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Santander aconsejó comprar acciones de Abengoa hasta el día antes de sus últimas cuentas catastróficas

Banco Santander recomendaba a sus clientes comprar Abengoa pese a las dudas de la compañía.

Marta Garijo

A la hora de comprar o vender una acción, los informes de los analistas bursátiles orientan a los inversores menos experimentados. Además de las gestoras más especializadas, los propios bancos tienen divisiones de analistas que elaboran informes y que son la brújula que utilizan las oficinas bancarias para asesorar a sus clientes. Banco Santander, uno de los principales acreedores de Abengoa, es una de las entidades que seguían más de cerca la evolución de la acción de la compañía y que con más perseverancia han recomendado a sus clientes invertir en ella. Así, el día antes de que Abengoa presentara las cuentas del primer semestre de 2015 que han terminado conduciendo a la empresa al preconcurso, el banco emitió un análisis (30 de julio) donde recomendaba comprar sus acciones y le otorgaba un precio objetivo -el que considera el analista que tocará cada título- de 4,10 euros mientras que en la Bolsa la acción cotizaba en aquel momento a 2,17 euros. A cierre de esta edición, cada acción apenas vale 0,40 euros.

En esa misma fecha las recomendaciones vigentes de otros dos de los bancos españoles acreedores, que también seguían los movimientos de la acción, emitían consejos más prudentes para sus clientes. Caixabank tenía la acción “bajo revisión” en la última recomendación de su analista fechada en abril de 2015. Por su parte, Sabadell aconsejaba “vender” con un precio objetivo de un euro. Santander era con diferencia el más optimista respecto al recorrido que podría tener la acción, es decir, respecto a lo que podía ganar el inversor que decidiera seguir apostando por Abengoa porque para ellos el precio al que debería cotizar la acción casi doblaba al que marcaba en ese momento en el mercado.

Las razones que aportaba el informe de Santander del 30 de julio para justificar esta recomendación de compra es que la acción caía por la falta de confianza y no porque el negocio fuera malo. Así, el texto apuntaba que el comportamiento de la acción -había vivido fuertes oscilaciones en las últimas sesiones con caídas superiores al 7% el 23 y 24 de julio- no era consecuencia de los “fundamentales de la compañía sino de una falta de confianza y de la incertidumbre sobre sus niveles de caja”. “Consideramos que la situación es difícil pero que debería ser manejable”, apuntan. En este sentido, el texto prosigue asegurando que la compañía debe ser muy clara en sus mensajes para convencer al mercado de que la situación de caja no ha cambiado y explicar las razones para utilizar estos instrumentos financieros.

Apenas unas horas después de que el analista publicara esta opinión (el viernes 31 de julio), la compañía publicaba unos resultados que cuestionaban algo más que un problema de caja y de falta de confianza. La empresa tenía verdaderos problemas de liquidez para hacer frente a los pagos más básicos como salarios o proveedores.

Finalmente, el lunes 3 de agosto la compañía anunció una ampliación de capital por 650 millones de euros para reducir su deuda corporativa. Este anuncio hizo que las acciones se desplomaran un 31% ese día y un 26,22% en la jornda seguiente. Entonces Santander cambió la recomendación sobre los títulos de Abengoa a “retener” y rebajó el precio objetivo hasta los 2,7 euros. Recomendar vender en mitad del tsunami hubiera sido una locura porque supondría asumir unas fuertes pérdidas en la cartera. A pesar de esto, las acciones han caído aún más desde entonces según se han ido sucediendo los acontecimientos que han acabado con la ampliación de capital frustrada y la posterior petición del preconcurso de acreedores. Cuando la operación parecía que iba hacia delante el grupo Gestamp renunció a entrar en el accionariado de Abengoa si no había una reestructuración de la deuda pactada con los bancos acreedores. 

Cómo contabilizar la deuda

Es difícil creer que a un analista que siguiera la acción de cerca le pudiera pillar por sorpresa este giro de los acontecimientos porque en el mercado ya había dudas sobre la fiabilidad y la transparencia de las cuentas de la empresa. El 12 de noviembre de 2014 tras el cierre de la Bolsa Abengoa presentaba las cuentas de los primeros nueve meses de 2014 y realizaba un profit warning, es decir, advertía al mercado de que finalmente los beneficios de la compañía serían menores de los esperados. Tras conocerse esto, las acciones de Abengoa cayeron un 18,2% al día siguiente. La caída prosiguió al día siguiente cuando cerró la sesión con una bajada del 36,6%.

La conclusión fue que había algo más que este aviso de menores beneficios. El mercado detectó que Abengoa estaba contabilizando dentro de sus cuentas unos bonos verdes por valor de 500 millones de euros como si no fueran parte de la deuda corporativa de la compañía, es decir, que consideraba que no tenía que responder por ellos. Esta cantidad podía haber sido vista como algo asumible por la empresa, sin embargo la agencia de calificación Fitch dió la voz de alarma elevando la cantidad de deuda que Abengoa tenía cuantificada en sus cuentas en 1.592 millones de euros.

Esto no acabó aquí y el mes de noviembre fue complicándose para la compañía que veía cómo en el mercado aumentaban las dudas sobre su situación. El 17 de noviembre de 2014 tras haber reformulado sus cuentas, Abengoa decidió realizar una conferencia teléfonica con los analistas para tratar de tranquilizarlos. En esta conversación Manuel Sánchez Ortega, quien en aquel momento consejero delegado de la compañía, aseguró a los inversores que iban a utilizar parte de la liquidez disponible para recomprar deuda emitida por la compañía y marcó nuevos objetivos de apalancamiento. Tras este movimiento, Santander emitió una recomendación que aconsejaba “retener” la acción. Por su parte, Sabadell se decantaba por “vender” mientras que Caixabank emitía un consejo de “comprar”. Sin embargo, Santander fue el único de los tres que acabó elevando de nuevo su recomendación, justo horas antes del abismo, y arrastrando a sus clientes a apostar por el valor.

Las recomendaciones sobre Abengoa

Santander es uno de los principales acreedores de la compañía andaluza con alrededor de 1.550 millones de euros. De hecho, solo está superado por el Tesoro estadounidense que tiene créditos por valor de 2.200 millones de euros con fecha del 30 de septiembre.

¿Existe conflicto de intereses entre que un banco sea acreedor y analista? Javier Flores, responsable del servicio de análisis de la Asociación Europea de Inversores Profesionales apunta que si “existen murallas chinas entre la parte de análisis y la división que analiza la parte relativa a concesión de créditos no debería haber conflicto”. Sin embargo, señala que “en la práctica las murallas chinas no funcionan”.

“No es tan fácil saber cuando una compañía va a caer o no caer”, apunta Nicolás López, analista de MG Valores, que apunta que hay empresas que consiguen salir del preconcurso tras reestructurar o vender activos. “Los precios objetivos se marcan en función de las expectativas y previsiones de negocio”, añade López.

Flores señala que se han observado “malas prácticas, falta de transparencia y una estructura muy compleja en Abengoa”. Aunque también apunta que en los últimos tiempos ha habido “signos muy graves para preocuparse” relacionados con la empresa.

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