Los ayuntamientos salvan las cuentas de Montoro para cumplir con el déficit prometido a Bruselas
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha logrado cumplir por fin con un compromiso sobre cuentas públicas pactado con Bruselas. Desde que llegó al Ejecutivo en 2012, cada ejercicio ha sido una decepción para los burócratas europeos que vieron que año tras año España no cumplía con el tamaño del agujero de las cuentas públicas pactado en la senda fiscal. Y este año ha conseguido por fin cumplir su palabra gracias a los pequeños ayuntamientos que han compensado los excesos del resto de las administraciones públicas que forman el Estado.
En el tajazo de 2010 y ante la crisis de deuda, el Gobierno socialista se comprometió con sus socios europeos a conseguir un déficit del 3% (la cifra que la UE considera sana para la economía), en 2013. Cuando el PP llegó al Gobierno se encontró con unas cuentas que tenían un agujero en las cuentas equivalente al 9,28% del PIB, lo que hizo saltar por los aires toda la senda fiscal prevista por la Comisión Europea. A partir de ese momento, todo han sido revisiones, retrasos e incumplimientos.
El punto más complicado de la relación de Madrid con Bruselas se dio con el Gobierno en funciones cuando Eurostat certificó que las cuentas públicas españolas se habían desviado en 2015 hasta el 5,1%, muy lejos del 4,2% que se había firmado inicialmente. La Comisión Europea, cansada de años de retrasos, barajó poner una multa a España, pero al final el Gobierno de Rajoy se libró de ella.
Por eso Montoro ha exhibido con alivio el cierre de las cuentas públicas de 2016, que ahora la oficina estadística europea tendrá que refrendar. Pero esta victoria no la habría conseguido sin los más de 7.000 millones de euros de superávit que han logrado ahorrar los ayuntamientos españoles y que han salvado las cuentas españolas de un nuevo desvío.
Lo cierto es que la Administración central, la que más puede embridar Montoro directamente, no ha cumplido con su objetivo de un déficit del 2,2%. Pese a las medidas extraordinarias que se tomaron el año pasado y que causaron graves trastornos a los ministerios por la falta de presupuesto en el último trimestre del año, el Gobierno central se ha desviado en tres décimas (algo más de 3.000 millones de euros) sobre sus planes.
Tampoco las comunidades autónomas han logrado cumplir con los objetivos impuestos, en este caso desde Madrid, y que habían fijado el déficit en un 0,7%, que finalmente se ha ido hasta un roto del 0,82%.
La Seguridad Social sigue fuera de control y su agujero no deja de crecer alcanzando su récord en el equivalente al 1,62% del PIB (algo más de 16.000 millones de euros). Eso sí, en línea con lo previsto inicialmente en los cálculos remitidos a Bruselas.
Evolución del saldo presupuestario de las corporaciones municipales (en millones de euros)
Pero los ayuntamientos han salido al rescate de estas finanzas desbocadas contribuyendo con un superávit equivalente al 0,64% del PIB, esto es, los 7.000 millones. Aunque este margen era esperable, el Gobierno no cuenta con él cuando remite las cuentas a Bruselas ya que no se les puede exigir a los municipios superávit. Solo que cuadren sus cuentas al 0%, y de ahí, todo lo demás, sirve de colchón para el resto de administraciones que no cumplen.
Las corporaciones locales de menor tamaño son las que menos margen tienen para esquivar el estricto control que les impone Hacienda. La famosa regla de gasto, que no permite gastar los nuevos ingresos a los ayuntamientos (que tienen que destinar estos remanentes a amortizar deuda), apenas les deja maniobra en sus cuentas públicas.
De los 7.000 millones aportados por los ayuntamientos para sanear las finanzas del Estado y cumplir lo pactado, casi 1.115 millones de euros los arroja el Ayuntamiento de Madrid con su superávit. Barcelona ha conseguido tener un exceso en sus finanzas de 113 millones de euros. Valencia y Zaragoza, otros dos ayuntamientos del cambio, arrojan también un alto superávit, 126 millones y 110 millones respectivamente.
Pero en términos generales, los que más han arrimado el hombro para mejorar sus cuentas públicas han sido los municipios de menor tamaño. Las diez principales corporaciones municipales (ver gráfico) han empeorado ligeramente su saldo respecto al del año pasado (128 millones de euros menos). Sin embargo, el resto de actores municipales han mejorado en más de 2.000 millones de euros sus cuentas respecto al año pasado.
Según los expertos, la regla de gasto que se aplica a los ayuntamientos “no sólo es ineficiente, porque no se emplean recursos disponibles, sino que es contrario a la equidad ya los ayuntamientos no están sobrefinanciados, son recursos que necesitan”.
Este control del Estado sobre las cuentas municipales ha sido un caballo de batalla de los ayuntamientos del cambio que tomaron las riendas de los principales municipios hará dos años. Especialmente beligerante ha sido el concejal de Hacienda de Madrid, Carlos Sánchez-Mato, que combate la regla de gasto activamente. Una red de ayuntamientos se ha unido contra las imposiciones de Montoro peleando activamente para no tener que cumplir con la normativa de la regla de gasto.
Con todo, no ha sido Montoro quien ha logrado que por fin España haya alcanzado un déficit en sus cuentas alineado con los compromisos europeos. Han sido los pequeños ayuntamientos los que han aportado al Estado lo suficiente para que un año más no se afeara nuestro incumplimiento.