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Asia, la misteriosa fábrica de Inditex

Una tienda de Zara, marca propiedad de Inditex. EUROPA PRESS

Cristina G. Bolinches

Madrid —

En Bangladesh, 223.000 personas trabajan indirectamente para Inditex. Es el mismo país donde hace sólo unos días fallecieron más de 100 trabajadores en el incendio de dos fábricas textiles. Esa tragedia ha vuelto a poner de relieve la falta de seguridad laboral en el segundo productor mundial de prendas textiles por detrás de China.

Inditex no desvela qué empresas trabajan para ella ni en Bangladesh ni en ningún otro país. No publica ni el nombre de sus proveedores, ni cuáles son las condiciones de sus trabajadores subcontratados. Pero basta un dato para comprobar la relevancia que Bangladesh tiene en su modelo de abastecimiento. La plantilla en nómina de la multinacional gallega era de 109.000 empleados al cierre de 2011, prácticamente la mitad de personas que trabajan para ella en el país asiático. En Bangladesh, el salario medio de un trabajador textil es de 31 euros al mes, según han destacado los sindicatos locales tras el incendio del pasado sábado.

Para la empresa española dueña de Zara, Bershka o Massimo Dutti, su presencia en Asia es esencial, como lo es para el resto de multinacionales textiles como H&M, GAP o C&A. Todas aprovechan los bajos costes de producción en China, India, Pakistán o Camboya para poder mantener su competitividad y sus precios de venta lo más reducidos posibles, más aún en tiempos de crisis de consumo.

El 44,7% de los proveedores de Inditex son asiáticos. La empresa fundada por Amancio Ortega tiene en ese continente 625 de sus 1.398 proveedores. Esas sociedades deben cumplir un requisito: elaborar para ella más de 20.000 prendas anuales. En total, la cadena de suministro abarca más de 40 países. Se trata de proveedores a gran escala que, según señala la compañía, deben cumplir el código de conducta y los estándares de producción fijados desde la sede de Arteixo (A Coruña).

En su memoria anual, la matriz de Zara engloba sus proveedores por áreas geográficas (Asia, Unión Europea, Europa no comunitaria, América y África) y sólo detalla el número de trabajadores subcontratados en siete países: Bangladesh, China, India, Turquía, Marruecos, Brasil e India. En ellos trabaja a través de una figura denominada clúster. Se trata de un modelo de asociación integrado por proveedores, patronales y sindicatos con el objetivo de producir bajo estándares de producción “sostenibles” y cumpliendo “derechos laborales fundamentales”. Según un portavoz de la compañía, “el conjunto de los clústers representa casi el 90% de la producción total de Inditex”.

Gracias a estas asociaciones conocemos que en Bangladesh contaba a 31 de enero de 2012 (fecha en la que cierra su ejercicio) con 150 fabricantes, en China alcanzaba los 761, pero con menos trabajadores subcontratados, 166.000. En India, los fabricantes que trabajan para la empresa española tienen 51.600 empleados, cifra que se reduce a los 48.000 tanto en Marruecos como en Turquía, a algo más de 15.000 en Portugal y a cerca de 10.000 en Brasil.

Menos fabricantes en la Unión Europea

Mientras Inditex trabaja cada vez más con empresas asiáticas reduce progresivamente el número de fabricantes dentro de la Unión Europea. En 2009, trabajaban para ella 512 proveedores que deben cumplir los estándares de fabricación comunitarios. A finales de 2011 esa cifra se redujo hasta las 457 sociedades. No señala cuántos de ellos eran españoles. Mientras, en Europa del Este (fuera de la UE e incluida Turquía) trabajaba con 130 proveedores.

En cuanto a África y América su volumen de producción es menos relevante. En el continente africano cuenta con 122 proveedores, mientras que en toda América trabaja con 64 empresas. La compañía presidida por Pablo Isla justifica esta distribución por la necesidad de abastecerse en “áreas de proximidad a las sedes de sus cadenas, donde se encuentran los equipos de diseño y logística, lo que permite una rápida y flexible repuesta al mercado”.

Críticas por su falta de transparencia

Estos datos son insuficientes para las ONG que persiguen la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores textiles. “Falta transparencia, es una vieja demanda en el caso de Inditex, que no hace público el listado de proveedores, como sí hacen otras empresas textiles”, asegura Eva Kreisler, coordinadora estatal de la Campaña Ropa Limpia, coordinada por la ONG Setem, una de las organizaciones más críticas con el modelo de producción de Inditex.

El gigante español afirma que todas las empresas que trabajan para ella deben cumplir un código de conducta que la compañía supervisa a través de auditorías. “Aplicamos un política de tolerancia cero con determinadas prácticas, como puede ser el trabajo de menores, el trabajo forzado o el incumplimiento de políticas salariales adecuadas”, afirma Inditex. El año pasado realizó 2.739 auditorías que, según la empresa, ponen de manifiesto que casi el 90% de sus proveedores cumplen su código de conducta o incumplen algún aspecto del mismo considerado “no relevante”.

Sin embargo, para Eva Kreisler, las medidas correctivas hacia los proveedores se producen casi siempre a posteriori. Por ejemplo, el año pasado, el Ministerio de Trabajo de Brasil denunció las condiciones laborales de una de las empresas subcontratadas por Inditex, donde detectó “deficiencias en las instalaciones que suponían un riesgo de salud y seguridad en el trabajo e irregularidades en el registro laboral de sus empleados”, según asume la propia compañía. El proveedor aseguró entonces que Inditex era ajeno a las irregularidades en la subcontratación. La dueña de Zara cerró el asunto a través de un acuerdo con el Gobierno brasileño para financiar a ONG locales que amplíe la supervisión de las fábricas subcontratadas en ese país.

También hay pasos en la buena dirección. En mayo de este año, Inditex llegó a un acuerdo con la Federación Internacional de Trabajadores del Sector Textil (ahora rebautizada como IndustriALL) con el objetivo de reforzar el control de su cadena de producción y reconocer la libertad sindical de sus proveedores directos y subcontratados.

Los incendios de Bangladesh han vuelto a poner sobre la mesa el trabajo aún pendiente. En ese país, las mejoras pasan por un proyecto de reforma estructural de la industrial textil para mejorar las condiciones laborales de forma consensuada entre fabricantes y multinacionales. El proyecto, impulsado por la Campaña Ropa Limpia, cuenta con el respaldo de los sindicatos pero requiere el apoyo de, al menos, cuatro de las grandes empresas textiles que producen en el país.

Por el momento, sólo lo han respaldado la alemana Tchivo y la estadounidense PVH, matriz de Calvin Klein y Tommy Hilfiger. Inditex no valora esta propuesta. Asegura que ya trabaja con asociaciones locales que tratan de mejorar los derechos de los trabajadores y que, por ejemplo, el año pasado visitó y formó a 116 fabricantes locales. También el año pasado finalizó el pago de indemnizaciones por el accidente ocurrido en 2005 en una fábrica bangladesí llamada Spectrum Garments, cuyo derrumbe provocó más de 60 muertos y que, entre otras compañías, fabricaba para Inditex.

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