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El gasto de las familias, animado por la extra de Navidad, tira de la economía

Belén Carreño

MADRID —

“No muera usted por la décima”, le recriminó el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al periodista de El País que le entrevistaba en octubre de 2013 y le preguntaba por las previsiones de déficit. Y es que la décima, una décima, casi de cualquier estadística, se ha convertido en auténtico caballo de batalla económico para este Gobierno, y el anterior, como vara de medir el éxito o el fracaso de las medidas económicas.

La décima importa, al menos en política. Si el Gobierno vendió como un auténtico éxito crecer tres décimas en el último trimestre del año, su optimismo se ha visto enfriado por los datos definitivos de la Contabilidad Nacional que han anunciado hoy que esta recuperación, el primer brote verde talludito que se podía llevar a la boca el Gobierno del Partido Popular, se ha quedado en un 0,2%. Que en cifras tan pírricas es, nada menos, que un tercio menos del crecimiento esperado. En tasa interanual, la que finalmente se toma como referencia, la caída en los tres meses frente al mismo periodo de 2012 ha sido del 0,2%. En total, 2013 se salda con una contracción de la economía del 1,2%.

Peleas estadísticas, y decimales a parte, los detalles del engranaje de la economía que ha ofrecido hoy el INE arrojan datos de cambio de tendencia mucho más alentadores que ese soñado repunte estadístico. El consumo privado da por fin señales de recuperación. Así, el año se cerró con un crecimiento del gasto de los hogares del 0,7% en términos interanuales, la primera subida en once trimestres y la más sólida desde hace 14 trimestres.

No se puede ocultar el efecto de la paga extra en este repunte del consumo de los hogares. Como tampoco se puede relativizar el efecto en la remuneración de los asalariados que crece respecto a 2012 (cuando tres millones de funcionarios se quedaron sin su extra de Navidad).

Esta subida no ha logrado contrarrestar la caída del 3,5% del gasto público en el último trimestre del año. Esta acusada reducción del gasto público es la que ha contenido a la economía de subir con más fuerza en este último trimestre del año.

Por su parte, la inversión sigue cayendo pero lo hace a su menor ritmo desde el primer trimestre de 2008, al haberse encogido un 1,7% en términos interanuales. La inversión ha llegado a caer a tasas próximas al 20% en los peores momentos de la crisis.

El posible cambio de tendencia se ve también en la evolución de las importaciones y las exportaciones. Si hasta ahora eran las exportaciones las que apuntalaban la crisis, la mejora de la demanda nacional ha comenzado a dar la vuelta a este marcador. Las importaciones crecen un 2,7%, su tasa más alta desde hace algo más de dos años. La demanda nacional ya solo resta al PIB un 0,6.

Por sectores, las cifras arrojan un resultado agridulce. Los servicios, el sector que aporta alrededor de un 70% del PIB en España, crece un 0,5% en el último trimestre del año, algo no visto desde el primer trimestre de 2012. Pero es la agricultura la que creció a mejor ritmo en los últimos tres meses de 2013, confirmando los datos de empleo que ya había dado la EPA, donde buena parte de la mejora había sido canalizada por este sector gracias a la histórica cosecha de la aceituna. La industria también asoma un tímido resultado positivo.

El empleo descendió a un ritmo anual del 1,6% en el cuarto trimestre de 2013, frente al -3,3% del tercer trimestre, lo que supone una reducción neta de cerca de 265.000 puestos de trabajo a tiempo completo en un año.

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