Amancio Ortega falta a una de cada cuatro reuniones del consejo de administración de Inditex
Con la máquina de hacer dinero que es Inditex, el mayor grupo textil del mundo, perfectamente engrasada (521 millones de euros de beneficio en su primer trimestre fiscal de 2015, un 28% más), Amancio Ortega Gaona, su fundador y máximo accionista, con el 59,294% de las acciones de la compañía, está levantando el pie.
Que a sus 79 años Ortega está de retirada en Inditex no es ninguna novedad, desde que a principios de 2011 cedió todos los poderes ejecutivos en la empresa a Pablo Isla, de 51 años. Pero que se haya perdido una de cada cuatro reuniones del consejo de administración de Inditex en el último lustro es un detalle llamativo, tratándose de una de las mayores fortunas del planeta. Actualmente es la cuarta, según la famosa lista Forbes, aunque el ránking varía de una semana para otra.
Con motivo de la Junta de Accionistas que la multinacional celebrará el 14 de julio en su sede de Arteixo (A Coruña), la Comisión de Nombramientos y Retribuciones de Inditex ha explicado que, en el mandato que ahora agota y que comenzó el 13 de julio de 2010, Ortega “ha asistido a un total de 19 sesiones del Consejo de Administración”.
En ese periodo, Pablo Isla (que no se ha perdido ninguna reunión del máximo órgano de gestión de la compañía en estos cinco años) ha asistido a 26 sesiones, según la documentación disponible en la web de Inditex de cara a su asamblea anual. El índice de absentismo de Ortega como miembro del consejo se ha situado así en el 26,9% durante este último lustro. Inditex no precisa cuándo se han producido las inasistencias al consejo de su máximo accionista, por lo que no es posible saber si estas se han concentrado (o no) en un ejercicio concreto.
Hay que tener en cuenta que, entre 2005 y 2010, cuando todavía era el presidente ejecutivo de la compañía, Ortega, que ya superaba los 70 años de edad, acreditaba un absentismo superior al 20% en sus asistencias al consejo de Inditex, que suele reunirse unas cinco veces al año. En concreto, del 23,3%. A modo de comparación, y a falta de un indicador claro de la CNMV que cuantifique con precisión las inasistencias entre los consejeros del Ibex 35, la tasa media de absentismo laboral en España es, según la empresa de trabajo temporal Adecco, muy inferior: del 4,1%.
Una comisión que nunca se reúne
2005 fue el año elegido por Ortega para designar consejero delegado de Inditex a Isla (el décimo aniversario de su nombramiento oficial se cumplió el pasado sábado), al que cedió todas las funciones ejecutivas en enero de 2011. Entonces, Ortega se quedó como consejero raso y miembro de la comisión ejecutiva, un órgano que, no obstante, y de acuerdo con los datos disponibles en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), nunca se ha reunido entre 2011 y 2014.
De cara a la próxima junta, la Comisión de Nombramientos y Retribuciones de Inditex, de cuya constitución como cabecera del grupo de empresas que conforman el grupo se cumplieron 30 años el pasado viernes, ha propuesto renovar como vocal al fundador de la multinacional gallega tras evaluar “de forma muy positiva” su acreditada experiencia y extensa trayectoria profesional, “su profundo conocimiento del Grupo Inditex y de sus funciones como consejero”; “la excelente evaluación de su desempeño”, su “valiosa contribución” al consejo y “su contribución y aportación a las actividades y sesiones” del consejo.
A Ortega, huelga decirlo, no le hace ninguna falta trabajar. En abril pasado, el periodista Antonio Lorenzo echaba cuentas sobre formas absurdas de dilapidar la inmensa fortuna del empresario más admirado de España y concluía, por ejemplo, que, si quemase un billete de 500 euros cada minuto, Ortega (que sólo el año pasado cobró casi 1.000 millones de euros brutos en concepto de dividendos de Inditex) tardaría 235 años en fundirse los más de 62.000 millones de patrimonio que ha acumulado en su exitosa trayectoria.
El hombre que construyó un imperio textil desde la nada, propietario también, a través de su brazo de inversiones, Pontegadea, de un multimillonario patrimonio inmobiliario forjado a golpe de compras de edificios ubicados en las mejores localizaciones de ciudades como Madrid, Barcelona, París, Londres, Berlín, Nueva York o Chicago, nunca ha tenido despacho propio en la compañía. Mantiene, aseguran fuentes del grupo, su mesa en la zona de diseño de la sede de Arteixo y visita “a menudo” las oficinas centrales, donde pasea por los distintos departamentos y conversa “con unos y otros”, tomando el pulso de la empresa. Pero, de vez en cuando, se pierde alguna que otra reunión del consejo.