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Cuatro años después del rescate, la banca entra en una nueva crisis por su modelo de negocio

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Marta Garijo

La explosión de la burbuja del ladrillo fue el detonante de la crisis en España que se saldó con una importante reestructuración bancaria. En 2009, el Banco de España intervino Caja Castilla La Mancha y a partir de ese momento se desató un cambalache de compras, fusiones frías, desaparición de las cajas, test de estrés a la banca y creación de un banco malo para aparcar los activos inmobiliarios tóxicos de las entidades. La guinda: el rescate de Bruselas, la nacionalización total de Bankia y la parcial de otras entidades por no hablar del paquete de ayudas fiscales y de avales públicos. Cuatro años después, el sector sigue en crisis, esta vez una más profunda: la del modelo de negocio. La digitalización, los tipos de interés negativos y las mayores exigencias regulatorias han llevado a los banqueros a no tener idea de cómo ganar otra vez grandes cantidades de dinero.

La ampliación de 2.505 millones anunciada ayer por Popular ha desatado todas las alarmas. En el año 2016, esta entidad tiene todavía problemas por su excesiva exposición al sector inmobiliario. Marc Ribes, intermediario financiero y cofundador de BlackBird, señala que el problema que ha vivido Popular es que ha pasado de ser un banco muy solvente a tomar riesgos que antes no asumía. “Ha habido un exceso de ambición”, dice al hablar de la gestión de la entidad y añade un problema de financiación excesiva. La nueva contabilidad que promueve el Banco de España a la hora de contabilizar los créditos dudosos también perjudica especialmente a la entidad.

El mismo día que se anunciaba esta sorprendente ampliación (con la que se capta dinero fresco para fortalecer el capital del banco), el diario Expansión publicaba un frustrado acuerdo de fusión entre Popular y Sabadell. No se logró consenso entre las dos entidades, pero este movimiento se suma al runrún que se escucha en el mercado sobre posibles fusiones o compras de las entidades más pequeñas. En este sentido, hace unas semanas el Gobierno ya confirmó que estudiaba la fusión entre las nacionalizadas Bankia y BMN.

Como telón de fondo, la nueva regulación europea que exige mayores requisitos de capital a las entidades, aunque el pasado diciembre todos los bancos españoles habían superado holgadamente los niveles. Sin embargo, los grandes bancos españoles pidieron que se acelere la entrada en vigor de la nueva regulación porque aún no se han clarificado los nuevo requisitos de capital para las entidades, lo que les penaliza en la cotización.

“El sector vivió una primera reestructuración entre 2008 y 2015, ahora está viviendo una segunda que no sabemos cuánto va a durar”, explica Rodrigo García, director del programa directivo de Innovación y Tecnología del IEB.

Recorte de empleo

Las consecuencias de esta crisis de modelo en el sector son nuevos despidos, cierres de oficinas, anuncios de fusiones y venta de activos. En lo que va de año, varias entidades han presentado recortes de plantillas que se saldan con la destrucción de unos 4.000 empleos. Santander ha pactado con los sindicatos un despido colectivo que afectará a 1.380 trabajadores, Caixabank ha acordado 484 prejubilaciones, Liberbank plantea un plan de 979 bajas; Novobanco, de 125 y Ceiss, un ajuste de 850 trabajadores. Además, los sindicatos señalan que otras entidades están realizando prejubilaciones durante el año en forma de goteo que no están contabilizadas.

A esto García añade la “digitalización del sector que conlleva pasar de un medio físico a un medio digital”. Un informe de Citi cifra el recorte del empleo que se vivirá en los próximos diez años por la irrupción de las nuevas tecnologías en el 30% de las actuales plantillas de la banca europea y estadounidense, un dato que crece hasta el 40%-45% si se toman las cifras de la época precrisis. Todo apunta que el futuro de la banca pasará en gran parte por el móvil o el ordenador con oficinas que solo se destinen para trámites puntuales. García apunta que en general la banca está tendiendo a un modelo de sucursales más grandes y con un mayor número de empleados aunque esto suponga un desplazamiento para el cliente.

Gran parte de estos recortes de plantilla que han planteado las entidades pasan por las prejubilaciones. “Los ERE no son buenos, ni la reducción de plantilla, incluso las prejubilaciones no son buenas, pero pueden ser menos desfavorables”, señala Juanjosé Giner, secretario general del sector financiero de Comisiones Obreras, que apunta que es mejor buscar alternativas a los despidos como prejubilaciones, bajas voluntarias o la posibilidad de cambios dentro de la empresa siempre que esto sea posible.

Ante este desafío al que se enfrenta el sector, las entidades amenazan con aumentar comisiones. El presidente de la AEB, José María Roldán, ya apuntó hace unas semanas que “el tiempo de servicios financieros gratis” tocaba a su fin en un momento en el que la banca está viendo cómo se complica su rentabilidad. La memoria de estabilidad publicada por el Banco de España señala por su parte que el negocio doméstico se contrajo nuevamente el año pasado aunque a un ritmo cada vez más moderado. Esta evolución vino acompañada de un descenso del resultado consolidado en un 3,5% respecto a 2014, asociado fundamentalmente al empeoramiento de los márgenes en el negocio en España. Lo que todavía no está claro son cuáles son los servicios por los que la banca cobraría en un momento en el que la guerra por captar nóminas está llevando a que las entidades están ofreciendo servicios gratis a quienes domicilien con ellos la nómina o pensión.

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