No es país para jóvenes: un mercado de trabajo pequeño y envejecido
En apenas tres meses, la diferencia entre el otoño de 2013 y este arranque de 2014, 52.000 personas activas, esto es, que se declaran con trabajo o buscándolo para tenerlo, de entre 30 y 34 años desaparecieron del mercado de trabajo. Son el colectivo de trabajadores que ha desaparecido en un bloque más grueso, seguidos por las generaciones más jóvenes (82.000 activos menos entre 20 y 30 años). En total, el 85% de las 187.000 personas que abandonaron el mercado español en el trimestre tenía menos de 35 años.
La foto es dramática. La pérdida de población activa se está cebando en las cohortes más jóvenes que conforman el mercado de trabajo. Un mercado que ya sufría de por sí la amenaza del envejecimiento por la propia composición de la población española. Pero al efecto de la menor natalidad se une la marcha de los trabajadores más jóvenes que o bien van a buscar fortuna a otros países, o bien simplemente desisten de encontrar un empleo.
La salida de los jóvenes del mercado de trabajo en el trimestre es solo una gota más en una tendencia que se remonta a los últimos coletazos de la crisis. En un primer momento, la reacción de los jóvenes fue apuntarse al mercado laboral, como también hicieron muchas mujeres, al perder el cabeza de familia el trabajo o al ver si quiera peligrar esa posibilidad. Pero en los dos últimos años, la marcha de estos jóvenes se ha precipitado. Así, en un año se han perdido al menos 425.000 activos, casi la mitad solo en la franja de edad de 30 a 34 años. En total, del mercado de trabajo se han ido 480.000 menores de 35 años que se han visto compensados por un mayor número de personas mayores de 50 años que se han apuntado a buscar trabajo, todas mujeres de entre 50 y 65 años.
El resultado es que el mercado de trabajo español se achica y se hace viejo. El envejecimiento del mercado laboral es clave por dos razones. La primera: a menos población joven, menor crecimiento potencial de la economía. El crecimiento potencial de la economía es una estimación de lo que puede crecer un país en un determinado ciclo económico. El crecimiento potencial de España durante los últimos años del boom, y gracias a la llegada de la inmigración, fue del 3%. A esta conclusión llegó el Banco de España en un informe fechado en 2011 en el que trató de recalcular el crecimiento esperado para la economía en la etapa de la recuperación teniendo en cuenta el impacto de la pérdida de la población.
Cuando el Banco de España publicó este estudio, las estimaciones de pérdida de población del INE eran mucho más prudentes de lo que luego se ha ido viendo en los dos años siguientes. Con los datos disponibles en el momento, el estudio ya concluía que la pérdida de población activa joven rebajaría este potencial, a partir de 2015, a un crecimiento del 2%. “Como resultado de todos estos factores, la aportación del empleo al producto potencial se reduciría de 1,2 puntos porcentuales en el período 2000-2007 a 0,5 puntos porcentuales en 2015”, concluye el informe al estimar lo que aportará a partir de ahora el empleo. La evolución de la población, en general, restaría al menos un 0,1% a este crecimiento. Una población envejecida supone más gasto que aportación a la economía. En sanidad, en pensiones y en todo tipo de cuidados.
La segunda razón, relacionada con esta primera, por la que importa el envejecimiento del mercado de trabajo es por el sostenimiento de las pensiones. Si cada vez hay menos cotizantes jóvenes, o cada vez cotizan menos años de vida laboral, los equilibrios para sostener a las generaciones que se jubilarán del baby boom será cada vez más difíciles de lograr.
Los trabajadores mayores ganan peso
Si se toman dos fotos fija del mercado de trabajo, desde el primer trimestre de 2007 al primero de 2014, se aprecia el evejecimiento de los activos. En 2007, el 25% de los que se declaraban en disposición de trabajar eran menores de 30 años. Ahora, suponen un 17,2%. Por el contrario, los mayores de 50 años han pasado de suponer un 19,5% a un 25%.
Entre los que tienen trabajo, es decir, los ocupados, esta proporción de mayores con empleo es aún mayor. En 2007, el 23,9% de los trabajadores tenían menos de 30 años. Ahora apenas suponen el 13,4%. Por su parte, los mayores de 50 años eran un 20% de los trabajadores en 2007. Tras el paso de la crisis son ya el 27% del mercado de trabajo.
Todo esto después de que la crisis haya empequeñecido el mercado de trabajo que ya tiene menos de 17 millones de trabajadores, algo que no ocurría desde el cuartro trimestre de 2002. Doce años perdidos para el mundo laboral.
Otros dos datos ilustran el problema de edad que se está conformando el el mundo del trabajo en España. Solo 63.200 menores de 25 años se incorporaron al mercado de trabajo al terminar sus estudios (si estaban inactivos previsiblemente se estaban formando), la cifra más baja desde 2006. Pero la otra cara de la moneda es que también desde esa misma fecha, nunca tan poco mayores de 60 años entraron en la inactividad, esto es, dejaron de buscar trabajo lo que con esa franja de edad en principio se da mayoritariamente por el paso a la jubilación.
Un mercado envejecido que cierra las puertas a los jóvenes. Uno de cada tres activos de entre 25 y 29 años está en paro. Y uno de cada cuatro de entre 30 y 34 años, también. Casi 80.000 personas perdieron su empleo en un año. Todos tenían menos de 40 años ya que casi 155.000 personas por encima de esa edad encontraron ocupación. No es país para jóvenes.