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ENTREVISTA | Ann Pettifor

“Los bancos controlan el sistema político y el sector financiero se ha separado de la democracia”

Ann Pettifor, economista especializada en finanzas y deuda soberana. Su último libro es La Producción del Dinero.

Valeria Álvarez

Ann Pettifor es conocida por su trabajo sobre la deuda soberana de los países más pobres, y el crecimiento de la deuda en la OCDE. Lideró la organización Jubilee 2000 que consiguió una condonación sustancial de la deuda de los países más pobres y cambios en las políticas nacionales e internacionales. Es autora de varios libros sobre economía política. La entrevistamos en Madrid con motivo de la presentación de su último libro, La producción del dinero: cómo acabar con el poder de los bancos (Ed. Los Libros del Lince).

En la introducción escribe que su objetivo es hacer el dinero y las finanzas accesibles, sobre todo para mujeres y ecologistas. ¿Qué espera lograr a través de ellos?

Las mujeres se llevan la peor parte de las malas políticas económicas, porque no son influyentes dentro del sistema monetario. Tiende a ser un juego de hombres, y eso tiene que cambiar. Su ignorancia del funcionamiento del sistema hace la situación más difícil para ellas. También significa que no hay un reto efectivo al sistema.

Los ecologistas piensan en el ecosistema sin pensar en cómo el sistema monetario alimenta el consumo, que a su vez alimenta las emisiones tóxicas. La expansión masiva del consumo desde la década de 1970 ha tenido un impacto sobre el ecosistema. Y no nos fijamos en algo que es causal, el dinero fácil, pero caro. Entonces no entendemos que hemos pasado de un sistema monetario bien regulado a uno donde cualquiera podía tener una tarjeta de crédito e ir de compras.

¿Puede explicar el dinero fácil y caro frente al dinero escaso y barato?

Lo tengo muy claro, en parte debido a mi experiencia con la deuda soberana. Lo que sucedió a los países pobres fue que sus administraciones impagaron su deuda. Los acreedores que se hicieron con la deuda, en el momento del incumplimiento, acumularon nuevos intereses. Muchos deudores soberanos iban al Club de París y descubrían que tenían “deudas fantasma” de las que no sabían, debido a los tipos de interés.

El dinero fácil sencillamente se asigna sin regular, para especular, sin preguntas. El dinero caro es el que tiene un precio alto. Suscribo la opinión de John Maynard Keynes de que en promedio, históricamente, las empresas en su conjunto tienen beneficios de alrededor de un 3% anual, y si los tipos de interés son más altos la deuda se hace impagable. Es absolutamente crítico que los tipos de interés se mantengan bajos.

Todo el mundo habla del entorno de tipos bajos de interés desde la crisis. No creo que los hayamos tenido. Sí ha sido así para instituciones financieras que pueden pedir prestado a bancos centrales. Las empresas pagan tipos mucho más altos que el tipo bancario, que es casi irrelevante para la economía real. Cuando la inflación ha sido efectivamente negativa, los tipos de interés son altos en términos reales.

Me fascina que los tipos de interés de alguna manera se han desconectado del negocio de prestar. En el mercado de derivados de tipos de interés, el tipo se ha convertido en una cosa en sí misma, casi independiente. Al comienzo de la crisis, en agosto de 2007, los bancos dejaron de prestarse entre sí, pero todavía había especulación sobre el Libor.

¿Qué determina el tipo de interés real?

Cada tipo de interés se determina individualmente en una relación social entre el deudor y el acreedor. No existe tal cosa como un tipo de interés natural. Hay un tipo del banco central determinado por un comité de hombres y mujeres. Ciertamente no depende de la demanda o la oferta de dinero. Como argumentaba Keynes, el tipo de interés se determina por la demanda de activos, no por la demanda de ahorro. En este momento hay escasez de activos contra los que pedir prestado, por lo que su precio ha aumentado. Los gobiernos no han producido la suficiente deuda soberana, que es uno de los activos más valiosos y fiables.

Esto va en contra de la austeridad y la consolidación fiscal. ¿Qué piensa sobre la hacienda pública?

El crédito no es dinero-mercancía, es dinero bancario, a menudo sólo digital. Se crea de la nada. Los prestatarios son fundamentales para la oferta de dinero y ahorro en la economía. Como funciona el sistema es: un prestatario solicita un crédito, se le concede en forma de depósito, que puede utilizarse como ahorro. No se empieza con ahorro. Para tener más ahorro en la economía necesitamos más deuda.

El prestatario más fiable es el gobierno. Y que el gobierno no pida prestado, en un entorno en el que el sector privado a) está demasiado endeudado para pedir prestado; y b) también carece de confianza para ello, ha creado una escasez de deuda. Los fondos de pensiones la necesitan para sus inversiones a largo plazo. Cuando el gobierno gasta, la cuestión no es la acumulación de la deuda. La cuestión es que gasta en la economía real y beneficia al sector privado. El gobierno genera los ingresos necesarios para luego generar ahorros, y luego más inversión y más ingresos.

Describe la creación del crédito bancario como algo político, y no una función de mercado.

Es una función social y muy politizada ahora. Hay control político sobre ello, y los bancos a su vez controlan el sistema político. El sistema bancario es un sistema de relaciones sociales entre los que tienen unos derechos y los que tienen la obligación de satisfacer esas demandas. Este sistema de activos y pasivos es el sistema monetario. Es un sistema de relaciones sociales que una pequeña élite ha capturado. Que el sector financiero se haya separado de la democracia reguladora y opere en la estratosfera ha politizado todo el proceso, porque el público es consciente de irregularidades, corrupción, y sobre todo de que muchos se enriquecen sin esfuerzo extrayendo rentas. Y esto causa las insurgencias que hemos visto.

¿Qué solución sugiere?

En primer lugar tiene que haber voluntad política de subordinar los intereses del sector financiero a los de la sociedad. Las empresas globales no puedan operar más allá de los límites de la democracia reguladora. Las políticas se aplican dentro de unas fronteras, tienen ciertos límites democráticos. El dinero detesta las fronteras. El sector financiero tiene que repatriarse y operar dentro de los límites reglamentarios de las democracias. Puede que sea demasiado tarde. Ya hay una insurgencia tan seria contra las finanzas globalizadas que soy bastante pesimista.

La segunda cosa importante es que, como muchos otros, me gustaría ver restaurada el equivalente de la ley Glass-Steagall (que en EEUU separaba la banca de inversión de la banca comercial).

Pero me gustaría ver a los gobiernos utilizar su poder de negociación. Estas grandes compañías globales quieren separarse de la democracia reguladora, y sin embargo poder personarse en los tribunales de las democracias para hacer cumplir contratos. Les podemos negar el acceso a los tribunales financiados por los contribuyentes, en tanto no paguen impuestos.

Esto enlaza con los tribunales de arbitraje inversor en tratados como CETA y TTIP.

Que están diseñados para estar fuera del control de la democracia. Karl Polanyi argumentaba que, si los mercados deciden ir más allá de los límites de la democracia reguladora, el pueblo se rebela casi al mismo tiempo, debido a que este proceso los empobrece. En Estados Unidos [Anne] Case y [Angus] Deaton muestran que amplios sectores de la clase obrera se suicida, es drogadicta y se muere temprano. Se debe a la desesperanza provocada por la determinación de estas fuerzas del mercado de desligarse de la democracia, y luego castigar a la población. La gente no lo puede soportar y se revuelve rápidamente. No me sorprende que votasen por Donald Trump.

¿Qué reforma monetaria necesitamos?

Ya he tocado la repatriación del capital offshore. Estoy a favor del control de capitales, porque los bancos centrales han perdido el poder de regular los tipos de interés sobre todo en el espectro de préstamos. La teoría de Keynes de la preferencia de liquidez muestra que la demanda de activos en todo el espectro puede satisfacerla el gobierno emitiendo deuda a varios plazos. Y cumple con diferentes motivos: el especulativo, el de ahorrar, o el de recuperar el dinero rápidamente.

Me gustaría que los bancos centrales gestionasen activamente los tipos de interés en todo el espectro de préstamos dentro de las economías nacionales. Para eso no se puede permitir a los flujos de capital transfronterizos subvertir la gestión de los tipos de interés dentro de la economía nacional. Ése fue su gran idea, y ha sido firmemente enterrada por la profesión económica. Pero es esencial para la reactivación de la economía y para luchar contra el cambio climático, porque necesitaremos gran cantidad de fondos. Tendremos que financiar una sorprendente transformación de toda la economía para apartarla de los combustibles fósiles. Y esta financiación no puede ser cara.

Para mí se trata de control de capitales, la preferencia de liquidez, y herramientas macroprudenciales. Hélène Rey, una economista distinguida y ortodoxa, ha discutido con los bancos centrales que deben gestionarse los flujos de capital transfronterizos. Puede terminar siendo asesora del señor Macron (candidato a la presidencia de Francia), así que podemos ver algún progreso. No sólo se llega a esto desde una perspectiva keynesiana. También los ortodoxos están empezando a darse cuenta de que la movilidad del capital es increíblemente desestabilizadora y desencadena insurgencias.

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