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Los líderes mundiales dejan en un cajón las vulneraciones al Derecho Internacional Humanitario

Fotografía tomada el pasado 28 de abril en la que se registró a un par transeúntes al recorrer el lugar de varios ataques aéreos en Alepo (Siria).

Laura Olías

Era una cita única. Nunca antes había tenido lugar una Cumbre Mundial Humanitaria y las organizaciones sociales indicaban que el momento era el propicio para celebrar la primera. Un encuentro de alto nivel que reuniera a los líderes mundiales para buscar soluciones a una de las mayores crisis humanitarias de la historia, con un récord de 125 millones de personas que requieren asistencia para vivir. Uno de los principales retos pendientes ha quedado en el tintero “sin ninguna medida concreta”, denuncian las ONG: las vulneraciones del Derecho Internacional Humanitario (DIH) manifestado en los repetidos ataques a hospitales y a civiles, entre otras acciones.

“En el tema normativo sobre derecho humanitario y de refugiados sí, la cumbre ha sido una oportunidad perdida”, lamenta Paula San Pedro, responsable de Incidencia en Ayuda Humanitaria de Oxfam Intermón. Antes de acudir a la Cumbre, San Pedro señalaba la importancia de que los estados revalidaran su compromiso con el Derecho Internacional Humanitario, que vela por el cumplimiento de unas reglas mínimas en los conflictos armados que protejan a los civiles. “Han salido en las conversaciones muchas cosas pero, si hablamos puntos de acción concretos, no hay objetivos muy claros”, reconoce también Barbara Mineo, representante de la Coordinadora Española de ONGD en la cita internacional.

La Cumbre Mundial Humanitaria, celebrada el 23 y 24 de mayo en Estambul, ha llegado a algunos logros, indican desde la sociedad civil. Entre ellos, reconocer la importancia y dar un espacio importante de comunicación a las organizaciones locales, que son las primeras en atender en una emergencia y las que pueden jugar un rol más eficaz en la prevención. Además, aunque los compromisos financieros concretos se han quedado en apuestas aisladas de algunos países, el 'Grand Bargain' que salió adelante “es muy relevante, porque pretende ahorrar mil millones de euros al sistema humanitario, que la ayuda sea multianual y más flexible, y dar más peso a los actores locales”, destaca San Pedro.

El balance, no obstante, se vuelve amargo porque muchas voces exigían un nuevo compromiso urgente con el Derecho Internacional Humanitario. “Las violaciones nunca han sido tan obvias”, denuncian en Médicos Sin Fronteras (MSF). No faltan ejemplos: las víctimas de las armas imprecisas (y denunciadas por las ONG) en los conflictos, como las bombas de barril en Siria; los ataques a instalaciones de civiles como escuelas, como las bombardeadas por Israel en su ofensiva sobre Gaza en el verano de 2014; las casi 9.000 víctimas civiles en el conflicto de Yemen desde su inicio hasta este marzo: 3.218 asesinados y 5.778 heridos, la mitad responsabilidad de la coalición árabe liderada por Arabia Saudí, según la ONU.

Médicos Sin Fronteras, pese a haber participado en los casi dos años de preparación de la Cumbre, no acudió a la reunión internacional convocada por la ONU. Su denuncia radicaba precisamente en que la ONG consideraba que no se iban a tratar las vulneraciones de derechos en los conflictos armados como merecían, entre otras cuestiones. En lo que va del 2016 han tenido lugar 14 bombardeos o incidentes en 10 establecimientos de salud apoyado por MSF en Siria y Yemen. En octubre de 2015, un bombardeo estadounidense a su hospital en Kunduz, Afganistán, dejó al menos 30 muertos y multitud de heridos.

El ataque de EEUU al hospital de Kunduz ha quedado como símbolo de una de las principales denuncias de las organizaciones humanitarias: no solo se vulnera la ley internacional atacando estas instalaciones sanitarias sino que, cuando ocurre, la comunidad internacional no se moviliza para sancionar a los responsables. “Aunque legalmente exista un mecanismo para ello”, recuerda Mónica de Castellarnau, asesora de Asuntos Humanitarios de MSF.

Médicos Sin Fronteras ha reclamado, tanto en el caso de Kunduz como en otro ataque a un centro sanitario en Yemen que se investigue mediante una Comisión Internacional Humanitaria de Investigación (International Humanitarian Fact-Finding Commission, por su nombre en inglés). Se trata de un organismo para velar por el cumplimiento del derecho humanitario internacional, “pero nunca se ha aplicado y es que para ello es necesaria la autorización de los presuntos perpetradores, en este caso Estados Unidos y Yemen. Algo que es casi imposible que ocurra. En nuestro caso ni nos han respondido y no tiene obligación de hacerlo”, continúa Mónica de Castellarnau.

Todas estas carencias y otras, como la ineficacia de las “zonas de seguridad” para proteger a los civiles en las guerras, no han sido abordadas. “Ni se ha reafirmado el Convenio de Ginebra, ni el DIH, ni lo han implementado nuevos países...”, critica Paula San Pedro entre las medidas que podrían haberse abordado. En MSF señalan dos fundamentales: “Un mecanismo eficaz de rendición de cuentas y un gran compromiso político, que los líderes mundiales reafirmen que todavía te creen en el DIH, porque los hechos demuestran lo contrario”, añade de Castellarnau.

Falta de voluntad política

Ambas portavoces destacan la “falta de voluntad política” en un hecho que denunció en su discurso el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon: la ausencia de los principales dirigentes de los países que acudieron a la Cumbre. La canciller alemana, Angela Merkel, fue la única líder del G7 –el club de los Estados más industrializado del planeta– y, de las delegaciones de 173 países presentes, solo 55 eran representados por jefes de Estado o de Gobierno, en su gran mayoría procedentes de África y Asia“.

“En este sentido vemos que hay una diferencia con lo que se ha conseguido con la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), a la que acudían los principales líderes. Esta cumbre humanitaria ha reflejado que aún queda mucho camino por recorrer”, indica Barbara Mineo.

La falta de compromisos concretos ha caracterizado también el objetivo de las personas desplazadas. En la mayor crisis de asilo desde la Segunda Guerra Mundial, los estados no han acordado medidas concretas que avancen para solucionar la vida de más de 60 millones de personas desplazadas en el mundo, indican en las ONG. La UE llegaba a la reunión tras firmar su pacto con Turquía para devolver refugiados a suelo turco, un “referente muy peligroso” para el futuro de los refugiados en todo el mundo, advierten en Intermón Oxfam.

“Los países no han hecho un compromiso claro en asilo, parecía que cada estado decía 'ahora les tocaba a los demás': Turquía señalaba a la UE. Kenia decía que si la UE no lo acoge, pues yo tampoco... Nadie habló del derecho al trabajo de los refugiados, ni de ampliar el Convenio de Ginebra con nuevos países somo Turquía o Jordania”, critica Paula San Pedro.

Las ONG consultadas indican que, aunque en la Cumbre Mundial haya quedado reflejado el poco interés de los estados en revisar su compromiso con el derecho internacional, la sociedad civil debe presionar a sus gobernantes en este sentido. “Lo que está en juego es el mínimo de humanidad que debe haber en un conflicto. Estamos presenciando un derrumbamiento de los marcos legales en los que amparan la ayuda humanitaria. No se respeta desde hace mucho pero nunca había sido tan obvio. Y, por otro lado, tampoco se está defendiendo la ley del refugio, para que las víctimas puedan huir y ser protegidas. Se está viniendo abajo por países que lo defendieron en su día, lo que invita al resto del mundo a hacer lo mismo”, zanja de Castellarnau.

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