anuario y se encargan de hacer un repaso del estado del mundo, un análisis de las principales tendencias políticas y de ofrecer experiencias de cómo las personas se están organizando para dar respuestas a sus demandas.
El informe de la Plataforma 2015 y más ve la luz en los momentos probablemente más complicados de la historia de la política de cooperación internacional para el desarrollo en España. A pesar de que haya voces que tratan de enterrar la importancia de las políticas de cooperación al desarrollo, el anuario analiza los principales cambios que se están produciendo en el sistema internacional de ayuda. Además critica la “vertiginosa carrera hacia el desmantelamiento” de la política española de cooperación al desarrollo con la crisis como pretexto. Según recoge el informe, el gobierno de Rajoy ha ido alejándose de la hoja de ruta consensuada con los actores sociales y el resto de fuerzas políticas: reduciendo hasta el mínimo el presupuesto, modificando el discurso de la promoción del desarrollo humano hasta convertirlo en un instrumento al servicio de intereses empresariales exportadores, y debilitando políticamente a los departamentos que en la Administración gestionan la Ayuda al Desarrollo.
En relación a la búsqueda de convergencias sociales y políticas, el tercer apartado del informe recoge algunas de las voces más dinámicas con que las organizaciones sociales en España han irrumpido en la esfera pública, es decir, las de los colectivos sociales que han hecho de la ciudadanía y de la política su principal misión. Colectivos y plataformas ciudadanas que han construido un marco reivindicativo en la defensa de derechos humanos basado en preocupaciones concretas y locales (hipotecas, energía limpia, sanidad, escuela y banca pública, entre otras) que sin embargo basan su apuesta en el carácter universal de los derechos. La PAH, Plataforma No a los Cíes, Banca Pública, Teatro del Barrio, Mercado Social o la Marea Verde dan voz a estas convergencias entre las luchas locales y las transformaciones globales. El desarrollo humano, sostenible, global (y local), según se evidencia en el informe, es una lucha multinivel e universal.