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Comienzan los Juegos de Sochi: no te manifiestes, no protestes y, si eres homosexual, disimula

Manifestación celebrada en el Día Internacional contra la Homofobia, en Rusia.

David Noriega

Los Juegos Olímpicos de Invierno 2014 comienzan oficialmente este viernes en Sochi. Y lo hacen rodeados de un ambiente mas caldeado del que están acostumbrados en la fría Rusia. Protestas, daños medioambientales, detenciones, represión, e incluso leyes homófobas, han acompañado a la antorcha olímpica por todo el mundo.

No es necesario ahondar demasiado en la Carta Olímpica para encontrar una contradicción entre las normas del COI y sus decisiones. Basta con leer hasta el artículo 6. En él se defiende que en el Movimiento Olímpico no tiene cabida “discriminación de ninguna clase”. Una discriminación que ha quedado patente en Rusia con la aprobación, en verano de 2012, de la ley “antipropaganda homosexual”.

Esta norma impide realizar “propaganda” de relaciones sexuales no tradicionales entre menores. En la práctica, implica la prohibición para parejas del mismo sexo de realizar actos tan cotidianos como, por ejemplo, cogerse de la mano o besarse en público, algo que podría acarrear penas de prisión. Es decir, “no hay ningún problema mientras no demuestres que eres gay”, afirma el vicepresidente del Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM), Ronny de la Cruz.

La portavoz de Human Rights Watch (HRW) en Moscú, Tanya Cooper, no ha dudado en afirmar que se trata de una norma “descaradamente discriminatoria”, por lo que ha pedido al Gobierno de Vladimir Putin que la “derogue inmediatamente”. Para De la Cruz, esto no es más que una forma de “legitimar la violencia que ya se sufría” y de provocar un aumento de las agresiones y el acoso contra este colectivo en un país donde, según las organizaciones LGTB, el 50% afirma haber sufrido acoso psicológico y el 15%, violencia física.

Esta situación ha creado malestar entre muchos deportistas pero, sobre todo, entre los homosexuales. Entre otras muestras y reacciones, los padres de la atleta australiana Belle Brockhoff manifestaron su preocupación por la seguridad de su hija, el neozelandes Blake Skjellerup se ha propuesto desafiar a Putin portando un símbolo con los colores del arcoíris y el patinador Johnny Weir ha optado por no acudir.

“El Gobierno ha dicho que los atletas no tendrían ningún problema”, ha resaltado el responsable del equipo de Rusia de Amnistía Internacional, Josep Robert Mallafrè. No obstante, ha reconocido que lo que vaya a ocurrir con los deportistas que realicen lo que Putin considera “propaganda homosexual” (como es la intención de Skjellerup) es “la incógnita”, ya que “la ley rusa es muy clara”. Por ahora, el primero en desafiar la norma ha sido el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, al animar a “alzar la voz” contra cualquier tipo de discriminación homosexual.

Representación institucional “de bajo calado”

Las protestas que se han ido produciendo durante los últimos meses y, especialmente a lo largo de esta semana, en todo el mundo pretenden poner de manifiesto la situación del colectivo en el país y “lanzar un mensaje de ánimo a las organizaciones rusas LGTB”, ha explicado la presidenta de la Federación Española de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), Boti García. Además, han reclamado que la representación institucional en la ceremonia de inauguración sea “de muy bajo calado”. Es decir, sin presidentes, primeros ministros o ministros.

Barack Obama no pisará Sochi este viernes, y Estados Unidos romperá así la tradición de enviar a este tipo de actos a presidentes, antiguos presidentes o primeras damas. Además, ha optado por enviar en la delegación americana a deportistas abiertamente homosexuales. Tampoco estarán en Rusia el presidente francés Françoise Hollande, ni su homólogo alemán, Joachim Gauck, al igual que el primer ministro inglés, David Cameron. En el caso de España, ni Rajoy ni el ministro de Deporte, José Ignacio Wert, seguirán la celebración en directo, ya que es el secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, quien se encuentra en la ciudad rusa.

La vicepresidente de la Comisión Europea y comisaria de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía, Viviane Readin, será otra de las personalidades que no se dejarán ver por la villa olímpica por el “trato a las minorías en la legislación rusa”. El ministro de Sanidad noruego, Bent Hoie, sí acudirá a los Juegos Paralímpicos, que también se celebrarán en Sochi, acompañado de su marido.

No son los derechos de los homosexuales los únicos que traen de cabeza a las organizaciones internacionales de derechos humanos. “Lo que más nos preocupa es la involución que ha habido desde la llegada de Putin, con una serie de iniciativas legislativas que reducen o hacen mucho más difícil acceder a la libertad de expresión, reunión y manifestación”, explica Mallafrè.

Desde el Comité Olímpico Español han preferido centrar su atención en el deporte –la competición comenzó este jueves– y no manifestarse sobre las vulneraciones de derechos humanos en Rusia. “No tenemos ninguna opinión. El equipo viene aquí a competir”, han sentenciado. En una entrevista en El Mundo, el abanderado español de los Juegos ha recomendado a los gais que “se corten estos días”.

“Quédate en casa”

Por ejemplo, aunque las protestas estén autorizadas, “se disuelven de manera violenta”, y, si los asistentes superan las expectativas de los organizadores, estos son detenidos y “pueden terminar en la cárcel por periodos de entre 5 y 6 años”, y hasta ser “obligados a sufrir un tratamiento psiquiátrico forzoso”, como ocurrió con Mijail Kosenko, relata el portavoz de Amnistía Internacional. Para él, el mensaje que pretenden mandar las autoridades es claro: “Quédate en casa, no te expreses, no te reúnas, no te manifiestes”.

Esto, unido a que las difamaciones y las declaraciones que puedan ofender el sentimiento religioso han pasado de considerarse una falta administrativa a un delito penal –lo que en la práctica conlleva una amenaza velada contra cualquier crítica al Gobierno­–, ha puesto también en tela de juicio la libertad de prensa en Rusia. “Han sido detenidos periodistas y activistas que han intentado arrojar luz sobre las denuncias de corrupción y abusos contra los derechos humanos”, denuncia Cooper. “Sin duda, es un entorno de trabajo desafiante”, lamenta.

Por si todo esto fuera poco, la construcción de las infraestructuras necesarias para la celebración de estos Juegos Olímpicos de Invierno también ha traído cola. Greenpeace ha denunciado los daños medioambientales ocasionados durante el acondicionamiento de la ciudad y, según Amnistía Internacional, varios grupos de activistas han sido detenidos y arrestados cuando se disponían a protestar en las inmediaciones de Sochi.

Otra zona caliente debido a la gestión de los derechos humanos por el anfitrión olímpico es el Cáucaso Norte. “Alrededor de las operaciones de seguridad se producen detenciones forzosas, sin que medie una orden ni se tenga después notificación”, y “por ser disidente o sospechoso te pueden detener, torturar, maltratar y asesinar”, afirma Mallafrè.

Putin, la barrera entre la verdadera Rusia y el corrosivo Occidente

Cáucaso aparte, para HRW la represión de las libertades civiles se ha recrudecido en Rusia a raíz de los años 2011 y 2012, cuando “el Kremlin desató una represión sin precedentes contra los derechos humanos básicos y el activismo cívico que no se veía desde la URSS”. Fue precisamente en 2012 cuando Putin se presentó a las elecciones presidenciales, que provocaron protestas por las acusaciones de fraude en el proceso electoral que le otorgó la victoria.

Eso “mostró que ya no tenía el apoyo mayoritario de la población rusa”, destaca Cooper, “por lo que trata de recuperar su posición apelando a la población conservadora” y “retratándose como la única barrera entre la 'verdadera' identidad rusa y los valores y la influencia del corrosivo Occidente”.

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