La UE abandona a Grecia a su suerte
Dieciocho países de los diecinueve cuya divisa es el euro se han confabulado rápidamente este sábado para dar los primeros pasos que pueden hacer posible la expulsión de Grecia de la moneda común, una acción con consecuencias impredecibles para toda la UE. En una jornada de locura, el Eurogrupo (los ministros de Finanzas de la zona euro) emitió un comunicado del que no hay precedentes y el presidente del cónclave, Jeroen Dijsselbloem, confirmó que la extensión del programa expiraba el martes 30 de junio, cinco días antes del referéndum convocado por Tsipras.
El comunicado fue firmado por todos los ministros, excepto por el griego. Acto seguido, se convocó otra reunión a la que no acudió el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis. A esta segunda cita se la definió como “informal” para obviar el hecho de que es ilegal que un país de la eurozona no sea invitado a asistir. Dijsselbloem dijo después que Varufakis había abandonado la primera reunión antes de que finalizara.
Finalmente y ya cerca de las nueve de la noche, Dijsselbloem compareció por segunda vez y corroboró sus palabras iniciales. El ministro socialdemócrata holandés intentó librarse de toda responsabilidad sobre el fin de las negociaciones, justo antes de que Grecia tenga que devolver un préstamo de 1.600 millones al FMI, y más de 7.000 millones a sus acreedores entre julio y agosto.
Preguntado por una periodista que por qué no se extendía el rescate hasta la fecha del referéndum (5 de julio), Dijsselbloem evitó dar una respuesta clara y se defendió con que no fue el Eurogrupo el que rompió la baraja. “La decisión de parar la negociación ha sido del Gobierno griego”.
“Veremos lo que pasa esta noche [del sábado, en la que se debatía la consulta] en el Parlamento griego”, apostilló Dijsselbloem. Era una forma de escaparse de la pregunta: la Cámara Baja cuenta con suficiente mayoría para respaldar la consulta dada la holgada mayoría de Syriza y sus aliados.
En la primera comparecencia, Dijsselbloem, al igual que otros ministros europeos, había sido más tajante al decir que Grecia “aún tiene que pagar sus deudas” con el FMI (una institución que no es europea). También abroncó a sus dirigentes por “irresponsables” y les achacó su “falta de credibilidad”.
Varufakis le respondió con la misma contundencia: “Creo que se ha abusado demasiado del término credibilidad”, señaló el ministro griego. “Creo que son los anteriores griegos los que carecieron de credibilidad y que son las instituciones las que carecen de credibilidad. Creo que no hay un lugar en el mundo en el que se vea tan claro cómo las políticas de austeridad han fallado”.
El ministro alemán Wolfgang Schäuble había afirmado precisamente esta semana: “Es más importante la credibilidad que la integridad de la Eurozona”.
La respuesta de Varufakis
Varufakis improvisó su rueda de prensa casi a la misma hora que Dijsselbloem. Se mantuvo tranquilo a pesar del nerviosismo palpable en el ambiente. Aseguró que aún tenía esperanzas, tampoco muy realistas, de que un acuerdo de última hora tuviera lugar este sábado para evitar el default al FMI y la salida de la eurozona, “a pesar de que los acreedores dan signos de querer cerrar la puerta”.
“Un rechazo a un acuerdo dañará seriamente la credibilidad del Eurogrupo como un órgano en el que los estados miembros debaten democráticamente. Y el daño será permanente”, avisó. No hizo mención a la reestructuración de la deuda y resaltó que las principales diferencias residen en la “desigual carga” de las medidas y en la inutilidad de aceptar la extensión del rescate (15.500 millones) para la economía griega, porque supondría devolver esa cantidad íntegra a los acreedores de aquí a noviembre y no revertirla en beneficio de la sociedad helena.
Sólo Francia pareció dudar ante el curso de los acontecimientos. Michel Sapin, titular francés de Finanzas, declaró con una ambigüedad descarada: “Grecia sigue siendo parte de la eurozona y del euro. Es verdad que la salida de la eurozona puede ser una de las consecuencias del referéndum, pero todavía no ha llegado ese día”. Para que no pareciera que el Eurogrupo había decretado en la práctica la expulsión de Grecia, al terminar el segundo Eurogrupo hacia las ocho de la tarde, los ministros de los 18 países repitieron al unísono que Grecia seguía formando parte de la eurozona.
Al despedirse, Varufakis confirmó a la prensa griega que se encontraría lo antes posible con el BCE, cuyo consejo se reúne a su vez el domingo para adoptar una decisión sobre la continuación de su apoyo a los bancos griegos. Sin embargo, todo apunta a que mantener las líneas de emergencia que evitan la quiebra de la banca sería contrario a los tratados de la UE. Y cortar estas vías urgentes de liquidez equivaldría prácticamente a hundir a la banca griega y después expulsar a Grecia del euro.
Otros no piensan igual. Un análisis de The Wall Street Journal sobre el escenario hipotético que se cierne sobre Grecia recordaba que “si el BCE quiere mantener a los bancos griegos a flote incluso más allá del 5 de julio, es altamente probable que exista una vía para ello”.