Viernes por la mañana en el barrio de Fuencarral de Madrid, el sol de verano disfrazado de primavera vigila las cocheras de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Rita Maestre (portavoz del Ayuntamiento), Inés Sabanés (delegada de Medioambiente y Movilidad), Carlos Sánchez Mato (concejal de Economía y Hacienda) y Álvaro Fernández Heredia (gerente de EMT) presentan los resultados del proceso iniciado hace meses para recuperar el servicio público de alquiler de bicis de la ciudad. Antes de contarlos aquí, un poco de memoria.
BiciMAD es, con los ciclocarriles, lo poco bueno hecho en materia de movilidad ciclista en 25 años de Gobierno del PP. La empresa concesionaria, Bonopark, ganó el concurso ofreciendo un extra, bicis eléctricas. La cosa empezó regular, siguió bien pero, coincidiendo con la ampliación de estaciones y por razones que no se han terminado de explicar, empezó a caer hasta que, un año después de la llegada de Ahora Madrid a Cibeles, se convirtió en uno de los problemones heredados de Carmena y compañía. Incidencias por doquier, bicis vandalizadas por costumbre, caída de usos y de abonados, muy mala pinta. Finalmente, se decidió que tomase los mandos EMT. Como ya se dijo aquí, entonces parecía la mejor solución (y casi la única) posible. Así ha sido.
En seis meses de gestión municipal, la disponibilidad de bicis ha aumentado más de un 53%; los errores en los anclajes han disminuido un 84%; las incidencias han bajado del 10% al 4%; los usos diarios van de 4.400, cuando EMT se hizo cargo, a más de 9.000 y subiendo (esta semana ha habido días de 12.000); y los abonados han vuelto y son ya casi los de los mejores tiempos: 63.000. El servicio ha resucitado pero en las cocheras se quiere hablar también de futuro cercano.
“Este año pondremos en servicio –cuenta Inés Sabanés– 468 bicis más y cuarenta estaciones”. Esta ampliación es la que establece el pliego de condiciones vigente y se va a hacer a partir de septiembre. Pero habrá más: se anuncia que para 2019 el sistema contará con otras 4.000 bicicletas y, por tanto, duplicará su dimensión actual. Todo se hará a partir de un estudio en marcha en el que se cuenta con la opinión de los usuarios (más de 15.000 encuestados), residentes (más de 6.000) y asociaciones y colectivos (140). Y con tres criterios que, aunque sean pura lógica de movilidad, da gusto oírlos y escribirlos: densificar el servicio en las áreas ya cubiertas, crear nodos de transporte en estaciones e intercambiadores para fomentar la multimodalidad y salir de la M30. Los periodistas presentes insisten en preguntar sobre esas nuevas zonas fuera del centro; los responsables contestan una y otra vez que dependerá de los resultados del estudio. Lógico también.
“Todo esto demuestra que las empresas públicas –ha dicho Rita Maestre en la introducción– pueden ser eficaces y válidas, incluso más que muchas empresas privadas”. Antes de acabar el acto, Álvaro Fernández Heredia añade algo más en este sentido: “Me gustaría poner en valor el esfuerzo de los trabajadores de BiciMAD y de EMT; éste era un reto que seguro que muchas empresas privadas no se habrían atrevido a realizar. Los datos demuestran que EMT es una empresa capaz, innovadora y eficaz, una empresa que pertenece a los madrileños y que por eso es motivo de orgullo para todos”.
Fin del acto. Los periodistas se van, el sol sigue. Me quedo con el gerente para conocer a la orilla de un té más novedades de BiciMAD que quiere compartir con los lectores de eldiario.es. “En unos días estará disponible una nueva app que mejora la usabilidad y los fallos de seguridad existentes y que registrará trayectos de usuarios y hará más sencillo el reporte de incidencias”. Y más: “El proceso de innovación es constante y por eso estamos trabajando en un nuevo prototipo de bicicletas con mejoras en los anclajes, en el sistema de gestión, en el hardware y en elementos como las luces y las baterías. Tenemos que ver cómo va pero, si funciona, estarían disponibles en un año más o menos”.
Álvaro Fernández Heredia y yo hablamos hasta que se acaba la infusión de cómo EMT es ya un gran operador de movilidad, el único en su especie en España. Se ocupa de los autobuses y las bicicletas, pero también de los aparcamientos públicos, de la grúa, de la vigilancia del carril bus y hasta tiene su propia consultoría, que trabaja en proyectos propios pero también en otros del Ayuntamiento como el Plan A de calidad del aire y la transformación de la Gran Vía, aparte de trabajos internacionales como una gran operación para implementar un sistema de BRT en Lima.
Hablamos también de resultados; de cómo, aunque el objetivo de un servicio público no es tener beneficios económicos sino sociales, se están recuperando las pérdidas del periodo anterior de BiciMAD y, en general, reinvirtiendo en mejoras de todos los servicios de transporte.
Como si la vida finalmente fuese como una novela de Paul Auster, la casualidad ha querido que todo esto suceda la misma semana en que un grupo de expertos ha publicado un libro en el que dicen que municipalizar servicios públicos es un error que puede llevar a la ineficacia y, ojo, a la corrupción: juran que eso no pasa en la empresa privada, como si en las Gürtel, Lezo y demás tramas no hubiese una o varias privadas detrás. ¿Debería acabar este texto con una frase solemne para objetar sus argumentos? ¿Para qué? A veces es mejor que la realidad se imponga ella sola a las chorradas.
