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Anatomía de un saqueo

Una manifestación de Stop Desahucios / EFE

Bruno Pérez Vázquez

Seis años después de que Washington decidiera dejar caer a Lehmann Brothers desencadenando el peor shock financiero de los últimos 70 años y condenando al paro y la pobreza a millones de ciudadanos, los principales índices bursátiles del planeta coquetean con sus máximos históricos, los fondos de inversión presumen de billetera, las grandes empresas globales –también las españolas- vuelven a hablar de beneficios, la banca se felicita de la eficacia con que ha saneado sus balances en tiempo récord e incluso los gobiernos no tienen empacho en declarar oficialmente inaugurado un nuevo periodo desarrollo económico.

Desde abajo la imagen que se aprecia es bien diferente. Muy pocos de los que perdieron su puesto de trabajo han logrado recuperarlo y los que lo han hecho ha sido en unas condiciones significativamente más precarias, cada vez son más las personas que viven bajo el umbral de la pobreza y que se ven obligadas a apagar la luz o reducir la compra mensual para llegar a fin de mes y la supuesta recuperación económica no parece ser más que un titular en un periódico.

Llegados a este punto es difícil no hacerse preguntas. ¿Por qué unos han pagado la crisis más que otros? ¿Era tan esencial salvar a la banca aún a costa de recortar servicios básicos como la sanidad o la educación? En Crisis S.A. El saqueo neoliberal (Colección A Fondo, Ediciones AKAL) la periodista Ana Tudela Flores ofrece un relato descarnado, lúcido y documentado de lo ocurrido en los últimos años. Un “juego de trileros”, denuncia, en el que la crisis económica no ha sido tanto la causa como la excusa para un abordaje calculado y sistemático del Estado del Bienestar, que ha pasado a convertirse en el nuevo campo de juego del mundo del dinero, el último objeto de deseo del capital.

No busquen un manifiesto ideológico. Crisis S.A. es un fenomenal esfuerzo periodístico que no se limita a presentar cifras estadísticas parciales y opiniones de expertos de cabecera para reforzar una tesis fijada de antemano, hábito del que pecan muchas obras hermanas en el subgénero libros-para-explicar-la-crisis, sino que se afana en ofrecer al lector la mayor cantidad de evidencias documentales, estadísticas y testimoniales posible para sustentar sus afirmaciones.

La principal es que la crisis no ha sido otra cosa que un inmenso negocio que ha servido para trasvasar recursos desde la clase trabajadora hacia las elites económicas.

Un minucioso plan de trabajo que tendría a la ideología neoliberal dominante como autor intelectual y a los obedientes organismos económicos multilaterales (FMI, OCDE, Banco Mundial) como obedientes brazos ejecutores, y que se habría iniciado aún bajo los efectos del shock financiero global de finales de 2008 y 2009 con la socialización de las pérdidas de la banca por la vía de cargar al erario público los millonarios agujeros generados por las desmadradas estrategias de inversión de las entidades financieras.

Un movimiento audaz que tuvo el singular efecto de absorber en gran medida las potenciales pérdidas que se habrían visto obligados a asumir los inversores que apostaron por estos activos tóxicos (grandes bancos del centro y el norte de Europa) bajo el pretexto de salvar a las castigadas economías del sur y a costa de rebosar de deuda los balances de las economías periféricas, que se han visto de repente condenadas a un futuro de austeridad, cuentas por pagar y pérdida de derechos.

Una vez sentadas las bases del nuevo modelo sólo quedaba, en el lenguaje de las escuelas de negocios, implementarlo, poner en marcha las medidas necesarias para esa transfusión masiva de recursos desde los trabajadores a las elites dominantes.

Tudela detalla minuciosamente cada uno de los pasos de esta minuciosa estrategia de saqueo. Los recortes de derechos laborales y sociales para mejorar la competitividad de las economías… y los balances de las empresas a costa del salario o incluso el mismo empleo de los trabajadores; las reformas fiscales orientadas a elevar la presión sobre los impuestos que paga de igual toda la ciudadanía (IVA, IBI, impuestos especiales) y aligerarla sobre los más progresivos (IRPF) o los que afectan de forma directa a las empresas o las grandes fortunas (Impuesto de Sociedades, Sicavs, Patrimonio); la ausencia total de controles sobre cientos de inversiones públicas injustificables desde un punto de vista económico o social que, eso sí, alimentan las cuentas de resultados de las grandes empresas a costa de presionar al límite las finanzas públicas y restar recursos a políticas sociales; o la imparable, y muchas veces fronteriza con la ilegalidad, estrategia de privatización de los servicios públicos desarrollada con persistencia en los últimos años por los dos grandes partidos, y que se ha dado con especial virulencia en el ámbito de la Sanidad.

Lo preocupante, y lo que convierte Crisis S.A. en una obra necesaria, es que la deriva ha tenido consecuencias, y que éstas han sido demoledoras. Tudela lo acredita con cifras del INE. “Si se hubiera mantenido el reparto (entre la remuneración de los asalariados y el beneficio empresarial) como estaba antes de la crisis, los trabajadores habrían percibido 39.854 millones de euros más y las empresas habrían ganado 27.406 millones. Es decir, se ha producido un trasvase que se acerca a los 30.000 millones del trabajador al empresario”.

Si quieren terminar de indignarse lean este último párrafo también extraído por la autora de fuentes oficiales. Entre 2008 y 2013, la riqueza destinada a pagar sueldos a los trabajadores ha caído en 71.685 millones de euros; los beneficios empresariales, por el contrario, ya están prácticamente al mismo nivel que en 2008.

Ya saben quién ha pagado la crisis.

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