Las empresas carecen de un protocolo para expatriar a un empleado LGTB a un país donde la homosexualidad es delito
“Es inconcebible forzar a alguien a ir a un país donde sus semejantes son condenados por su condición”. Es una de las frases con las que Laurent exige a través de una petición en Change.org que los empleados LGTB de Air France puedan decidir si trabajan en los vuelos a Irán. El miedo a viajar a Teherán tiene fundamento, ya que el país, castiga la homosexualidad con la pena de muerte.
Según la ILGA (International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association) y a fecha de mayo, en 13 países todavía se contempla la pena de muerte para castigar la homosexualidad, y en otros 75 estados no ser heterosexual conlleva penas de prisión incluso de cadena perpetua. Países como Irán, Arabia Saudí o Mauritania son de lo más implacables contra la comunidad LGBT, pero en otros como Rusia la homosexualidad está muy perseguida.
De ahí que uno de los debates tenga que ver con estos países, y con los empleados LGBT que por motivos laborales deban trabajar en estados que persiguen la homosexualidad para castigarla. El caso de los empleados de Air France pone el foco en una situación que obliga a las empresas a conocer la orientación sexual de sus trabajadores antes de ponerles en riesgo viajando a países que restringen la homosexualidad. Ernst & Young es de las pocas empresas a nivel mundial que sí tienen en cuenta la orientación sexual a la hora de hacer cualquier movimiento con un empleado. Por ejemplo, un portavoz de la compañía explicó a Bloomberg como a un empleado gay que iban a mandar a Rusia terminaron enviándolo a París, manteniendo así la opción de que desarrollara su carrera en el extranjero, sin que fuera cancelada por ese motivo. No obstante, ¿se cumple esto en las empresas españolas? ¿Existe algún protocolo de actuación al respecto?
Las empresas españolas no lo contemplan
En España tener una orientación sexual no hetero sigue sin estar normalizado y tiene su eco en el ámbito laboral. Una denuncia generalizada del colectivo LGBT es que cuando se cambia de trabajo, muchas personas “vuelven al armario” hasta volver a estar seguros de poder mostrar su condición. De hecho, un estudio determinó que el 60% de las personas LGBT había sufrido discriminación en el trabajo en los dos años anteriores a la publicación del trabajo. Y esta homofobia se produce en un país donde otro estudio que resalta a España como el país que mayor aceptación tiene de la homosexualidad en el mundo.
Pero los destinos a los que puede ir un trabajador de una empresa española expatriado son los que generan las dudas sobre cómo proteger a los empleados si por ejemplo tienen que ir a desempeñar sus funciones a Iran. Allí la homosexualidad está castigada con la pena de muerte, pero no son pocas las multinacionales que no se resisten a los yacimientos petrolíferos en la zona, como Repsol. Preguntados por si conocen la orientación sexual de sus empleados, desde la española responden que “nosotros no nos metemos en la intimidad de los empleados, no sabemos su orientación sexual ni les preguntamos por ello”. Añaden que “nosotros tenemos una política de diversidad global, que incluye a todo el mundo. No tenemos una política específica hacia el colectivo LGBT, sino que hacemos inclusión en general”. Respecto a los trabajadores LGBT que van a trabajar fuera, los denominados expatriados, aseguran que “antes de ir les proporcionamos todo tipo de información de integración cultural, lo que incluye datos, costumbres, valores, legislación, normas de comportamiento del lugar, para que puedan valorarlo todo bien”.
Otra nación de mentalidad similar es Arabia Saudí. Con la construcción del AVE a la Meca, Renfe ha pasado a tener importantes intereses en uno de los países más intolerantes con la homosexualidad. Pero sobre ello, la compañía considera que la orientación sexual “es algo que no preguntamos a nuestros empleados, no se nos pasa por la cabeza”. Y en el caso de tener empleados expatriados homosexuales, comentan que “si surgiera la situación, la valoraríamos individualmente”.
Rusia es otro de los países hostiles hacia el colectivo LGBT. Si bien no llega a castigar con la muerte a los homosexuales, desde 2013 existe una ley que no permite a los LGBT manifestar en público su condición, a riesgo de sufrir represalias a nivel institucional. A día de hoy son varias las empresas españolas con intereses en el país de Vladimir Putin, como Inditex, con 485 tiendas en Rusia a finales de 2015. Cuestionados sobre si es un factor tenido en cuenta antes de enviar trabajadores a Moscú, responden que “Inditex pone a disposición de todos sus empleados en todo el mundo múltiples canales para que puedan transmitir cualquier situación relacionada con el respeto a la diversidad y la tolerancia cero de la compañía hacia cualquier clase de discriminación”. Otra de las compañías con intereses en Rusia es la fabricante de material ferroviario CAF, pero fuentes de la empresa admiten que no tienen “una política específica para el colectivo LGBT”.