El Frob desmonta la coartada de los beneficiarios de las tarjetas en negro de Caja Madrid
La reacción ante las informaciones de usos de tarjetas 'en negro' por hasta 86 directivos de Caja Madrid (y cinco de Bankia) está siendo muy variopinta. Hay un despido (el del director general de Economía de la Comunidad de Madrid, Pablo Abejas), una dimisión (la de la presidenta de la Fundación Caja Madrid, Carmen Cafranga) y unas devoluciones parciales por parte de los consejeros de Bankia del dinero gastado, entre ellos Rodrigo Rato. Pero, en general, el grueso de los consejeros trata de justificar –casi todos off the record– el uso que hacían de la tarjeta.
La disculpa más generalizada para usar el plástico durante años con gastos en algunos casos de entre 25.000 y 50.000 euros anuales es la del desconocimiento del carácter fiscalmente opaco. Un consejero sí ha reconocido a eldiario.es la existencia de estas visas 'en negro', “pero no la mía”, aunque en general, todos aducen que eran tarjetas de empresa “normales” que les entregaba la dirección financiera para gastos de representación. Unos gastos de representación que en algunos casos (casi la mayoría) ascendían o sobrepasaban los 3.000 euros netos al mes.
Sin embargo, el Frob, el brazo financiero del Estado, dueño de Bankia y responsable de recuperar el dinero inyectado en el rescate, discrepa de esta posible percepción de legalidad que tenían los beneficiarios y desmonta así los argumentos uno a uno en el informe que se ha remitido al juez Fernando Andreu:
1. “No existía o no consta previsión contractual o estatutaria de la existencia de esas tarjetas y de su posible destino para usos particulares o ajenos a la actividad de la Caja”. Es decir, la asignación de la tarjeta con sus condiciones (límites, usos, etc.) no aparece reflejada en los contratos de los beneficiarios, o al menos Bankia no lo ha logrado encontrar. Así, los usuarios hacían uso de estas tarjetas sin que lo hubieran pactado o constara en algún tipo de acuerdo.
2. “Estamos hablando de personas que conformaban equipos de dirección o de gobierno de cajas o bancos, con responsabilidades y experiencia en puestos de diferente índole”. Con esta reflexión, el Frob recuerda que los usuarios de las tarjetas van desde un vicepresidente de Gobierno, un exministro, un ex secretario de Estado de Economía y, en general, personas con una altísima cualificación en el área económica que, precisamente, gestionaban un banco. Por esta razón, al Frob, eso de que “no sabía” no le vale, y les recuerda que si eran capaces de desempeñar estas actividades por su estatus, también deberían saber distinguir lo que era una tarjeta normal de empresa y lo que no.
3. “No se hace precisa una especial cualificación para separar el patrimonio particular y el patrimonio de la entidad, y para advertir el carácter indebido de un uso de la tarjeta ajeno a la actividad del cargo”. Esta reprimenda del Frob va especialmente dirigida a los beneficiarios de la tarjeta que sacaban habitualmente dinero del cajero o hacían la compra en el supermercado.
Ahora mismo no es posible saber quiénes utilizaban para estos usos las tarjetas, pero al parecer el juez Fernando Andreu sí tiene el detalle de cada uno de estos gastos de forma pormenorizada. El Frob remata su aclaración al insistir en que, si creían que eran realmente tarjetas de empresa con ese nombre, sólo deberían atenderse gastos de empresa, “mientras que las tarjetas personales que se cargan en cuentas propias atienden a los gastos personales de una persona o familia”.
El Frob sí ha visto el detalle de los gastos y parece que le queda claro por estas consideraciones que los gastos no eran de los que se pueden camuflar como “de empresa”. Según el contenido de los correos de Blesa publicados por eldiario.es, en realidad las tarjetas se concedían a muchos consejeros como un suplemento, ya que por su puesto en la entidad no podían tener otros “extra”, como las dietas que aportaban algunos cargos en empresas participadas por Caja Madrid. Poca duda cabe de que los usuarios que usaban las tarjetas en el supermercado sabían que no era una tarjeta de empresa.
4. El Estado recuerda en su informe sobre el uso de estos plásticos que no todos los que tienen derecho a una tarjeta la usaban para gastos personales. Es decir, había quien discriminaba y entendía para qué era el plástico y quien no. Así las cosas, el Frob cree que era “posible advertir lo indebido de un uso personal o impropio”.
5. Ante la razón que esgrime la mayoría de que la responsabilidad descansa sobre la dirección financiera de la entidad, que era la que repartía las visas, el Frob también da su opinión: “Refuerza la prudencia en el uso del medio de pago, ya que en todo momento debió asociarse la disposición a su cargo o condición, especialmente cuando no existió cargo alguno en sus cuentas propias”.
6. El Frob recuerda que circulaban dos tipos de tarjetas, las que eran de verdad de empresa y estas otras que Bankia ha identificado como emitidas “fuera del circuito habitual”. Había consejeros o directivos que tenían las dos, la de empresa de verdad y la 'black', y que esta duplicidad les debería dejar pocas dudas sobre la legalidad de una de ellas.
7. Por último, el Frob se detiene a estudiar dos “posibilidades en la percepción mental” de los receptores de estos medios de pago. Por una parte, que asumieran que era una tarjeta de empresa, lo que no legitimaría su uso personal y, por otra, que consideraran que era un concepto derivado de su relación laboral o mercantil, en cuyo caso deberían haber declarado a Hacienda y tributado, sin que “conste que lo hayan hecho”.
A todas estas aclaraciones del Frob hay que sumar el dinero que ha sido reclamado por el momento. Sólo los cinco directivos de Bankia que tuvieron estas tarjetas entre los años 2010 y 2012 ya han devuelto los montantes reclamados. Como, por ejemplo, Rodrigo Rato sólo había estado en este periodo, ha devuelvo de forma íntegra lo gastado, 54.800 euros. Cabe pensar que el exvicepresidente del Gobierno habrá estudiado jurídicamente la necesidad o no de devolver este dinero después de que la actual Bankia de Goirigolzarri se lo reclamara en junio.
Hasta que no salga a la luz el detalle de los gastos, muchos consejeros se seguirán escudando en que las astronómicas cifras eran para gastos de representación. Gastos que doblaban o triplicaban (era en neto) sus sueldos oficiales. Por el momento, ni el Frob, ni Bankia, ni la Fundación Caja Madrid han iniciado las diligencias para pedir la devolución de los fondos, por una disparidad de criterio interno sobre quién debe ser el responsable de reclamar este dinero indebidamente usado.