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“Cinco pateras están desaparecidas. Hablamos con ellos, decían que la barca se hundía”

Una mujer inmigrante es ayudada por el equipo de rescate de Salvamento Marítimo y Cruz Roja el pasado sábado. / Marcos Romero (AP)

Gabriela Sánchez

Una nueva avalancha de cifras satura muchas de las noticias que hablan de ellos. Sábado, 92; domingo, 50; lunes, 59. Más de 250 inmigrantes han llegado a Tarifa en los últimos cuatro días. Atravesaron las aguas del Estrecho en lanchas de juguete sobrecargadas. A medida que remaban, el agua subía de nivel mientras la barca se desinflaba. Se lanzaron rápido, como si alguna razón les llevase a pensar que este era el momento, sin importar el fuerte temporal que azotaba los alrededores de la costa gaditana. Sin importar que, como denuncian que ha ocurrido con cinco de las embarcaciones que partieron desde Tánger, desaparezcan sin dejar rastro.

Si hay alguien que conozca la historia que esconde cada una de estas cifras es ella y su equipo: Helena Maleno, activista de Caminando Fronteras, colectivo que ayuda a Salvamento Marítimo en la localización de pateras gracias al seguimiento que realizan de las pequeñas barcas que parten desde Tánger -entre otras muchas labores-. El estrecho trato diario mantenido con los inmigrantes impulsa a los pasajeros a llamarles a ellos cuando se encuentran en peligro. “Nos llaman e intentamos que nos den indicaciones de su localización, para poder orientar a Salvamento”, explica Maleno a Desalambre. “Nos dicen que su barca está pichada, que qué pasa que nadie llega a rescatarles, que tardan mucho... Están desesperados. Nos transmiten mucha angustia porque, además, les conocemos muy bien”. Nunca saben si saldrán o no saldrán embarcaciones, jamás se lo cuentan de antemano. “Hacemos turnos para que siempre haya alguien pendiente las 24 horas del día”, matiza.

Habla de las madrugadas de estos últimos días. La gran cantidad de llamadas les obligó a cubrir la pared con folios que representaban cada patera y su posible localización, un método improvisado de organización. “Les preguntábamos qué era lo que veían, para después informar a Salvamento”. Cuando constataban que habían sido rescatados, retiraban los folios. Suena un teléfono, su compañera responde. “Nos llaman desde otra patera, dicen que están viendo un barco con unas letras inscritas”, detalla la activista que nos atiende. Horas después, sobre las 15:30 horas de este martes, Salvamento Marítimo localizaba otra barca hinchable con 10 personas a bordo, ocho hombres y dos mujeres. Eran ellos.

Desapariciones

No todos llegan. Cinco folios permanecen en la pared. “Cinco de las pateras desde las que nos llamaron no han aparecido. En una de ellas viajaba una familia muy querida por todos nosotros”, detalla la activista. Cada barca llevaba a una media de seis personas, entre ellas una mujer embarazada y una niña de 7 años. “Hemos ido al tanatorio de Tánger, hemos buscado entre los cadáveres no identificados que suelen acumularse allí, pero tampoco estaban”, añade Helena.

“Yo soy la última que hablé con ellos. Llamaron desde la patera. Me decían: 'Helena, Helena, por favor, el viento es muy fuerte. La barca se está hundiendo...'. Verdaderamente, los damos por muertos, pero aún no hemos sido capaces de decírselo a los familiares que se quedaron en Tánger y nos preguntan por ellos”, dice con su voz algo entrecortada. “Cada vez que nos llama alguien desde el agua se me pone el corazón en un puño” .

Carol consiguió cruzar. Lo hizo el pasado sábado junto a su hijo pequeño. “Es una chica estupenda, llena de vida. Estaba sola con su niño”, describe Helena con cariño. “En Tánger se buscaba la vida: preparaba comida para otros compañeros de su país, de Camerún. Así podían mantenerse ella y su hijo”. Carol no podía regresar a su país. Según dice Maleno, con el aumento de la represión policial marroquí sobre los inmigrantes, tomó la decisión. “Nos dio a entender que tenía la intención de hacerlo y, de pronto nos llamó desde la patera. Al final llegó a Tarifa”.

Posibles razones del pico en las llegadas

Desde la red Caminando Fronteras citan un conjunto de factores como explicación del repunte de las llegadas de pateras procedentes del norte de África. Consideran que las festividades posteriores al fin del Ramadán -que se prolongaron hasta este lunes- han derivado en una disminución de la vigilancia por parte de la policía de Marruecos.

Además, denuncian un aumento de las redadas por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes contra los inmigrantes instalados en el norte del país. “Hace 15 días, justo después de la visita del Rey, la policía intensificó su lucha contra la inmigración. La orden parecía ser 'limpiar' de subsaharianos el norte del país. A algunos se los llevaban a Rabat o directamente les expulsaban. Incluso algunos de los demandantes de asilo, que están legales en el país, fueron trasladados hacia el sur”, alerta Maleno. El estado de Marruecos incumple de forma constante la normativa de asilo y refugio. De ahí que sean refugiados algunas de las personas que han llegado a Tarifa durante estos últimos cuatro días.

Según aseguran, los testimonios de los inmigrantes indican que durante este fin de semana la vigilancia marroquí se ha relajado. “Nos cuentan que normalmente la presencia de policías les frenan en la playa, pero estos días no estaban”. Desde Caminando Fronteras no descartan que este descenso del control puede provenir de otras razones ajenas a las fiestas musulmanas y tengan que ver con una estrategia política del estado de Marruecos.

Una vez en territorio español, ¿qué?

Alcanzada la costa gaditana, la Guardia Civil lleva a los inmigrantes a la comisaria de Algeciras, donde pueden permanecer en los calabozos hasta un máximo de 72 horas. Una vez sobrepasado este límite, son ingresados en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) o puestos en libertad.

Los Centros de Internamiento de Algeciras -cerrado por el estado deficitario de su infraestructura, excepto la sección de mujeres- y de Tarifa -dependiente del primero- están saturados, por lo que la policía está enviando a algunos de los inmigrantes a otros CIE, como el de Murcia o el de Madrid, según informan desde la asociación Algeciras Acoge. “Llevábamos denunciando las condiciones del CIE de Algeciras desde hace años, pero lo han cerrado hace unas semanas. Era la antigua prisión de la zona, mientras que el de Tarifa son las dependencias de un viejo cuartel”, dice Pepe Villahoz, vicepresidente de la organización.

Una vez en tierra, desde la red Caminando Fronteras tratan de conocer el destino de sus ya amigos a través de Algeciras Acoge. Son su contacto en Tarifa, les ayudan a descubrir dónde están las personas que escondía cada cifra, cada folio que sí habían logrado retirar, de las que también esperan noticias al otro lado del Estrecho.

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