Raperas inglesas con hiyab: “Recibimos amenazas de muerte o violación”
Mujeres. Negras. Musulmanas. Hiyabs. Rap. Muneera Rashida y Sukina Abdul Noor hablan despacio, procuran que el interlocutor no dé nada por sentado. Son las componentes de Poetic Pilgrimage, un dúo de británicas descendientes de migrantes jamaicanos y convertidas al islam. En ese equilibrio de identidades, la música se convierte en su modo de expresión. Su premisa es sencilla: “Si las mujeres musulmanas no son escuchadas, otros hablarán por nosotras”.
Desde la emisión del documental Hip Hop Hijabis por la cadena Al Jazeera, donde se cuenta su historia, las raperas han tenido que hacer frente a los comentarios islamófobos de Occidente y a las comunidades musulmanas más radicalizadas.
“Dicen que no debería estar aquí/Aparentemente incluso no debería presentarme aquí/ Y captar la atención/ Pero estoy aquí”. Así comienza el poema Aborted Daughters de Sukina. Para muchos, haram, 'prohibido'. Para otros, valiente. Y para ellas, una manera más de intentar que el discurso de las mujeres musulmanas encuentre un espacio en la sociedad y en los medios de comunicación.
Poetic Pilgrimage se presenta con el hip hop como escudo de defensa. Su objetivo, dicen, no es educar en el islam sino rapear a corazón abierto. Sus letras son el camino creativo para encontrarse a sí mismas.
¿Qué les llevó a convertirse al islam?
Muneera: Estaba explorando las posibilidades de varias religiones y disciplinas. No pensaba que el islam fuese para mí, ya que creía que las mujeres estaban oprimidas. Sukina se interesó por el islam y al principio curioseé para persuadirla de que no se convirtiera. Pero al conocer más sobre la religión, me di cuenta de que se ajustaba a mi estilo de vida.
Los textos de Fátima Mernissi me ayudaron mucho. Mernissi era una academicista musulmana que trabajaba sobre asuntos feministas y los ajustaba al Corán. Su trabajo me acercó al islam porque todo lo que sabía estaba basado en asuntos raciales y de género.
¿Por qué eligieron el hip hop como medio de expresión?
Muneera: Hacemos música que está cercana a nosotras. Nacimos en Bristol, tenemos raíces jamaicanas y estábamos expuestas a diversas fuentes musicales. El hip hop es el género de nuestra generación y encontramos mensajes que se asemejan a nosotras. Las temáticas sociales no se encuentran en otros estilos.
Sukina: El contenido de las letras era algo serio y viniendo de una familia de rastafaris estaba acostumbrada al reggae cargado de mensajes. El hip hop es un instrumento para ser consciente de mí misma, de mi yo como mujer negra, de nuestra historia. El único canal para comunicar lo que sentía era el hip hop.
Pero aunque no es intencional, desmontan estereotipos.
Muneera: Me alegra ese hecho, pero yo estoy siendo fiel a mí misma. Nuestro objetivo no es que se entienda el islam. Nuestra intención no es cambiar la opinión de la gente. No fue una idea preconcebida, ya que hacíamos esto antes de convertirnos. Si el hip hop no fuera mi herramienta, no pensaría en utilizarlo para lanzar un mensaje. Hacer hip hop es ser fiel a ti mismo. Si hubiéramos intentado crear puentes de diálogo a través de ello, la gente se habría dado cuenta.
Sukina: Y no estaríamos aquí. No habríamos durado nada si nuestra misión hubiera sido la de ser embajadoras del islam. Mucha gente nos ve como ejemplo, pero esa no es nuestra intención. El objetivo es ser sincera con una misma. Hablar desde el corazón sobre asuntos que afectan a todo el mundo como la libertad, la igualdad, el amor...
¿Qué relación existe entre el feminismo y el islam?
Muneera: No me interesa esa relación. Me gusta la idea del feminismo para empoderar a las mujeres pero, incluso con conceptos como el feminismo interseccional, el término no es muy inclusivo. No hay un feminismo que tenga en cuenta la religión u otros aspectos como la minusvalía. No es algo liberador, ya que se enfoca en un grupo de mujeres blancas y de clase media. Yo estoy a favor del empoderamiento de las mujeres pero no sé si el feminismo como modelo se ajusta a todas.
¿Qué desafíos han enfrentado por ser musulmanas y dedicarse a la música?
Sukina: Ha sido difícil. Al principio los hombres dejaban la sala o gritaban haram ('prohibido') incluso antes de abrir la boca. Nos dimos cuenta de cómo los promotores eran criticados en su comunidad por organizar nuestros conciertos. Hubo muchos mensajes en contra de lo que estábamos haciendo y nos daban razones para ir al infierno. Tardamos un tiempo en aceptarlo, pero sabíamos cuál era nuestra situación.
Cuando se emitió el documental de Al Jazzera las cosas cambiaron. Todo se volvió mucho más violento. Recibimos amenazas de muerte y violación, y hubo comentarios más personales sobre nuestro cuerpo o color de piel. Al principio nos reímos, pero después nos afectó bastante.
Recientemente hemos aparecido en medios de comunicación occidentales y hemos tenido más exposición, lo que también ha llevado a que hayamos sufrido mucho abuso islamófobo.
¿Se les ha tratado de forma condescendiente en los medios occidentales?
Muneera: La gente que nos conoce y conoce nuestro trabajo no sienten pena por nosotras. No piensan que estamos oprimidas. Sin embargo, volviendo al patrón convencional del feminismo occidental, la idea es que no somos libres.
El discurso de muchas mujeres musulmanas feministas no casa con nosotras cuando decimos que amamos nuestra religión y que el hiyab es una forma de liberación. Asumen que nuestros maridos y los hombres de nuestra comunidad nos fuerzan a llevarlo, pero son ellos los que nos apoyan y dieron la cara por nosotras en un principio.
¿Cuál sería la mejor manera de representar a la mujer musulmana en los medios?
Sukina: La mujer musulmana tiene que tener la oportunidad de hablar por ella misma. Si no lo hacemos, en 100 años buscarán nuestra opinión y no encontrarán nada. Cuando se realizan debates sobre el velo, por ejemplo, no hay mujeres hablando de ello. Son hombres. Nadie nos pregunta.
Vivimos en una época de narrativas diferentes a través de los medios de comunicación y es muy importante que las mujeres musulmanas reclamen su discurso. Y hay muchos movimientos que lo están haciendo, porque es la única manera de vernos como somos, qué hacemos, qué nos gusta. Los medios tienen que preguntarnos por nuestra opinión y no tiene que ser sobre asuntos islámicos, puede ser sobre cambio climático, Brexit o lo que sea.
Muneera: Quiero enfatizar sobre lo importante que es la multiplicidad. Hay gente que busca un portavoz de los musulmanes o de las mujeres musulmanas, pero no es cuestión de encontrar un prototipo. Los medios tienen que querer honestamente expresar las realidades de la gente. Poco a poco, hay algunos que lo están haciendo pero hay mucho camino por recorrer. El cambio viene cuando las organizaciones están lideradas por gente a la que representan.
¿Cuál es el conflicto entre el islam y la música?
Sukina: No hay conflicto ninguno. El problema surge en cómo se ha construido la idea de religión. El Corán es melódico, al igual que nuestros rezos. Tenemos una constante comunicación con Dios a través de distintas oraciones a lo largo del día. Desde este punto de vista, la música no debería ser algo aislado sino otra forma de diálogo con Dios. La diferencia entre lo sagrado y lo secular no existía tradicionalmente, ya que el arte solía estar presente en los aspectos de la vida de un musulmán.
¿Cuándo se produce esa división?
Sukina: Todo viene por la reinterpretación de los textos y su contexto. Según pasa el tiempo hay menos educación musulmana para entender el Corán, su significado y los porqués. Hay pasajes en los que el profeta Mahoma maldice a los instrumentos cuando se utilizan para distanciarse de Dios. Sin embargo, estamos en desacuerdo con la idea de que la música está prohibida si se usa para acercarse a él, para hacer el bien o hablar de justicia social.
Es cierto que en el islam la música es un terreno gris y no se afirma su permisibilidad al 100%. Pero hemos estado con expertos que nos han apoyado y nos lo han explicado. No tenemos nada en contra de otras opiniones pero creemos que la música no es algo prohibido.
¿Qué opinan del debate entre el musulmán “bueno” y “malo”?
Muneera: No soy yo quien tiene que resolverlo. Somos seres humanos, personas. Todos tenemos fases y yo tengo un barómetro personal que se corresponde con mi religión. A veces estoy a la altura y otras veces no, pero eso es algo humano. Hay que ser lo mejor que se pueda y tratar a la gente con respeto. Juzgar a las personas es algo que hacen muchos musulmanes y que va en detrimento a nuestro texto. Eso hay que dejárselo a Alá.
Sukina: Los musulmanes buenos son los que contribuyen y son beneficiosos, independientemente de la situación en la que se encuentren. Son los que intentan hacer el bien, ya que el islam no erradica tu cultura o identidad sino que te hace mejor. Hay que tomar esa idea en contra de ISIS y otros grupos que no son útiles ni siquiera para los musulmanes.
Muneera: Ellos especialmente no benefician a los musulmanes. Si miramos el número de muertes, la mayoría son musulmanes. ¿Quién sufre las consecuencias de lo que hacen y quiénes son culpados? Nosotros.