El último niño muerto en el “riski” de Melilla
“No es la primera vez que muere ahogado un menor, ni será la última”, dijo el consejero de Bienestar Social de Melilla cuando el domingo un periodista de El Faro de Melilla le preguntó por el chaval que había muerto ahogado en el puerto de la ciudad. Cuatro buceadores de la Guardia Civil habían encontrado el cuerpo del chico de 15 años apenas 40 minutos después de que alguien les avisara el sábado por la noche. El muchacho falleció junto a la popa del Fortuny, el barco que sale de madrugada hacia Málaga. Es el cuarto joven marroquí muerto en Melilla en los últimos meses intentando cruzar la frontera, trepar un muro o subir a un barco.
Abdel (nombre ficticio) había llegado desde Casablanca y pasó poco más de un mes entrando y saliendo de La Purísima, un centro para menores habilitado en un antiguo fuerte militar. La Purísima cierra sus puertas a las 12 de la madrugada, y si un menor no ha vuelto es “baja”: pasa la noche en el exterior y el centro se desentiende de su búsqueda. Abdel había sido dado de baja del centro en siete ocasiones, según explicó a Melilla Hoy el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura. Una de esas noches, la del sábado, Abdel intentó colarse en un barco y se ahogó.
Abdel tampoco era un habitual entre los grupos que viven en la calle, lo que permite dudar de que esos periodos de baja fueran prolongados. “Casi no lo conocíamos”, explica Rosa García, de la asociación Harraga. Ella conoce a casi todos los chicos de la calle, a los que la asociación ayuda proporcionándoles ropa, organizando actividades deportivas y ofreciéndoles algo de cercanía. Esos menores están bajo la tutela legal de la Ciudad Autónoma de Melilla, que se hace cargo de ellos mediante una concesión a una empresa privada. “Si yo no vuelvo mis padres salen a buscarme: eso es una tutela”, protesta García. Y eso, desde luego, no ocurre: “El gobierno tiene una responsabilidad, con los del centro y con los de la calle”.
Algunos muchachos dicen que sabían del plan de Abdel. Casi todos los días hay grupos que intentan abordar el barco que une Melilla y Málaga. A eso lo llaman el “riski”: “Esta noche voy al riski”. Esperan su momento en las escolleras del puerto de Melilla y con la caída de la noche se juegan su oportunidad a vida o muerte, saltando una valla que sólo hace más peligroso su paso (“vallas para matar niños”, dice Rosa García), o bajando un muro agarrados a una cuerda, o saltando al agua para llegar a nado al barco, como Abdel.
En el viaje le iban a acompañar otros dos chicos, pero ellos salvaron la vida. Les rescataron del agua con hipotermia y fueron devueltos a La Purísima en cuanto recibieron el alta. Allí les dan un par de mudas al año, comida y una cama en la que, según cuentan los propios muchachos, llegan a dormir hasta tres chicos porque en el centro, con capacidad para 160 menores, se hacinan hasta 360 chicos. Muchos no hablan demasiado bien de ese lugar y algunos, en torno a 80 actualmente, escapan y vagan por la ciudad sin mucho más que hacer que esperar una oportunidad para colarse en el barco a Europa.
En mayo fue Osama, que perdió el agarre de la cuerda que lo sostenía cuando bajaba el muro de la escollera del puerto; poco después un chaval de Nador se ahogó tratando de alcanzar la ciudad; y otro chico se ahogó en Nochevieja, y su cuerpo tardó una semana y un día en aparecer. Son muchos más los que se han roto un brazo o una pierna, asegura José Palazón, de la ONG Prodein. “Los chavales no están dispuestos a aguantar dos años bloqueados en Melilla y se la juegan”, explica Rosa García.
Poco después de recuperar la conciencia uno de los chicos que acompañaba a Abdel y salvó la vida le dijo a Rosa: “En cuanto me recupere volveré al riski”.
Tanto el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, como el consejero de Bienestar Social han anunciado la celebración de una reunión con la Secretaria General de Inmigración y Emigración para abordar, entre otros, este asunto. La Ciudad Autónoma, que en varias ocasiones ha pedido una mayor implicación de Marruecos, no ha respondido a las preguntas remitidas por este medio relativas a la identificación del menor fallecido, su situación en La Purísima, la cifra exacta de ocupación, la posible responsabilidad jurídica de la ciudad o el centro derivada de la tutela del menor, el funcionamiento del sistema de altas y bajas y qué alternativas se estudian para evitar que sigan muriendo jóvenes dispuestos a arriesgarlo todo para saltar a un barco.