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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El miedo al despido también recorta derechos

Manifestación del Día del Trabajo en Valladolid el año pasado / EFE

Ana Requena Aguilar / Belén Carreño

El día del trabajo se celebra en una España en mínimos. Mínimo número de trabajadores, derechos exiguos y economía por los suelos. Este estado de excepción ha labrado una agenda propia de recortes, ajena al Gobierno y a los dictados de la troika. Una agenda que, en conjunto, puede ser incluso más exigente que la de la reforma laboral pactada con la troika. El temor a perder el trabajo, a perder el único sustento de un hogar, está llevando a miles de casos a comulgar con ruedas de molino.

El enfermo que rechaza cogerse una baja o la madre que ya no se plantea pedir una excedencia se han convertido en un caso común en el entorno laboral. También las horas extra no remuneradas sin rechistar, el miedo a ir a la huelga, el olvido a actualizar los salarios. No aparecen en ningún plan de reformas, pero han recortado derechos en las empresas.

La celebración del 1º de Mayo que nació como una fiesta para recordar que cada año hay que pelear por los derechos de los trabajadores, aquellos que tanto les costó conquistar a las generaciones que comienzan a jubilarse, está en horas bajas. Con 6,2 millones de parados, pelear por unas mejores condiciones laborales es casi una utopía. “Hace mucho frío fuera”, recuerdan casi a diario en los centros de trabajo cuando se alza la voz.

Ir al trabajo enfermo

Ir al trabajo enfermoSegún los datos recogidos por la propia patronal, en 2012 se tramitaron 3,75 millones de bajas por enfermedad para 15,2 millones de trabajadores cubiertos cubiertos por las mutuas (no se tiene en cuenta a los empleados públicos, entre otros colectivos). Si consideramos cada inicio de baja como una persona (no tiene porque ser así ya que un trabajador puede tener dos bajas en un mismo año), la proporción sería que el 24,6% de los trabajadores tuvieron una baja. Esta proporción ha caído hasta un 30% frente a 2007, cuando se iniciaron hasta 6,2 millones de procesos de baja para 17,8 millones de trabajadores.

La médica de cabecera sevillana I. Asensio reconoce que las bajas que pasan por su consulta se han acortado y han bajado en número. “Si antes alguien caía enfermo un lunes podía echar toda la semana para recuperarse, ahora en seguida vienen y me piden el alta porque dicen que aunque no se encuentran bien ya pueden trabajar”. Por su consulta también escucha a menudo “voy a intentarlo”, de boca de los enfermos que se resisten a coger la baja médica pero que finalmente vuelven a los pocos días porque realmente no se encuentran en condiciones. “Antes también se podía dar la situación contraria, que era muy exagerada, pero ahora están pagando justos por pecadores”, lamenta la facultativa.

En cuanto a las enfermedades profesionales, es decir, cuyo origen está ligado directamente al trabajo, la crisis también se deja notar. Entre enero y diciembre de 2006 se notificaron en España 21.774 enfermedades profesionales y la mayoría de ellas (18.511) causaron baja. La tendencia se ha invertido seis años después: en 2012, se declararon menos enfermedades profesionales (15.711) y más de la mitad (8.159) no cursaron en una baja médica.

Tanto los sindicatos como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) subrayan que estos descensos se deben en buena medida al miedo que la crisis y el paro han despertado en los centros de trabajo. “Los trabajadores prefieren ir enfermos a trabajar”, dice Marisa Rufino, secretaria de Salud Laboral de UGT. Por un lado, las últimas reformas laborales han facilitado el despido por absentismo, aunque el origen de este sea una enfermedad. Por otro, los sindicatos señalan que muchas empresas están reduciendo la parte del sueldo que pagan cuando un trabajador se pone enfermo.

Huelgas y derechos sindicales

Huelgas y derechos sindicalesEs cada día más habitual conocer a alguien que quiso hacer huelga en su empresa pero no se atrevió. No fue el caso de Estela Mendo, licenciada en psicología, trabajaba como limpiadora a media jornada. El 14N decidió hacer huelga y su empresa, Ainpro Gestiones Integrales de Limpieza y Comunidades, la despidió. Ahora, cinco meses después, el Juzgado de lo Social número 2 bis de Móstoles ha declarado nulo su despido y ha obligado a la empresa a readmitirla y a abonarle los salarios de tramitación (lo que debería haber cobrado desde su despido hasta ahora) más una indemnización de 1.000 euros por los daños morales y perjuicios ocasionados por vulnerar su derecho a huelga.

La jueza asegura que las causas del despido eran “genéricas” y que la empresa no pudo acreditar las faltas de asistencia, impuntualidad y bajada del rendimiento que adujo en un principio.

“Es una victoria muy importante que deja claro que hay que seguir peleando por los derechos y que no hay que dejarse vencer por el miedo”, dice Ángela, que forma parte de la Oficina Precaria, que ha asesorado a Estela Mendo en su demanda. No fue ni mucho menos el único caso que les llegó el 14N: “Lanzamos una campaña para que la gente denunciara a las empresas que ejercían coacciones para no hacer huelga. Recibimos un montón de formularios”, asegura.

En la Oficina Precaria han constatado “situaciones de cierto chantaje” de las empresas a los trabajadores. “Se presiona para cobrar menos o para que no haya conflictividad. Se está imponiendo una especie de limbo: los derechos están ahí teóricamente pero no se pueden ejercer de verdad”, dice Ángela.

Salarios

Si cobrar mes a mes para muchos es un triunfo, exigir actualización de los salarios es ya una batalla épica. El año pasado los salarios subieron un tímido 1,6%, en línea con lo pactado por empresas y sindicatos para conseguir una moderación salarial, y este año las subidas registradas se acercan más al 0,5%. Pero, ojo, esta es la subida, recogida en las estadísticas de Empleo, de entre los que han conseguido pactar una actualización de su convenio.

En la mayoría de los casos, los convenios colectivos están bloqueados, ante la resistencia patronal de renovar las condiciones pactadas en convenios anteriores, y no hay subida ninguna. También están los casos que en los que se pacta es la bajada de salarios, como en el caso de las grandes superficies, que dan empleo a 230.000 trabajadores a los que se les ha bajado el sueldo en un 1,4% (se ha congelado las tablas salariales hasta 2016 y se han ampliado las horas).

Además, como sufren muchos trabajadores, la actividad a repartir toca a más en la mayoría de los casos. Según la Encuesta de Conyuntura Laboral de Empleo, las pymes de entre 1 y 10 trabajadores, repartieron 29 horas de trabajo extradordinarias por empleado, en el cuarto trimestre de 2012. En el mismo periodo de 2009, los trabajadores de ese tamaño de empresas tocaron a 21,8 horas extradordinarias cada uno. De nuevo, estas son las horas oficiales que aparecen registradas en las estadísticas, que no pueden contabilizar las horas “gratis” que se echan en los centros de trabajo.

Conciliación

Conciliar la vida laboral y personal se complica en tiempos de crisis. Tanto los permisos de maternidad, paternidad como las excedencias por cuidado de hijos han caído, aunque también lo ha hecho la población ocupada. En el primer trimestre del año, la Seguridad Social gestionó 75.342 prestaciones por maternidad, un 3% menos que en el mismo periodo de 2012. En el mismo periodo, las prestaciones por paternidad cayeron un 5,3%.

En el primer trimestre de 2008, 700.087 personas no trabajaban ni buscaban empleo porque aseguraban que tenían que cuidar de hijos o familiares con alguna discapacidad. En el mismo periodo de 2013, esa cifra era de 542.000 personas, según la EPA, que pregunta a los entrevistados por las razones para no trabajar. Las 160.000 personas que han desaparecido se habrán converido o en parados (ahora ya quieren trabajar pero no pueden) o en ocupados (habrán cambiado su anterior situación por la del trabajo).

Este mismo enero, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid condenó a la Agencia para el Empleo de Madrid, lo que hace especialmente llamativo el caso, a readmitir a una trabajadora a la que había despedido y que tenía una reducción de jornada por cuidado de un menor.

La sentencia señala que para hacer efectiva la igualdad entre mujeres y hombres en el mercado de trabajo “es preciso atender a la peculiar incidencia que sobre su situación laboral tienen la maternidad y la lactancia, hasta el punto de que –de hecho- el riesgo de pérdida del empleo como consecuencia de la maternidad constituye el problema más importante –junto a la desigualdad retributiva- con el que se enfrenta la efectividad del principio de no discriminación por razón de sexo en las relaciones laborales”.

Para Susana Brunel, del equipo de la secretaria confederal de Mujer e Igualdad de CCOO, la conciliación está en riesgo por las condiciones impuestas en la reforma laboral. “La reforma ha tenido un impacto brutal en la negociación colectiva y en la posibilidad de mejorar las condiciones de trabajo. Ahora el principal problema es que las empresas pueden imponer unilateralmente cambios en los horarios, en la jornada, en los salarios o en cualquier otra condición”, explica Brunel.

Desde la Federación de Mujeres Progresistas creen que si no se promociona la corresponsabilidad será imposible erradicar las desigualdades laborales entre hombres y mujeres. “La corresponsabilidad social es un deber también de las empresas y de las administraciones públicas porque todas las personas, hombres y mujeres, tienen derecho a tiempo propio”, dice la presidenta de la Federación, Yolanda Besteiro.

Definitivamente, en épocas de crisis se puede considerar un lujo en muchos centros de trabajo conjugar el verbo conjugar.

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