El lobby de las grandes eléctricas se rinde a la transición energética
Cambio de tercio en Unesa, la otrora todopoderosa patronal eléctrica que reúne a las cinco compañías verticalmente integradas del sector en España (Iberdrola, Endesa, Gas Natural Fenosa, EdP y Viesgo). Desde hace un par de semanas, la entidad tiene nueva presidenta, Marina Serrano González. La primera mujer al frente de Unesa es una abogada del Estado de 60 años con una trayectoria muy vinculada al sector energético. Tiene un perfil muy distinto al de su antecesor, el ingeniero Eduardo Montes.
Serrano fue consejera de la extinta Comisión Nacional de la Energía (CNE) y secretaria del consejo de ese organismo, de su antecesor (la CNSE) y de Red Eléctrica de España (REE). Es el reemplazo de Montes, antiguo alto ejecutivo de Siemens en España que durante buena parte de su mandato se convirtió en azote de la, en su opinión, desproporcionada retribución de las energías renovables.
Montes estuvo desde 2010 al frente de Unesa con un perfil de ‘killer’ que no ha redundado en una mayor influencia en la labor de lobby de esta asociación. Sólo abrazó la denominada transición energética en la etapa final de su mandato, a rebufo de las directrices de la UE y con cuidado: pidiendo pasos “graduales y paulatinos, no forzados, para evitar incurrir en errores del pasado, generando burbujas y acelerando la implantación de tecnologías que no estén preparadas todavía para su uso masivo”, escribía hace escasos meses.
En noviembre pasado, la Comisión Europea presentó la propuesta Energía Limpia para todos los europeos (conocida como Paquete de Invierno), que persigue alcanzar los objetivos climáticos europeos para 2030 derivados del Acuerdo de París, entre otros compromisos. Uno de los objetivos que persigue el Paquete de Invierno es alcanzar una cuota del 27% de energías renovables en la energía total consumida en el año 2030. En esa senda se enmarcan las subastas de nueva potencia renovable que ha llevado a cabo el Gobierno este año. Tras la moratoria que implantó en 2012, se han adjudicado unos 8.000 megavatios (MW).
La nueva presidenta de la patronal eléctrica ha marcado distancias con el discurso de su antecesor desde el primer momento. Serrano asumió el cargo dejando claro que lo hacía “en un momento en el que el sector energético necesita afrontar retos muy importantes y en el que es ineludible avanzar en la transición energética hacia un sistema plenamente descarbonizado, para lo cual es imprescindible contar con un adecuado marco regulatorio”.
Unesa, fundada en 1944, va a reorientar ahora su labor para centrarse en la defensa de los intereses del negocio de la distribución que se reparten en monopolio sus socios. Al mismo tiempo, enmarca el nombramiento de Serrano en “un plan de renovación integral de la asociación con el objetivo de reforzar su papel ante las prioridades y necesidades actuales del sector eléctrico español”.
Hay detalles que son declaraciones de intenciones. El sector ha tomado nota del escenario elegido por Serrano para una de sus primeras apariciones públicas, el congreso anual de la patronal de las renovables APPA. Dejarse ver en la asamblea de una asociación que hasta hace poco era el enemigo a batir por las grandes eléctricas tiene, reconocen fuentes cercanas a Unesa, un innegable “valor simbólico”.
Antes incluso de formalizarse el relevo, tal y como avanzó Cinco Días, Unesa ya había sondeado a los generadores de renovables para crear un gran lobby de productoras de electricidad, al que han invitado a participar a las pequeñas empresas de renovables que cuentan con sus propias asociaciones.
El relevo y el cambio de discurso parecen apuntar, en definitiva, que los socios de Unesa han tomado nota de aquellos versos de Dylan: “Mejor que empecéis a nadar / u os hundiréis como una piedra / porque los tiempos están cambiando”.
Modelo “agotado”
Jorge Fabra, expresidente de Red Eléctrica y exconsejero de la CNE, resume así el cambio de timón: las eléctricas “necesitan otro modelo regulatorio” en vista del imparable avance de las energías renovables y de que el marco actual “ya no les interesa” porque no da más de sí. “Explotar ese diseño se les ha agotado y las grandes eléctricas van a ser grandísimos inversores en energías renovables”, recuerda este experto, que añade que los intereses de las compañías tradicionales “ahora convergen” con los promotores de estas fuentes.
Además, no hay unidad de acción entre las grandes del sector. Mientras Iberdrola ha cuestionado la viabilidad de la energía nuclear y reconoce el “riesgo” que el autoconsumo supone para su negocio por la posible “deserción” de sus clientes, Endesa (propiedad de la italiana Enel) quiere prescindir de las centrales de carbón mientras defiende la energía atómica. Por su parte, Gas Natural ha pasado de renegar de las renovables a apostar sin ambages por ellas, ahora que son viables económicamente.
Fabra, que conoce bien a la nueva presidenta de Unesa (coincidió con ella en REE y en la CNE), la define como “una muy buena jurista” y considera que “seguramente ese es el perfil que ahora necesita Unesa”, ante el riesgo de que “pudiera hacerse una auditoría regulatoria o una liquidación de los CTC [los multimillonarios costes de transición a la competencia cobrados por las eléctricas por los teóricos perjuicios del mercado libre] o cualquier turbulencia que se pudiera crear en su regulación”.
Por su parte, Javier García Breva, consultor energético, exdiputado del PSOE y ex director general del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), recuerda por su parte que Gas Natural y Endesa se han lanzado este año a promover parques fotovoltaicos en las subastas organizadas por el Gobierno ante el espectacular abaratamiento de esta tecnología (que ya puede competir sin recibir primas) y la evidencia de que “el mix que tiene España es absolutamente incapaz de afrontar variaciones climáticas” porque “faltan renovables”.
“Después de atacar a las renovables sin piedad, han llegado a la conclusión de que necesitan un mix más equilibrado para poder afrontar por ejemplo la sequía”, critica García Breva, que cree que el futuro del sector, más que por las grandes plantas de renovables que ahora prioriza el Gobierno, pasa por la microgeneración distribuida y por el almacenamiento en baterías a pequeña escala, cuyos costes están bajando “a una velocidad de vértigo”.