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Las lecciones que deja el peor brote de ébola de la historia

Ciudadanos liberianos sostienen carteles con mensajes de "Liberia libre del ébola" durante una celebración por la declaración del fin del brote en el país. | Efe

Laura Olías

  • Especialistas en el virus del ébola explican algunas de las claves de la epidemia que acaba de concluir: la falta de una acción temprana fue uno de los principales errores

Adiós al ébola. Era la despedida más esperada en Liberia, Sierra Leona y Guinea, los tres países más tocados por el virus en este último brote, el peor desde que fue descubierto en 1976. Este jueves la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado a Liberia exenta del virus y con este anuncio se da por terminada la epidemia que ha colapsado estos tres estados de África Occidental en los últimos dos años. 1.315 personas han muerto a causa de la enfermedad; en las epidemias precedentes los fallecidos se contaban en cientos.

El descontrol que vivieron miles de comunidades y las consecuencias que ha dejado el paso del virus urgen a hacer balance de cómo se actuó, para lograr una respuesta más eficaz en el futuro. La primera lección que deja el ébola es la prudencia. La OMS ha decretado el fin del brote, al cumplirse los 42 días desde que el último caso dio negativo dos veces consecutivas en los análisis que evidencian la presencia del ébola en la sangre. Pero el virus puede reaparecer.

Liberia, por ejemplo, ha tenido dos rebrotes después de ser declarada libre del virus por la OMS. Varios estudios científicos han confirmado por primera vez en esta epidemia que el virus puede persistir hasta 12 meses en el semen de supervivientes. La OMS ha advertido por ello de que hay riesgos de que haya más casos en los próximos meses y ha pedido mantener las alertas en los países afectados. Sierra Leona, Guinea y Liberia están inmersas en la actualidad en un periodo de 90 días de vigilancia sanitaria reforzada para garantizar una rápida identificación de posibles rebrotes.

Lenta respuesta internacional

Otra de las conclusiones de esta epidemia, que han reconocido desde la OMS y denunciado numerosas organizaciones humanitarias, es la tardía reacción de la comunidad internacional. “La respuesta internacional llegó muy tarde, cuando surgieron los primeros casos de contagio entre el personal internacional”, afirma Luis Encinas, especialista de ébola de Médicos Sin Fronteras (MSF).

En Médicos del Mundo disparan la misma crítica: “Tardamos casi un año en tomar una actitud seria para proteger a toda la población mundial. Cuando respondimos, en un mes se pasó de los 1.000 casos de hospitalización a la semana a unos cien. Se podía haber hecho antes, en marzo o abril, y hasta octubre/noviembre no hubo una respuesta a gran escala para frenar el virus”, dice José Félix Hoyo, cooperante en Sierra Leona durante la epidemia y responsable de Operaciones internacionales de Médicos del Mundo (MdM).

Ambos profesionales destacan una rápida respuesta, con los recursos necesarios, para “romper el círculo de contagio desde el minuto cero”. Para ello, José Félix Hoyo subraya la importancia de eficaces sistemas de alarma, “que deberían existir en todo el mundo, pero en estos países no existía y en muchos otros de África tampoco”, lo que impide la detección temprana de epidemias de este tipo. Desde MSF defienden además la necesidad de que exista un grupo transnacional “de investigación y de respuesta rápida para este tipo de casos, que dependa de la OMS”, añade Encinas.

“África no está tan lejos”

Aunque la epidemia afectó sobre todo a Guinea, Liberia y Sierra Leona, que concentraron casi la totalidad de los más de 28.600 casos de contagio, el ébola llegó a España, Estados Unidos, Reino Unido y otros países alejados del foco del virus. Varios cooperantes que se vieron infectados debido a su trabajo en África Occidental fueron repatriados a sus países de origen. El ébola viajó y en España se registró el primer contagio conocido del virus fuera de África, con la infección de la enfermera Teresa Romero. Cuando surgió este caso, España había enviado únicamente 660.000 euros de ayuda internacional contra el virus. El problema estaba lejos, y se acercó de repente. Fue entonces, cuando la información sobre el virus ocupaba todas las portadas nacionales, cuando el Ejecutivo aprobó una partida de fondos de un total de 12 millones extraordinarios para paliar el brote en el origen.

“Lo que creo que ha dejado claro esta epidemia es que África no está tan lejos. Que hay enfermedades que aunque afecten a lugares que están olvidados y parecen lejanos, no se pueden dejar de lado porque la seguridad en la salud global es algo que nos afecta a todos. La desigualdad en los sistemas de salud nos perjudican a todos”, dice José Félix Hoyo.

El peligro de los sistemas sanitarios débiles

Los tres países africanos más afectados tuvieron que hacer frente al ébola con unos sistemas de salud precarios, sin la capacidad de poner freno a la epidemia. “En Sierra Leona, el gasto anual sanitario por persona es de unos 9 euros y en España sobrepasamos los 1.300. El Objetivo de la OMS es de unos 90 euros por persona y año para que los sistemas públicos tengan una mínima capacidad de respuesta que garantice los derechos humanos”, apunta el especialista de MdM.

Desde Médicos Sin Fronteras alertan de la necesidad de reconstruir los sistemas de salud de los países afectados, que se han quedado aún más debilitados en estos dos años. “Hay como un efecto post-tsumani tras el ébola: la confianza de la población en la sanidad está a cero, más de 800 personas del ámbito sanitario resultaron afectadas y unas 500 han fallecido. La reconstrucción es fundamental para que esto no vuelva a suceder”, dice Luis Encinas.

Hoyo destaca que, además, el fortalecimiento de los sistemas sanitarios habría sido más barato que el gasto para afrontar este brote. “La respuesta a esta epidemia ha costado más de 6.000 millones de euros y mejorar los sistemas sanitarios de Liberia, Guinea y Sierra Leona lo suficiente para que no hubiera ocurrido un brote de estas características nos habría costado 1.500 millones”, apunta el responsable de Médicos del Mundo.

Más investigación que nunca

Esta epidemia también ha sido un punto de inflexión en el conocimiento del ébola y en la investigación para combatirlo. Aunque por el momento no existe un tratamiento de cura del virus, sí se han registrado importantes avances en la prevención, con una vacuna que ha llegado a tener una efectividad del 100% en su estudio en Guinea. “El ébola se conoce desde hace 40 años y hemos avanzado más en un año que en los últimos 40”, dice José Félix Hoyo.

En Médicos Sin Fronteras celebran los avances médicos, que han tenido un crecimiento sin precedentes en las décadas anteriores, cuando el virus mataba a cientos de personas en África. “Se ha comprobado la importancia de la investigación, se pasó del poco interés a encontrar una vacuna en tiempo récord”, dice Encinas.

Hoyo recuerda que más allá del ébola hay otros virus muy letales que no cuentan con estudios para combatirlos. “Otro filovirus, el marburg, es más agresivo que el ébola. No hay vacuna ni tratamiento para él. Es un ejemplo de otros virus que dependerán de las alarmas tempranas y la investigación y eso es responsabilidad de todos”.

Los desafíos de los supervivientes

Las organizaciones humanitarias indican que la reconstrucción de los países afectados debe poner una especial atención en los supervivientes del ébola. Un estudio de Médicos del Mundo en el distrito de Koinadugu, en Sierra Leona, indica que el 90% de los supervivientes perdieron a familiares durante el brote. De media, cada uno ha perdido a cinco de ellos.

Además, un 74% de los hogares afectados por la enfermedad salieron del brote sin el cabeza de familia, lo que dificulta el mantenimiento de la economía familiar. Algunos jóvenes han tenido que dejar sus estudios para contribuir en casa y eso marcará el futuro de estas comunidades.

Según Unicef, cerca de 23.000 niños salen de esta epidemia sin uno o ambos progenitores. Garantizar el cuidado y la educación de las próximas generaciones de los paises afectados es otro de los retos que deberán afrontar estas regiones. “El estigma de los supervivientes es otro ámbito que combatir, hay vecinos que no quieren tener contacto con supervivientes”, añade Luis Encinas (MSF).

Otras enfermedades y controles sanitarios han quedado en suspenso durante la epidemia. “El sistema de vacunación se ha congelado y también las identificaciones por nuevos casos de VIH”, añade Encinas. José Félix Hoyo recuerda que las consecuencias ya se han empezado a experimentar: “La mortalidad sobreañadida por otras enfermedades es todavía mayor que las víctimas del propio ébola. Es parte de los daños colaterales que supuso de pérdida de asistencia a los centros sanitarios, por la falta de confianza de la población y de recursos para atenderlos”. Las muertes por malaria han sido mayores que las de ébola durante estos años, según indicó un estudio de la revista The Lancet.

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