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Entrevista Comisionada adjunta de la UNRWA

Natalie Boucly: “En Gaza no estamos en medio de la selva para entregar la ayuda por paracaídas”

Natalie Boucly en la sede de la UNRWA en la capital jordana, Ammán.

Ana Garralda

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Con 25 años de experiencia internacional en zonas de conflicto y postconflicto como Haití, Sudán, República Central Africana o Kosovo, Natalie Boucly comenzó su carrera en Naciones Unidas trabajando para organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) o la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 

Abogada de formación, esta franco-italiana políglota (domina el español, el alemán o el ruso, habla con fluidez bosnio, croata, inglés, francés, italiano o serbio) es la comisionada adjunta de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) desde 2022.

La número dos de esta agencia tiene un amplio bagaje como mediadora experta en iniciativas de construcción de paz en contextos políticamente frágiles y sensibles. Gaza es, sin duda, uno de ellos, si bien la UNRWA también trabaja con refugiados palestinos en Siria, Líbano, Jordania, Cisjordania o Jerusalén oriental. Boucly ha estado recientemente en la Franja y señala el anacronismo del bloqueo impuesto sobre el territorio palestino desde el pasado mes de octubre, “un modo medieval de conducir unas hostilidades”, en su opinión.

La semana pasada Israel mató a siete miembros de la ONG World Central Kitchen en Gaza. ¿Cómo valora este ataque?

Es una tragedia injustificable que muestra nuevamente las circunstancias casi imposibles en las que operan los trabajadores humanitarios, arriesgando su vida todos los días para salvar las de otros. ¿Cómo trabajar en un ambiente en el que no se respeta el derecho internacional? ¿Cómo prevenir una hambruna cuando Israel no facilita el acceso humanitario en cantidades suficientes, sabiendo que casi toda la población de Gaza depende de ella? ¿Cómo cumplir con las medidas de la Corte Internacional de Justicia?

Por otro lado, no olvidemos que UNRWA también ha perdido a 177 colegas desde el inicio del conflicto. ¿Cuántos más deben morir antes de parar esta locura? Es imperativo un alto el fuego. 

El Gobierno israelí anunció recientemente que no iba a permitir el acceso de convoyes humanitarios de la UNRWA al norte. ¿Sigue sin poder acceder?

En los últimos días, cada vez que hemos solicitado el envío de ayuda al norte ha sido denegada. Es grave, porque aunque no somos los únicos que trabajan en Gaza, sí somos de lejos el actor principal y la columna vertebral de las operaciones humanitarias. Por supuesto, tenemos otras agencias de la ONU y otros actores, pero tendrían mucha dificultad para operar sin nosotros. De hecho, contribuimos con todos nuestros activos para apoyar a los demás. Hablo de la recepción de la ayuda, de su almacenamiento, de la distribución, la logística, la coordinación, la aceptación que tenemos entre la comunidad. Todavía contamos con 3.000 empleados que trabajan cada día en Gaza cuando las otras agencias de Naciones Unidas tienen, en total, a unos 240 o 250.

Veremos cómo se desarrollan las cosas, especialmente porque recientemente el Consejo de Seguridad [de la ONU] aprobó una resolución para un alto el fuego. Durante la anterior tregua sí pudimos ir al norte. Ahora han pasado muchos meses, la destrucción es enorme y allí hay una situación de hambruna, o cercana a la hambruna. Debemos insistir en tener los accesos a las carreteras abiertos y permitir que la ayuda llegue para poder salvar vidas. 

En estas circunstancias, ¿qué le parece la entrega de la ayuda desde el aire?

Debido a la desastrosa situación de Gaza, toda la ayuda es bienvenida, pero tenemos enormes obstáculos. No solo es que llegue, también hay que distribuirla dentro. Por tanto, la manera más eficaz, la menos costosa, la más rápida y la más segura es hacerlo por tierra. 

En Gaza no estamos en medio de la selva como para depender de las entregas por paracaídas como, por ejemplo, pasa en África, donde sí se hacen lanzamientos aéreos en coordinación con los gobiernos o los grupos armados del lugar. En ese sentido, Israel, como poder ocupante en Gaza tiene una responsabilidad hacia la población ocupada, por eso cada vez que nos movemos, coordinamos nuestros movimientos con las partes involucradas, si no seríamos atacados constantemente como ya nos ha pasado a nosotros y a otras organizaciones.

En el lado egipcio de la frontera con Gaza, decenas de camiones siguen parados con toneladas de suministros…

Sí, porque los procesos de verificación son extremadamente largos ya antes de que la ayuda entre, especialmente por parte de las autoridades israelíes. Hay verificaciones también del lado egipcio, pero las israelíes son muy, muy complicadas. Sucede cuando, por ejemplo, encuentran un artículo que no está autorizado porque está en una lista de los llamados 'artículos de doble uso' [que pueden ser utilizados con fines militares], sin que tampoco sepamos qué contiene esa lista exactamente. Por el momento, todo lo que contenga metal o madera es rechazado. Por ejemplo, las tijeras quirúrgicas están prohibidas, también las que van en los kits de juego para los niños o incluso las muletas. En ese caso todo el camión es devuelto, con todo, así que hay importantes retrasos por esto. 

Por otro lado, una vez superado ese obstáculo y ya dentro de Gaza, hay una quiebra de la ley y el orden. La gente está saqueando los camiones a través de bandas armadas. Es la anarquía, básicamente. Además, están los constantes bombardeos, por eso después de que se aprobase un nuevo alto el fuego, lo que esperamos es que Israel lo respete y que traiga una cierta calma para que las personas sepan que realmente recibirán ayuda a gran escala.

Ha estado recientemente en la Franja. ¿Cómo describiría lo que ha visto?

He tenido ocasión de ver Gaza antes y después de la guerra, aunque esta vez solo pude visitar el sur, [la localidad de] Rafah y llegar hasta Jan Yunis. Lo que vi fue impactante para mí, más allá de la inseguridad, de los bombardeos, del sufrimiento y del miedo que la gente tiene y el hambre que algunos expresan. 

Me impresionó la situación sanitaria. Hay muchísimas personas que se amontonan unas casi encima de las otras en un tramo de tierra muy estrecho. Pensemos que Rafah era una ciudad para 280.000 personas. Ahora hay 1,4 millones. En total hay 1,7 millones de desplazados en toda la Franja, casi como todos los residentes de la ciudad de Barcelona, así que la gente malvive en las tiendas de campaña en condiciones indecentes, sin privacidad, sin dignidad, con una ducha para 5.000 personas o un baño para 800 ó 900. Es literalmente un nido de enfermedades en cuanto que no hay recogida de desechos sólidos, son aguas residuales abiertas, todo va al mar. Me impactó el olor y las condiciones sanitarias de la gente, especialmente de las mujeres

¿Por qué particularmente de las mujeres? 

Al ser mujer, pude acceder a ellas de una manera que un hombre no podría. Tienen escasez de todo tipo de cosas para su higiene, por ejemplo compresas, y no solo afecta a las refugiadas, sino también a nuestras empleadas, que son una parte importante de nuestro personal. Yo misma, como mujer, llevé kits de higiene para ellas. Lo que vi es que son ellas quienes cuidan de la familia. Pueden estar embarazadas, o tener hijos y además cuidar de sus padres, de los adultos. De hecho, son las personas que ves en los centros de salud. 

¿Queda algún centro médico de la UNRWA operativo en Gaza?

UNRWA tiene ocho centros de salud operativos, donde de media realizamos al menos 10.000 consultas por día, ya sea por médicos o por enfermeras. Antes teníamos 24, hoy solo ocho, de los que dos están en Rafah, uno en Jan Yunis y otro en el norte. Igualmente tenemos equipos sanitarios móviles que realizan entre 10.000 y 13.000 consultas diarias.

Tuve ocasión de visitar uno de ellos y de hablar con varias doctoras. Se quejan de que no hay electricidad y apenas material médico. Para las mujeres es especialmente difícil soportar, tanto física como mentalmente, la carga de esta guerra. Y esto por no mencionar la cuestión de la privacidad, especialmente por la noche, dentro de esas tiendas. Quién sabe lo que debe estar ocurriendo en términos de protección. Estamos trabajando en ello, con mujeres y niñas, especialmente las niñas.

Usted está hablando de abusos…

Sí, por supuesto. Vamos a ver muchos casos de abusos una vez que esto termine…

Estados Unidos aprobó la suspensión de los fondos que anualmente destina a la UNRWA después de que Israel acusase a una docena de sus empleados de haber participado en la masacre del 7 de octubre. ¿Qué supone esto para ustedes?

La noticia fue un shock porque la aportación de Estados Unidos representa más de la mitad de nuestra financiación. Sin duda nos impactará y tendremos que hacer planes de contingencia. 

Además, a raíz de aquello, 16 países suspendieron o congelaron sus contribuciones. Muchos de ellos las retomaron y otros están esperando a los resultados de la investigación. Y, por cierto, aún no hemos visto evidencia alguna de las acusaciones: ni vídeos, ni fotos, ni testimonios, nada.

Sí hay un informe preliminar que no ha sido compartido con nosotros, pero sí con algunos países. Todo dependerá de lo que ocurra en los próximos meses, pero algunos países como España, Portugal, Eslovenia, Malta, Irlanda, Noruega y Qatar, han reforzado su apoyo porque entienden que somos una agencia de la ONU y que, sin nosotros, miles y miles de personas estarían al borde de una hambruna, la muerte o expuestos a enfermedades que pueden evitarse. 

El presidente español, Pedro Sánchez, acaba de estar de visita en Amán

Sí, fue un placer haberle recibido en una de nuestras escuelas en Jordania. Agradecemos inmensamente el fuerte apoyo de su Gobierno y del pueblo español. El apoyo de socios como España no podría ser más importante en la difícil coyuntura en la que nos encontramos hoy, especialmente cuando Israel busca desmantelar la agencia y menoscabar los derechos de los refugiados palestinos. 

Gracias a estos apoyos podremos mantener hasta finales de mayo nuestra respuesta humanitaria en Gaza, así como nuestros servicios en el resto de lugares, lo que contribuye a la estabilidad de la región. Sabemos que contamos con el apoyo del presidente Sánchez y del Gobierno [español] para seguir demandando un alto el fuego en línea con la resolución del Consejo de Seguridad, respetando el derecho internacional humanitario, incluyendo la protección de las instalaciones y del personal de Naciones Unidas; así como el acceso humanitario sin restricciones en cumplimiento con las medidas provisionales de la Corte Internacional de Justicia. 

Ha mencionado la voluntad del Gobierno israelí de desmantelar la UNRWA. ¿Qué opinión le merece? 

En primer lugar, [el primer ministro Benjamín] Netanyahu no tiene autoridad alguna sobre el mandato de la UNRWA, es una cuestión que corresponde a la Asamblea General de la ONU, compuesta por 193 estados. Es la que nos otorga el mandato, no Israel. Por otro lado, también tenemos un acuerdo con Israel y habría que ver las medidas legales que conlleva realizar cualquier tipo de movimiento unilateral.

No es tan fácil, es todo un proceso. No obstante, si la UNRWA dejase de operar en Gaza, no olvidemos que tiene toda la infraestructura, 13.000 empleados y además estamos en medio de una crisis humanitaria. Nuestra función no es algo que puedan asumir fácilmente otras agencias de la ONU.

Si miras la resolución del Consejo de Seguridad 302, la UNRWA estaba destinada a aliviar y a proporcionar empleo a los refugiados palestinos de forma temporal, a la espera de una resolución final del conflicto. 75 años después aquí seguimos. ¿Por qué? No porque nos glorifique continuar ofreciendo ayuda y asistencia humanitaria, sino porque no ha habido una solución al derecho de los palestinos a la autodeterminación, a su derecho al retorno o, en su ausencia, a una compensación, tal y como quedó reflejado en la resolución 194, acordada un año antes de la creación de la UNRWA. Nosotros somos producto de todo ello. 

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