El Estado español debe actuar ya por la paz en el Sáhara Occidental
No son buenos tiempos para las personas que amamos la paz y que luchamos por ella. Día tras día vemos cómo muchos de nuestros representantes políticos ignoran los derechos humanos más elementales, para apostar por otros intereses alejados de unos valores a la altura de los países que dicen llamarse democráticos. Las personas que, día tras día, dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo para luchar por esos derechos estamos hartas de la deriva que toman las políticas europeas, y por lo tanto españolas, con respecto al ámbito internacional, al asilo político y al refugio y a la apuesta por la paz en cualquier lugar del mundo.
El movimiento solidario con el pueblo saharaui, desde el Estado español, lleva décadas acompañando a este pueblo a pesar del silencio mediático y del abandono que sufren nuestras hermanas y hermanos saharauis. Personas de diferentes ideologías con dignidad, decisión y conciencia para luchar por la libertad y la justicia, y que llevamos décadas defendiendo la paz y la libertad, exigiendo el respeto de la legalidad internacional y de los derechos humanos. Por lo tanto, las miles de personas que formamos parte de este movimiento vemos con enorme preocupación el arrogante comportamiento del Reino de Marruecos en las últimas semanas, la subida de tono de sus decisiones desafiando a las propias Naciones Unidas, a las que pretende humillar.
Tras la visita del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, a los campamentos de población refugiada saharaui en Argelia y a los Territorios Liberados del Sáhara Occidental el pasado 5 de marzo, Marruecos ha decidido tensar la cuerda demasiado. Más aún cuando el dirigente de la ONU no pudo visitar el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos por la negativa de este último actor. Más aún cuando fue la propia Monarquía y Gobierno marroquí quienes se negaron a recibir a Moon en Marruecos, obstruyendo una vez más la posibilidad de una salida negociada y pacífica al conflicto del Sáhara Occidental.
Tras esta visita, en la que el secretario general de Naciones Unidas se refirió a las zonas ocupadas del Sáhara Occidental con ese mismo adjetivo, “ocupadas”, es decir, que no pertenecen a Marruecos salvo por la violencia ilegal, estructural y militar que en ellas reproduce día tras día, el Gobierno marroquí respondió expulsando del territorio a un importante contingente civil y administrativo de la MINURSO (Misión Internacional de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental).
Este hecho nos duele mucho. Pero no nos duele menos el timorato comportamiento del Gobierno del Estado español, en funciones hay que recordar, y las vergonzosas y escasas respuestas a este hecho insólito. El Estado español viene ocupando desde el año 2015 y durante todo el presente año un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No podemos olvidar que el Estado español es la potencia administradora del proceso de descolonización del Sáhara Occidental según la legalidad internacional.
A este Estado le corresponde, por lo tanto, cerrar el proceso de descolonización que no fue capaz de cerrar en el año 1975 con la venta ruin de la entonces provincia española a la monarquía marroquí. Un proceso de descolonización que, según la misma legalidad internacional indica, se cerrará con un referéndum de autodeterminación en el que la población saharaui elija, libremente, su futuro político. El Estado español tiene una oportunidad única de situarse al lado de su obligación moral, histórica y legal con el pueblo saharaui desde el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Exigimos, por lo tanto, al Gobierno en funciones, que escuche las demandas de la sociedad civil española y que se posicione de lado de la legalidad, y por tanto, de los derechos del pueblo saharaui.
Conviene en este momento de tensión, artificialmente creada por la potencia ocupante, recordar la condición del Frente Polisario como movimiento de liberación nacional y representante único y legítimo de la población del Sahara Occidental, condición claramente establecida por multitud de resoluciones de los diferentes órganos de las Naciones Unidas, junto a las diferentes resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que han reiterado la legitimidad del uso de la fuerza por parte de los movimientos de liberación nacional.
Sin embargo, el Frente Polisario y el pueblo saharaui llevan 25 años, desde la firma del alto el fuego en 1991, defendiendo una solución pacífica y negociada al conflicto. El referéndum reconocido por las Naciones Unidas es la única forma de terminar con el último proceso de descolonización del continente africano. Marruecos, mientras tanto, ha ejercido la violencia en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental, violando constantemente los derechos más elementales de la población saharaui, tal y como muestran innumerables informes de organizaciones y observadores internacionales.
La salida del personal de la MINURSO y el insulto y ninguneo a Naciones Unidas que Marruecos está llevando a cabo no se puede tolerar. El Frente Polisario tiene la obligación de la legítima defensa del pueblo saharaui. Si Naciones Unidas no vela por el cumplimiento de los derechos humanos de la población saharaui ni por la celebración del referéndum de autodeterminación, pocas opciones le estamos dando al Frente Polisario y al pueblo saharaui de permanecer en una vía pacífica que, durante años, han demostrado que es su principal estrategia y su voluntad.
¿Está buscando Marruecos la guerra? Quizás pretende ahora arrebatar al pueblo saharaui por la fuerza lo que no le ha podido arrebatar mediante la ocupación: el despojo “legal” de la tierra, historia y cultura de un pueblo milenario. Y si aún no ha conseguido su propósito es sólo porque miles de hombres y mujeres saharauis sostienen cada día la bandera de la dignidad y la esperanza.
El pueblo saharaui es un ejemplo de lucha no violenta y de resistencia pacífica, pero esta estrategia no se podrá mantener durante mucho tiempo más ante las amenazas de Marruecos. La Unión Europea y la Comunidad Internacional no pueden permitir que se inicie un conflicto bélico en el norte de África. La actual crisis de las personas refugiadas que llegan a Europa huyendo de la guerra se multiplicaría. La desestabilización de la zona del Magreb y el Sahel sólo podría generar más violencia y terror en África y Europa.
El movimiento solidario con el pueblo saharaui siempre defenderá la paz y la libertad, como llevamos décadas haciendo de la mano del Frente POLISARIO. Pero la paz y la libertad sólo se pueden construir desde el respeto de la legalidad internacional, velando porque Naciones Unidas pueda desempeñar su labor en el Sáhara Occidental, en la parte ocupada y en la parte liberada, así como en los campamentos de población refugiada saharaui en Argelia. Y la labor de Naciones Unidas es clara: la celebración de un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.
Además, la MINURSO debería, desde la próxima renovación de su mandato en el próximo mes de abril, ampliar sus competencias a la vigilancia del respeto de los Derechos Humanos. La paz, la no violencia y la libertad son la seña de identidad del pueblo saharaui y del movimiento solidario con él, pero somos conscientes de que su consecución es trabajo de todas las partes implicadas. El Estado español debe asumir su responsabilidad. Es el momento.