Ser menor, palestino y juzgado ante un tribunal israelí
Ubaida Ayesh (de 7 años). Islam Zeitun y Udai Rayabi (ambos de 9). Los tres niños, residentes del barrio de Siluán en Jerusalén, fueron detenidos por las fuerzas israelíes en 2014 según los datos de la ONG Wadi Hilwe Information Centre, que cifra en 700 los menores arrestados en Jerusalén el año pasado. Las organizaciones internacionales alertan del aumento de detenciones de niños palestinos y de los casos de malos tratos bajo custodia. Además, los menores arrestados en Cisjordania comparezcen ante juzgados militares, algo que vulnera las garantías reconocidas en la Convención de Derechos de la Infancia.
Ver a policías encapuchados con pasamontañas, dotados de armas cada vez más potentes y sofisticadas, se ha convertido en un fenómeno tristemente frecuente desde comienzos de año. En lugares como Israel, Cisjordania y, sobre todo, Jerusalén oriental, esta visión no solo es frecuente sino cotidiana, a veces diaria. Ya no solo por las posibles operaciones antiterroristas que puedan tener lugar por parte de las fuerzas de seguridad israelíes; también para hacer frente a disturbios y manifestaciones o para efectuar detenciones de palestinos sospechosos de haber cometido algún delito. Muchos de ellos son menores y la familiaridad con la que se percibe su arresto, sí marca una diferencia con el otro lado de la ribera.
Según un informe elaborado por la ONG Wadi Hilwe Information Centre, situada en el conflictivo barrio de Siluán en Jerusalén (en el este de la ciudad, zona ocupada por Israel y adyacente al complejo de Haram el-Sharif), el año 2014 registró un aumento notable en el número de detenciones aleatorias de palestinos practicadas por parte de las fuerzas de seguridad israelíes.
Según las estadísticas de esta organización, los arrestos en Jerusalén –donde los palestinos no cuentan con un estatus de ciudadanía plena, pero sí de residencia, lo que les da derecho a disfrutar de beneficios sociales y ciertas garantías jurídicas– ascendieron a más de 2.250. De ellos, 700 fueron menores de 18 años. De esta cantidad, 70 solo tenían 13, o incluso menos, como Ubaida Ayesh o Islam Zeitun y Udai Rayabi.
Aquí las fricciones son frecuentes entre los cientos de colonos que se han instalado en este barrio árabe y las decenas de miles de palestinos que allí habitan desde antes de 1967, año en que Israel desplegó sus tropas tras ganar la guerra de los Seis Días.
Detenciones que vulneran la legalidad internacional
Pero para algunas organizaciones internacionales como Unicef, estas detenciones de menores podrían incurrir en varias ilegalidades. Entre ellas, el hecho de que los niños arrestados en Cisjordania comparezcan ante juzgados militares. “Por principio, los niños no deben ser juzgados ante la magistratura militar, dado que ésta no ofrece las garantías jurídicas que establece la Convención de Derechos de la Infancia”, comenta la portavoz de esta agencia de la ONU en Jerusalén, Catherine Weigel.
“Israel es el único país del mundo que sistemáticamente procesa a menores ante tribunales militares”, señala Weigel para el caso de Cisjordania, donde incluso existe desde el año 2009 un tribunal militar juvenil. En cambio, en Jerusalén Oriental son juzgados ante tribunales civiles, “lo que les otorga un nivel de protección mayor”, asegura.
El caso de la niña Malak al-Jatib, de 14 años y residente del pueblo cisjordano de Beitin se ha convertido en las últimas semanas en un icono de la lucha contra las detenciones a menores por parte de Israel. Fue condenada a dos meses de prisión por un tribunal militar israelí tras haber querido lanzar presuntamente una piedra contra unos colonos y estar en posesión de un cuchillo con intención de atacar a soldados, según dijeron entonces las autoridades hebreas. Acusación que su padre siempre negó, afirmando que su hija confesó los cargos de los que se le acusaba bajo presión de las fuerzas de seguridad. La adolescente tuvo que cumplir con la correspondiente pena de privación de libertad y pagar una multa de 1.500 dólares.
Según esta portavoz de Unicef, la diferencia entre Cisjordania y Jerusalén también se aprecia en el ámbito de los posibles malos tratos que puedan llegar a sufrir los menores durante el período de detención. “Una investigación nuestra de 2013 demuestra cómo el sistema de detención militar israelí presenta un patrón de malos tratos hacia los menores”, continúa Catherine Weigel. Las primeras 48 horas son las más susceptibles de presentar este tipo de prácticas (el tiempo que va desde el momento de la detención –tras la que tiene lugar el interrogatorio por parte del Shabak o servicio de seguridad interior o por la Policía Nacional– y antes de que tenga lugar el correspondiente traslado a prisión).
En 2013 y hasta septiembre de 2014 Unicef recogió los testimonios de 208 menores palestinos que aseguraron haber sufrido malos tratos durante las primeras horas de su arresto. La mayoría de ellos (171) afirmaron haber sido objeto de violencia física y más de la mitad (144) sufrir intimidaciones o abusos verbales. Un porcentaje menor (63) constató haber sido obligado a firmar una confesión en hebreo (lengua que en ocasiones no entienden) y otros 28 atestiguan haber estado en celdas de aislamiento.
La ONG Wadi Hilweh Information Center va incluso más allá en sus conclusiones. Afirma que las autoridades israelíes violan las leyes y reglamentos internacionales en materia de detención y custodia de menores. Aduce que en cumplimiento de la legalidad internacional, todo arresto en frío debería tener lugar en función de una orden judicial previa, a menos que la persona haya cometido una ilegalidad flagrante delante de las propias fuerzas de seguridad. Sin embargo, en gran parte de los supuestos registrados en Jerusalén Oriental y Cisjordania, tal misiva no existe.
Arrestos que violan la ley israelí
Igualmente aseguran que estas detenciones no solo atentan contra la legalidad internacional, sino también contra la propia ley israelí. Según apuntan sus portavoces, la mayoría de las detenciones se realizan entre las 3 y las 6 de la madrugada, mientras que en el artículo 9 de la Ley de Menores israelí se recoge que cualquier menor de 14 años de edad solo debe ser interrogado entre 7 de la mañana y las 8 de la tarde. Este horario se amplía hasta las 10 de la noche en el caso de los menores que tienen entre 14 y 18 años. Asimismo, la ley también contempla que el menor de edad no debe ser esposado si es posible controlar su detención, y que los menores de 12 años no deberían ser arrestados por fuerzas policiales bajo ninguna circunstancia.
Otra práctica policial contraria al ordenamiento jurídico local, según fuentes del Wadi Hilweh Information Center, es que en la mayoría de las detenciones de menores la familia del detenido no suele tener acceso a la orden de arresto que debe mostrar por qué se le ha detenido. De acuerdo a las leyes israelíes, los padres deben ser informados inmediatamente después de la detención del niño, se les debe proporcionar una copia de dicha orden y se les debe informar de dónde se encuentra, algo que normalmente no ocurre en tiempo real. A menudo tardan días en comunicárselo a los parientes.
La detención y el juicio de la joven Malak al-Jatib fueron recordados el pasado fin de semana en la movilización convocada por el Ministerio de Asuntos de la Mujer de la Autoridad Nacional Palestina y la Unión General de Mujeres frente al control fronterizo de Qalandia (entre Jerusalén y Ramala), con motivo de la celebración del Día Mundial de la Mujer.
Malak estuvo en las mentes de muchas de las mujeres que asistieron a la concentración, pero también el de otras adolescentes que no corrieron la misma suerte y aún siguen encarceladas, por ejemplo, Dima Qunbar, de 17 años. Sigue detenida en una prisión israelí bajo la acusación de intentar apuñalar a un agente de la Guardia de Fronteras en la ciudad vieja de Jerusalén en enero de 2014. Entonces tenía 16 años.