Un blog de Juventud Sin Futuro pensado por y para los jóvenes que viven entre paro, exilio y precariedad. Si quieres mandarnos tu testimonio, escríbenos a nonosvamosnosechan@gmail.com.
La reforma del voto exterior y el porqué del voto rogado
- La plataforma de juristas dosmillonesdevotos.org ha denunciado todas las incidencias e irregularidades relacionadas con el voto rogado sin tener la más mínima respuesta institucional
Este último año hemos hecho mucha denuncia de las grandes dificultades para votar desde el exterior; a pesar de ello, las peores predicciones se consuman para estas elecciones generales, donde se producirá un mínimo histórico de participación emigrante. A día de hoy han rogado el voto apenas un 7,6 % de un censo exterior no deja de crecer (un aumento del más de un 55% desde el comenzó la crisis). Algo más de la mitad de ese 7,6 % podrá votar finalmente, debido a las papeletas extraviadas que muchos aún esperáis. La enésima violación de nuestro derecho fundamental a la participación política.
Posiblemente hayáis oído hablar de las irregularidades del voto exterior que existían antes y que justificaron la reforma de la Ley Electoral, o de que hasta los muertos votaban. Hoy os queremos contar en más profundidad qué propició dicha reforma, por qué se hizo en ese sentido, cuáles eran las irregularidades conocidas existentes y por qué denunciamos con tanta insistencia una artimaña de ingeniería electoral que ha sido un absoluto fracaso para nuestra democracia, pero un éxito total en su intención inicial: quitarse de en medio el voto exterior. Recordemos que en 2010, bajo el gobierno del PSOE, la reforma de la LOREG contemplaba la adopción de una circunscripción exterior, una provincia extra, para dar peso político adecuado a la emigración española. Hoy en día esa circunscripción exterior sería la tercera provincia del país, hecho histórico tristemente alcanzado la semana pasada.
¿Antes votaban hasta los muertos? ¿Qué pasaba realmente?
El derecho al voto emigrante, reivindicación histórica de la emigración y el exilio español, fue reconocido en el año 1985. La primera chapuza burocrática no se hizo esperar: para elaborar el censo electoral no se realizó un registro nuevo, sino un volcado del padrón existente en ese momento no actualizado. Esto provocó que aparecieran en el primer CERA emigrantes fallecidos. Poco a poco, con el trabajo del INE, dicho censo se fue depurando, de forma que en 2008, segun un informe de la Junta Electoral Central, la incidencia de los fallecidos inscritos era mínima y las papeletas que se devolvían por esta causa eran un 0,45% de total de los envíos (3). A pesar de las cifras de este informe, ¿tan desmesurado era el voto de los muertos?
Desde que comenzamos nuestra denuncia del voto rogado nos ha sorprendido enormemente este discurso de culpabilización del emigrante, en lugar de apuntar a la verdadera problemática, un censo sin limpiar debido a un claro e importante fallo administrativo; mientras que se ha mitificado el voto de los muertos, puesto que no hay datos, estudios o contrastes estadísticos al respecto. Basta una búsqueda a la hemeroteca, a la cual os invitamos amablemente, para comprobar que, como insistía la Junta Electoral, el enorme escándalo del “voto de los muertos” no era tal. No negamos que existieran casos, como el de Hermensinda y su marido pero la repetición insistente en tertulias y en declaraciones de dirigentes políticos de este argumento, a modo de falsa excusa siempre, da que pensar.
A menos que se quieran ocultar otros argumentos importantes sobre el escándalo del voto exterior. A menos que se quieran esconder gestiones masivas de votos fotocopiando documentación personal en comidas de emigrantes por el PP, elección tras elección, o por el PSOE; a menos que se quiera evitar hablar de inscripciones masivas de emigrantes en censos por parte de los partidos, de nuevo; a menos que no queramos que se mediaticen los ruegos tramitados en masa por personal próximo a instituciones, de hasta más de 200 solicitudes de golpe en ocasiones. Ruegos y solicitudes, sí. Porque el voto municipal se rogaba ya antes de la reforma electoral de 2010, y porque el ruego del voto no evitaba estas irregularidades, casi siempre en comicios municipales, de los partidos.
Todas estas graves incidencias, similares a algunas que vemos reproducirse dentro del territorio español, se gestionaban gracias a las redes clientelares de los grandes partidos en el exterior. Esta inmersión de los partidos en la emigración sigue existiendo a día de hoy, cuando vemos con sorpresa cómo hasta las elecciones a Consejos de Residentes en el Exterior, órganos ciudadanos donde está prohibida la participación de los partidos políticos, son cooptadas por dichos partidos. O cuando vemos los numerosos viajes en campañas electorales con destinos muy elegidos para recabar voto emigrante. La financiación de algunos de estos viajes del PP sale hasta en los papeles de Bárcenas, si habéis tenido la oportunidad de ver B, la película.
El sentido de la reforma de 2011
La reforma que se efectuó nunca atajó el problema técnico de la depuración del censo con el que se justifica hoy su implantación. De hecho, las inscripciones y bajas en el CERA siguen siendo un gran problema para los emigrantes españoles, como habréis podido comprobar quienes os hayáis tenido que ir o, una vez emigrados, hayáis cambiado de país y consulado correspondiente.
En el momento de llevar a cabo la reforma, el voto exterior se había convertido en un escándalo fomentado sobre todo por las prácticas sucias de los partidos. Y los mismos responsables del escándalo decidieron una salida “pactada” al mismo. Cuando se efectuó la reforma ya se sabía el resultado que iba a tener, porque como hemos comentado el voto exterior municipal ya se rogaba. La participación rondaba el 5% (¿os suena la cifra?) y la propia Junta Electoral avisó de que la reforma causaría “una caída de la participación y la crítica de los afectados”. Que ninguno de los partidos que articularon dicho cambio se excusen hoy diciendo que fue un error: el resultado era absolutamente previsible e intencionado, y el reservorio de votos en que han convertido a la emigracion se destinó a un saco de abstenciones forzadas por la ingeniería electoral que, en una situación de incertidumbre y de coyuntura futura posiblemente adversa, no perjudicaba a nadie y dejaba contentos a los partidos en el turno de poder.
Esta legislación a disposición de los intereses de turno con el voto exterior en España es práctica habitual en nuestra historia. Suárez, por ejemplo, permitió votar a la emigración y exilio españoles en el referéndum por la democracia en 1977, sabiendo que el voto iba a ser favorable. Dos años más tarde, una modificación legislativa hizo que, en las elecciones generales, votaran 5000 personas del millón que estaba fuera.
De la circunscripción electoral exterior, promesa de programa del gobierno de turno en 2010, nunca se volvió a saber, y el derecho al voto municipal, que había sido fruto de la mayoría de escándalos de gestiones de voto, se eliminó.
¿Se han resuelto las irregularidades?
A día de hoy, las irregularidades no se han resuelto, sino que se han convertido en una enorme problemática general para un censo que no para de aumentar. A la ley electoral implantada y sus efectos precalculados se suman las directrices administrativas, dirigidas en ocasiones por el mismo Ministerio de Asuntos Exteriores, para imponer medidas al margen de la legislación aplicable, como ha sucedido con la denegación de inscripciones temporales o el requisito de presencialidad para determinados trámites. La plataforma de juristas dosmillonesdevotos.org ha denunciado recurrentemente todas estas incidencias sin que por ahora hayan tenido la más mínima respuesta institucional. La participación del voto emigrante será, casi con toda certeza, menor que nunca en unas elecciones generales desde que existe el derecho de voto.
¿No somos tantos “españoles” fuera?
Por último, queremos hacer un apunte sobre el argumento recurrente de que “no nos hemos ido tantos” o que “parte de esos emigrantes no son españoles, sino inmigrantes retornados o hijos de antiguos emigrantes españoles”. Aparte de desviar el debate sobre migración forzada y su pérdida de derechos, y al margen de lo absurdo del empeño de cualificarnos como “verdaderos emigrantes españoles”, y de otorgar derechos constitucionales en base a la clase A o B de “españolidad”, repetimos una vez mas la inexactitud de las cifras oficiales para saber cuánta gente ha dejado el país en los ultimos años. Estudios diversos de la investigadora del CSIC Amparo Gonzalez-Ferrer, del Instituto de la Juventud Española, dependiente del Ministerio de Sanidad, y una búsqueda rápida de la Marea Granate en las bases de datos públicas de algunos de los países que nos acogen muestran la infravaloración de las cifras oficiales consulares, que en algunos casos como UK o Irlanda son multiplicadas por un factor superior a 6. Dejémonos de falsas argumentaciones y preocupémonos por garantizar los derechos básicos de los ciudadanos y dimensionar adecuadamente los problemas sociales.
Queremos una ley de voto exterior justa y garantista, pero la regulación especial que necesita el voto emigrante no puede ser la excusa, bajo ningún concepto, para disponer de él en función de los intereses políticos de turno. Comienza una nueva legislatura y para reformar la ley orgánica electoral harán falta, de nuevo, tres quintas partes de apoyo en ambas cámaras. No nos cansaremos de pedir una reforma democrática y transparente, basada en el diálogo, en la que participen los actores implicados a puertas abiertas.
Por el momento, el 20D faltarán dosmillonesdevotos.