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La orden de Israel de disparar a matar

Soldados israelíes cerca de Nablus, Cisjordania / EFE-Alaa Badarneh

Ana Garralda

Jerusalén —

Disparar a matar a cualquier sospechoso palestino que pueda cometer un acto violento es la premisa aplicada estos días por el ejecutivo israelí de Binyamin Netanyahu. La ola de ataques comenzó el pasado 1 de octubre con el atentado que se cobró la vida de una pareja de colonos israelíes que se desplazaban en coche por el norte de Cisjordania. Aquél incidente fue seguido por una veintena de apuñalamientos por parte de jóvenes palestinos. Es lo que algunos llaman ya la “Intifada de los cuchillos”, o incluso la tercera Intifada.

Estos ataques, unas veces consumados y otras frustrados por la acción de las fuerzas de seguridad israelíes, han desencadenado un tsunami de situaciones de brutalidad policial en las que los atacantes podrían haber sido fácilmente reducidos, o incluso heridos en las extremidades inferiores. En cambio, las órdenes de las autoridades israelíes son claras: ante la duda, mejor apretar el gatillo.

“¡Dispárale! ¡Muerte a los árabes!”

El caso de Fadi Alloun, un joven de 19 años residente del barrio de Issawiya, es el más flagrante de todos. Aunque no hay ninguna grabación o fotografía que lo demuestre, fuentes de la policía israelí aseguraron el pasado 4 de octubre que el palestino intentó agredir a un chico israelí de 15 años frente a los comercios que están junto a la Puerta de Damasco, principal entrada al barrio musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

En dos vídeos que circularon en las redes sociales pocas horas después, se observa al joven acorralado por un grupo judíos religiosos que le acosan mientras le gritan a un policía presente en la zona: “¡Dispárale, dispárale!, pero, ¿a qué estás esperando?”, le espetan al agente, quien parece dudar si apretar el gatillo.

En la imagen se escucha decir a Fadi Alloun, mientras huye sin rumbo, “¡dejadme pasar!”.“Vas a morir”, le responden, según se escucha en la grabación. Poco después aparece un coche de policía del que se apea un oficial, que dispara hasta cinco veces sobre el cuerpo del joven palestino.

Una vez ya muerto –o “neutralizado” -como señala la nueva terminología acuñada por el gobierno israelí- se ve como los perseguidores lo celebran. “¡Muerte a los árabes!”, gritan.

Sin investigación judicial

Los Alloun reciben a eldiario.es en su apartamento de Shuafat, en Jerusalén Este. El padre, Samir, tiene aún los ojos hinchados y brillantes. “Mi hijo fue asesinado a sangre fría”, sentencia. “A Fadi le gustaba salir a correr y ese día fue a la mezquita de Al Aqsa. Allí la policía israelí no le dejó entrar y cuando se disponía a volver a casa unos colonos le atacaron”, relata. “Mi hijo pidió ayuda a la policía, pero en lugar de eso, ellos le mataron”, añade.

Samir señala que el segundo de sus hijos era como cualquier otro joven de su edad, “con sus sueños, sus planes para sacarse el carnet de conducir, comprarse un coche, casarse”. Según su padre, Fadi nunca llevaba cuchillo ni navaja, “lo único que nunca se olvidaba era el teléfono móvil”.

Samir cuenta que en el atestado policial acusaron a su hijo de haber intentado apuñalar a un colono. “Pero, ¿dónde está la víctima?”, se pregunta este palestino de 47 años que ya está valorando con un abogado de la organización palestina Addameer la posibilidad de llevar el caso a los tribunales de justicia, que espera juzguen y condenen al agente que mató a su hijo dejándose llevar por los gritos de los ultraortodoxos.

“Una posibilidad remota”, sentencia el activista de derechos humanos argentino-israelí Sergio Yahni. “Los policias o civiles que hayan ejecutado a un palestino porque suponian que podía ser un peligro no serán juzgados. Ni siquiera se abrirá una investigación, eso es un hecho de acuerdo a la política actual del ejecutivo de Netanyahu”, explica.

Sin embargo, Haya, hermana de Samir y una de las tías de Fadi Alloun, insiste en que van a hacer lo que sea para que la muerte de su sobrino no quede impune. “No podemos quedarnos en silencio porque si nos callamos, los israelíes seguirán haciéndolo y no pasará nada”, asevera.

Esta mujer de 41 años y ojos tristes se queja de que las autoridades no les permitieron recuperar el cuerpo de Fadi hasta 8 días después del incidente. “Dicen que es para que el funeral no se convirtiera en un acto de apología de la violencia, ¿pero qué prueba tenemos de que estaba muerto en el acto o de que por el contrario resultara malherido y muriera durante las horas o días posteriores?”, cuestiona con indignación.

Presunta prueba falsa y juicios sumarios

Para el activista israelí Sergio Yahni es una paradoja cómo la policía difunde según su conveniencia las imágenes de los presuntos ataques efectuados por palestinos. Por ejemplo, las que distribuyó el pasado sábado 10 de octubre con las tomas registradas por una cámara de seguridad de la Puerta de Damasco donde se recogen los instantes del apuñalamiento a manos de un joven palestino de un agente antidisturbios (siendo abatido el palestino a renglón seguido por sus compañeros).

Por contra, ha evitado difundir las de otro incidente acaecido dos días después en la Puerta de los Leones. “Hay testigos que dicen que ese otro chico fue disparado dentro de su coche”, señala, lo cual pondría en cuestión la versión oficial de la policía.

“La casuística es muy amplia, dado que hemos visto casos en que individuos han sido abatidos después de perpetrar un ataque, pero también otros de gente inocente que nunca lo hicieron”, continúa Yahni frente a las oficinas del Centro de Información Alternativa (AIC) para el que trabaja.

Uno de estos podría ser el incidente ocurrido en el casco antiguo de Hebrón este sábado, donde un colono mata primero a un joven palestino –la imagen comienza cuando el chico yace ya inerte en el suelo– y luego se ve como un soldado hace entrega de un cuchillo a otro oficial del Ejército, quien lo deposita en el lugar de los hechos (según el video podría constituir la colocación de una prueba falsa para incriminar al joven abatido).

En opinión de Yahni se trata de “juicios sumarios” practicados por aquellos que aprietan el gatillo, sean éstos agentes de la autoridad o civiles armados. “Un policía en la calle puede juzgar a muerte a un chico de 17 años por haber acuchillado y herido a otro chico, lo cual supone una clara ruptura del orden constitucional israelí”, concluye.

En cambio, según afirmó el ministro israelí de Infraestructuras, Energía y Agua –que es miembro del gabinete de seguridad– Yuval Steinitz, la política de disparar a matar a los jóvenes palestinos que empuñan un cuchillo con la intención de matar a israelíes resulta justa y necesaria dentro de la situación de crisis que vive el país, especialmente en Jerusalén.

En un briefing para los corresponsales extranjeros, afirmó que la principal motivación que lleva a estos jóvenes palestinos a atacar a israelíes reside en la constante incitación antisemita que se reproduce en los libros de texto, emisoras de radio y canales de televisión palestinos.

Ejecuciones extrajudiciales

Las principales organizaciones de derechos humanos israelíes consideran que la represión policial está resultando excesiva y desproporcionada. En un comunicado difundido por B´Tselem y firmado por otras ocho organizaciones –entre ellas la sección local de Amnistía Internacional, el Comité Público contra la Tortura y la Asociación de Derechos Civiles en Israel– han criticado la táctica de disparar a matar, utilizada incluso contra mujeres y menores de edad.

El comunicado las califica de “ejecuciones extrajudiciales” de sospechosos, señalando que si en algún momento el agresor ha sido un judío la policía no ha disparado –lo que implica una doble vara de medir– y solicitando al gobierno de Benjamín Netanyahu un cambio de política.

Para estas organizaciones de derechos humanos son precisamente algunos miembros del gabinete como el ministro de Seguridad Interior Gilad Erdan –al que atribuyen haber dicho que “todo terrorista ha de saber que no sobrevivirá al ataque que está a punto de perpetrar”– los que están incitando al uso excesivo y desproporcionado de la fuerza.

También algunos políticos de la oposición como el supuestamente progresista líder del partido Yesh Atid, el periodista Yair Lapid, han conminado públicamente a las fuerzas de seguridad “a disparar a matar a cualquiera que empuñe un cuchillo o un destornillador” dentro del actual contexto.

B´Tselem también ha condenado el uso de munición del calibre 0,22 por parte del ejército para hacer frente a disturbios en Cisjordania. “Resulta irrefutable que se trata de un arma letal, que las autoridades presentan falazmente como una fórmula razonable para hacer frente a los manifestantes”, señala la portavoz de B´Tselem, Sarit Michaeli.

“Su plan de introducir este tipo de armamento en Jerusalén Oriental tendrá igualmente consecuencias letales”, añade. En principio, los francotiradores militares israelíes han de disparar este tipo de munición contra las extremidades inferiores de los manifestantes, pero si hacen blanco en un órgano vital pueden causar la muerte, como ha ocurrido en varias ocasiones.

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