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Sudán, un año de guerra: un desastre humanitario lejos de la paz

Khartoum, 16 de abril de 2024. Fotografía tomada con un teléfono móvil del mercado de Omdurman completamente destruido

Soraya Aybar Laafou

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Un año después de que estallara la guerra civil, Sudán continúa inmersa en una gran crisis humanitaria y está lejos del fin de las hostilidades. El conflicto, que se inició el 15 de abril de 2023 entre el Ejército del país y las Fuerzas de Apoyo Rápido (conocidas por sus siglas en inglés, RSF) ya ha desplazado a 8,5 millones de personas, de las cuales casi dos millones están refugiadas en países vecinos como Sudán del Sur o Chad. Al creciente desastre humanitario se suma la inhabilidad de las agencias y organizaciones humanitarias para dar respuesta. El bloqueo regional y la inseguridad política empujan a Sudán, en su primer aniversario de guerra, hacia el abismo.

A pesar de que los números no son del todo fehacientes por la opacidad del conflicto, se estima que alrededor de 25 millones de personas, más de la mitad de la población de Sudán, incluidos 14 millones de niños, están en situación de ayuda urgente. En torno al 65% de los sudaneses no tiene acceso a atención sanitaria y los niños crecen entre estallidos y artillería pesada. Según Save the Children, uno de cada dos niños sudaneses se encuentra o ha estado a menos de cinco kilómetros de la línea del frente en el último año. La cifra supone un incremento del 60% respecto a los niños expuestos durante el primer mes de enfrentamientos entre ambas fuerzas militares.

El retroceso en los derechos básicos fundamentales está alimentado por la devastación de grandes infraestructuras críticas, entre las que destacan hospitales, centros sanitarios y colegios. El 80% de los hospitales en zonas de conflicto no funcionan y el sistema educativo también está mermado. Según UNICEF, la guerra ha dejado sin escolarizar a 19 millones de niños y muchas aulas a lo largo del país se han convertido en refugios. 

Una respuesta humanitaria bloqueada

A pesar de la gravedad de la crisis y el primer aniversario del conflicto, en Sudán, la ayuda entra a cuentagotas. La falta de financiación, influenciada por otros grandes focos de conflicto como Ucrania y Gaza, ha provocado que, según ACNUR, solo se haya cumplido el 7% del Plan Regional de Respuesta a los Refugiados de Sudán del 2024 y el 6% de los requisitos del Plan de Respuesta Humanitaria. 

Por otro lado, el pequeño porcentaje que ha logrado entrar, lo ha hecho con trabas y en medio de saqueos, falta de seguridad y complicaciones logísticas y burocráticas. Al inicio del conflicto, las organizaciones humanitarias se vieron afectadas por los combates en Jartum, bloqueada por los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido. En diciembre de 2023, un ataque contra un convoy humanitario del Comité Internacional de la Cruz Roja dejó dos fallecidos y siete heridos en Jartum.

Este y otros ataques en la capital, provocaron el traslado del centro de operaciones humanitarias a Port Sudán, en la costa este del país. En la actualidad, la ciudad en las costas del Mar Rojo está mayoritariamente bajo el control del Ejército, pero algunas zonas siguen supervisadas por las RSF, que entorpecen el despliegue humanitario

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

El conflicto estalló el 15 de abril de 2023 con un intento de golpe de Estado. Las primeras batallas entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido ejemplifican los deseos de dos militares por alcanzar el poder en Sudán. El Ejército de Sudán obedece a las órdenes de Abdel Fatah Al-Burhan mientras que las RSF están lideradas por Mohammed Hamdan Dagalo, también conocido como Hemedti. A mediados de abril de 2023, Hemedti trató de sacar del poder a Al-Burhan después de que en octubre de 2021 ambos lideraran un golpe militar que acabó con el gobierno de transición. Al-Burhan era el presidente mientras que Hemedti se alzaba como el vicepresidente de la Junta. 

A pesar de que ambos tienen una trayectoria militar, los antecedentes y las intenciones son bien diferentes. Hemedti creó las RSF, uno de los grupos paramilitares más sangrientos del país, acusado de las mayores violaciones de derechos humanos en el conflicto de Darfur a principios de siglo. Por otro lado, Al-Burhan era el tercero en el rango militar en 2019 cuando se dio el golpe contra Omar Al Bashir, y es el corte más clásico de las Fuerzas Armadas. 

Las discrepancias a la hora de abordar el futuro de Sudán han llevado al peor conflicto que se recuerda en el país. Hemedti considera que las RSF son vitales para la seguridad nacional y reclama más partida de poder. Por otro lado, Al-Burhan ha insistido en disipar la influencia del grupo, reubicando las fuerzas paramilitares y minando el poder de Hemedti. 

¿Quién ha apoyado a quién en la guerra de Sudán?

Desde el inicio de la guerra, las injerencias extranjeras también han contribuido a la fragmentación y el distanciamiento entre los dos hombres de la guerra. Por su parte, Emiratos Árabes Unidos, velador de las Fuerzas de Apoyo Rápido de Hemedti, ha ampliado el suministro de material militar y combustible desde países de la región como Sudán del Sur, Libia o Chad. Por otro lado, Egipto se mantiene férreo a la estrategia de Al-Burhan, a pesar de que, en los últimos meses, Irán se ha convertido en el principal socio a través del suministro de armas. 

Dentro del contexto africano, los apoyos son más cercanos a Hemedti que a Al-Burhan. Al RSF le apoyan países que también reclutan milicias como República Centroafricana, Libia, Chad y Níger. Por otro lado, Etiopía, en contrapartida al apoyo de Egipto y Eritrea a Al-Burhan, también teje alianzas con Hemedti. 

Otros países como Arabia Saudí, Turquía o Estados Unidos se alzan como mediadores frente al conflicto, a pesar de que no han dado sus frutos. Aunque ninguno de los dos bandos tiene motivos para acordar un alto al fuego, Estados Unidos busca reunirlos el próximo 18 de abril para mediar una solución al conflicto. 

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