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La Policía conecta a una empresa presidida por Fernando Sarasola con la trama de blanqueo de Gao Ping

El empresario Fernando "Gigi" Sarasola junto con su madre, Maria Cecilia Marulanda, durante una boda en 2010. EFE/JUAN MARTIN

Alicia Gutiérrez

Las investigaciones sobre la red de blanqueo presuntamente ligada a Gao Ping han vuelto a desvelar su estrechísima conexión con los círculos de la alta sociedad española. Los seguimientos y pinchazos telefónicos ordenados por el juez han cazado al apoderado de una empresa que, según la información obrante en el Registro Mercantil, preside desde octubre de 2005 Fernando Sarasola, cuyo nombre no figura en el sumario: Grupo Salermar 98, dedicada la adquisición y gestión de valores mobiliarios. Escuchas y seguimientos han cazado al apoderado en lo que la transcripción de las conversaciones y la interpretación que la Policía hace de ellas indican que eran tratos para traer a España dinero en metálico procedente de paraísos fiscales y previo pago de la preceptiva comisión marcada por el entramado chino.

¿De quién era ese dinero y a cuánto ascendió? Los documentos consultados no lo precisan. Pero sí que al “entramado empresarial” al que pertenece Salermar 98 se le conocía en la red de blanqueo como “los de Génova”, la calle madrileña en cuyo número 15 se ubican Salermar y otra sociedad que, según el Registro Mercantil, está igualmente presidida por Fernando Sarasola y en la que consta como socio único, la inmobiliaria Fersamar SL. Cuando la Policía se refiere a “los de Génova” lo hace así: “Uno de los grupos de empresarios más prolíficos” en sus relaciones con la trama.

El nombre de Fernando Sarasola, famoso como hombre de negocios pero, sobre todo, como miembro de la jet madrileña, no aparece mencionado en los documentos del sumario a que ha tenido acceso este diario. Tan solo se repite el del apoderado de Salermar, José Antonio Gil González, a quien la Policía cita como “principal representante” de la empresa. Salermar 98 (mencionada erróneamente como Salemar en el sumario) y Fersamar no presentan cuentas al Registro Mercantil desde 2010. En esas últimas, referidas a 2009, ambas sociedades declararon pérdidas en sendos balances validados por Fernando Sarasola como presidente. El nombre de ambas apunta a que son un acrónimo de los apellidos familiares: Sarasola Lerchundi Marulanda la primera (Salermar) y Fernando Sarasola Marulanda (Fersamar), la segunda.

A tenor del sumario, el contacto con el grupo hispanoisraelí que supuestamente trabajaba con Gao Ping y se encargaba de la repatriación ilegal de fondos para clientes ricos en apuros se produjo a través de Fermín Lecanda Artiach. Considerado uno de los principales intermediarios de la llamada “trama hebrea”, Lecanda Artiach conoce desde hace al menos dos décadas a la familia Sarasola. Lecanda y Enrique Sarasola hijo, por ejemplo, fueron testigos en una boda celebrada en 1990. ¿Era Lecanda amigo también del apoderado José Antonio Gil? Nada sugiere que así sea o deje de serlo. Es, por tanto, una incógnita a quién se refieren Lecanda y su contacto en la trama de blanqueo, Malka Mamman, cuando, en una conversación telefónica intervenida, la prominente miembro de la trama hebrea dice a su interlocutor lo siguiente: “Enrique” [Lasarte, exconsejero delegado de Banesto con Mario Conde] no es como tu otro amigo de Génova, que es como un reloj suizo“.

A lo largo de una semana, este diario ha intentado sin éxito recabar la versión del apoderado de Salermar cuyas conversaciones fueron intervenidas por orden judicial, José Antonio Gil González. El apoderado atendió la primera llamada y colgó el teléfono en cuanto supo el motivo que la originaba: nunca más lo descolgó. Tampoco ha sido posible localizar a Fernando Sarasola, durante lustros rebautizado por la prensa del corazón como “Gigi”Gigi y quien según sus más recientes declaraciones públicas trata ahora de “solucionar problemas inmobiliarios”. Ayer, la persona que atendió el teléfono en el domicilio familiar aseguró que el empresario se encuentra de viaje pero facilitó un número de contacto con su equipo. En este caso, la mujer que levantó el teléfono lo volvió a colgar cuando la periodista le informó sobre las abundantes referencias que el sumario de la Operación Emperador contiene sobre Salermar 98 y le solicitó hablar con Fernando Sarasola para incluir sus opiniones sobre el asunto.

Sí fue posible conocer la versión del hermano más exitoso de la familia, Enrique Sarasola, propietario de la cadena de hoteles Room Mate. Según sus portavoces, Enrique Sarasola rompió por completo en 2005 con Salermar 98 y “las demás empresas” ligadas a su apellido y domiciliadas en el número 15 de la calle Génova de Madrid. “No tiene ninguna relación con los negocios de su hermano”, recalcaron los portavoces al tiempo que se declaraban incapaces de facilitar un móvil de contacto con Fernando Sarasola. Hasta 2002, Salermar 98 tuvo como presidente al fundador de la saga familiar, el célebre y ya fallecido empresario Enrique Sarasola Lerchundi.

El sumario del caso Gao Ping ya había destapado la relación de la policialmente llamada trama hebrea, centrada en el blanqueo de capitales, con empresarios de alto nivel y aristócratas. Fuentes del caso subrayaron a este diario que los nombres de todos ellos sólo quedaron plasmados en los informes policiales una vez que los investigadores constataron su verdadera identidad y obtuvieron indicios sólidos de su implicación en el caso. Así ocurrió, por ejemplo, con las hermanas Margarita e Inmaculada Borbón Dos Sicilias Lubomirska, parientes del rey pero no miembros de su círculo familiar directo. El juez comenzará en breve a citar a los clientes que traían dinero opaco a España, muy probablemente en calidad de imputados según quienes conocen el caso.

El sistema de repatriación ilegal de fondos funcionaba de forma sencilla: el cliente, siempre con algún depósito bancario en algún paraíso fiscal, comunicaba a la trama cuánto dinero quería en metálico. La red le facilitaba a renglón seguido un número de cuenta, generalmente localizada en China, a la que el cliente transfería desde el paraíso fiscal los fondos que deseaba recibir más la comisión estipulada. Una vez quedaba constancia de que el dinero había llegado a su cuenta de destino, los miembros de la trama hebrea le hacían la entrega en España: a domicilio muchas veces y, como en otros casos de corrupción, utilizando bolsas de plástico para esconder los billetes.

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