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EEUU y la UE negocian el mayor tratado comercial del mundo con dudas sobre su resultado

El Parlamento Europeo tiene la última palabra a la hora de ratificar el Tratado con EEUU.

Marta Garijo

Estados Unidos y la Unión Europea negocian un tratado que cambiará las reglas del juego comercial entre los dos bloques. Sus partidarios les parece una gran oportunidad para eliminar barreras con el fin de aumentar las transacciones y la inversión y sus detractores un acuerdo que va en detrimento de lo público y de las garantías sociales. En este contexto, en marzo se llevó a cabo la cuarta ronda de negociaciones del mismo –las conversaciones comenzaron en 2013 y no está previsto que culminen antes de 2015- que pretende tocar todos los campos desde la agricultura a las licitaciones públicas pasando por los derechos de autor.

“No es un tratado cualquiera es el tratado más grande del mundo”, apunta Tom Kucharz de Ecologistas en Acción. Una opinión similar a la de Sharon T. Freeman, presidenta y CEO de All America Small Business -una consultora estadounidense- que aseguraba hace unos días en Madrid, en una charla para hablar sobre los beneficios que tendría este acuerdo para las pymes, que nos encontramos ante el acuerdo más ambicioso que se haya visto jamás. A pesar de que ambos coinciden en la envergadura de la operación, no están de acuerdo respecto a las implicaciones que este puede tener. Bruselas y Washington venden este tratado como una vía para incrementar el comercio y los negocios entre ambos bloques; una fórmula win-win para ambos lados del Atlántico. Sin embargo, cada vez más organizaciones sociales y algunos partidos políticos fuera de los mayoritarios alzan la voz de alerta ante un acuerdo donde consideran que los grandes perdedores serán los ciudadanos.

La Comisión Europea en su página web explica que el TTCPI -las siglas en inglés para el nombre técnico del Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión- tiene como objetivo mejorar las relaciones comerciales mediante la eliminación de barreras comerciales y una simplificación en la compraventa de bienes y servicios. En la práctica, al ser los aranceles entre ambos bloques ya muy reducidos lo que se está negociando es una supresión de normativa que afecte al comercio o a la inversión.

Una de las voces de alarma sobre los cambios regulatorios que puede suponer el tratado está a la hora de amoldarse a los criterios de consumo de EEUU. Así, la posible eliminación del principio de precaución sería un ejemplo de estas normativas que podría ser borrada, explica Kucharz. En la Unión Europea esta norma permite que si los datos científicos no permiten una determinación completa del riesgo, pero se considera que este existe peligro para la salud humana, animal o vegetal se puede proceder a la retirada del producto del mercado mientras que en Estados Unidos es la Administración quien, por el contrario, debe demostrar que existe este peligro. “Esto es muy importante en la creación de legislación pública”, apunta el portavoz de Ecologistas en Acción.

Efectos económicos

Efectos económicosDiversos think tanks económicos han hecho estimaciones sobre lo que este acuerdo puede aportar a la economía de uno y otro bloque. El Centre for Economic Policy Research (CEPR) estima que el beneficio para la economía europea puede alcanzar los 119.000 millones de euros anuales y para la estadounidense la mejora puede llegar a los 95.000 millones. A pesar de las cifras que aporta la UE, Kucharz cita el estudio del Austrian Foundation For Development Research, un think tank austriaco que ha analizado los cuatro estudios que la Comisión Europea utiliza para promocionar este tratado. Aunque una de las banderas que se ha utilizado para promocionar este acuerdo es la creación de trabajos, dicho estudio esgrime que se puedan perder entre 430.000 y 1.100.000 puestos en la Unión Europea debido a la deslocalización de puestos que se lleven al otro lado del océano donde se pagan menos costes sociales.

Por su parte, el Centro Europeo para Política Económica Internacional (ECIPE) apunta que en el peor de los escenarios el crecimiento de las exportaciones de la UE a EE.UU. será de un 7% -lo que supondrá un aumento de unos 21.323 millones de euros- que en el mejor de los casos estiman que pueda llegar hasta el 18%- alrededor de 52.546 millones de euros-. Respecto al impacto en Estados Unidos, hablan de una horquilla de entre el 8% y el 17% en el aumento de las importaciones lo que variaría entre los 17.515 millones de euros y los 40.362 millones.

A pesar de estas cifras millonarias, Kutzman apunta que los costes sociales también pueden ser muy sustanciales pero no se han tenido en cuenta. “El coste del desplazamiento laboral puede oscilar entre 5.000 y 14.000 millones de euros por el tema de pagos de subsidios por desempleo”, señala. A lo que se añade una caída de los ingresos de públicos de entre 4.000 y 10.000 millones de euros por los impuestos no recaudados y las cotizaciones sociales perdidas. La eliminación de aranceles, por su parte, supondría una caída de los ingresos de alrededor de 20.000 millones de euros en el conjunto de la UE en los diez años posteriores a su entrada en vigor. Además, añade que la caída del comercio interno dentro de la Unión puede caer un 30% en diez años tras la entrada en vigor de este acuerdo.

A favor y en contra

“El Gobierno de España lo apoya sin reservas. El objetivo de este tratado es plenamente compartido por el Ejecutivo de España”. Así de rotundo se mostraba el subdirector general adjunto de Relaciones Exteriores y Asuntos Comerciales de la Secretaria de Estado para la UE, Antonio Millán, en el mismo acto que Freeman al hablar sobre la posición de nuestro país frente a este tema. Por su parte, Álvaro Schweinfurth, director adjunto del Departamento de Política Exterior y Relaciones Multilaterales de la CEOE aseguraba que las mayores ventajas de este acuerdo serían para aquellos sectores donde más barreras existen. Los empresarios tratan de hacer presión para conseguir que los acuerdos a los que se lleguen respalden su postura. De hecho, el vicepresidente de la patronal española, José Vicente González, se encuentra de viaje en Washington como representante de los empresarios españoles en una misión empresarial para debatir sobre el tratado.

Aunque otras voces muestran su preocupación por las consecuencias del acuerdo. “La peculiaridad del TTIP que nos ocupa es que, por vez primera, un Tratado de Libre Comercio e Inversiones se firma entre dos grandes potencias económicas: EEUU y la UE. En el TTIP las verdaderas perdedoras serán sus poblaciones”, recoge Carlos M. Ozcáriz en un blog de Equo. Un acuerdo que nace, en opinión de muchos, como respuesta al incremento de cuota de mercado que estaban obteniendo los países en desarrollo, en especial los BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

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