Las mujeres cogen más bajas: el embarazo, la falta de flexibilidad y la falsa conciliación son los culpables
Las mujeres cogen más bajas en el trabajo que los hombres. Así lo constatan las cifras: en 2016, el último año con datos completos, se registraron 443.465 procesos por incapacidad temporal en trabajadores y 476.207 en trabajadoras, a pesar de que hay más ocupados hombres que mujeres.
Sin embargo, lo que puede parecer simple absentismo esconde razones normalmente ocultas en los informes sobre faltas en el trabajo. Un estudio reciente de la Universidad Carlos III sobre salud laboral con perspectiva de género señala las causas detrás de esta brecha: la forma en la que se registran los problemas relacionados con el embarazo, la conciliación (o más bien la falta de ella) y los efectos de la doble jornada sobre la salud de las mujeres.
Para aclarar la terminología: los procesos por incapacidad temporal incluyen tanto las bajas que tienen que ver con enfermedades comunes (de un resfriado a una gastroenteritis) como las que tienen que ver con enfermedades profesionales (es decir, relacionadas con el puesto de trabajo y que tiene que reconocer la Seguridad Social).
La diferencia entre sexos se deja notar en el caso de las bajas por enfermedad común: 426.237 en mujeres y 343.265 en hombres en 2016. La brecha es más relevante si tenemos en cuenta que la población femenina ocupada es menor que la masculina: a mediados del año pasado había 8.329.900 mujeres ocupadas frente a 9.971.100 hombres ocupados.
¿A qué se debe esta diferencia? El estudio de la Universidad Carlos III arroja varias respuestas: las molestias y problemas relacionados con el embarazo y la menopausia, la conciliación y los efectos que la doble jornada (empleo remunerado más el empleo doméstico) tiene sobre la salud de las mujeres.
Si una trabajadora embarazada presenta algún trastorno que tenga ver con su puesto de trabajo o bien se le da la baja para evitarlo, su proceso se registra como un caso de riesgo durante el embarazo. Pero si se trata de una baja por alguna molestia o dolor (vómitos, ciática, lumbalgia, cansancio) su baja se cuenta como una más. “Todo lo que está relacionado con el embarazo se registra como incapacidad temporal por enfermedad común. No tiene ninguna lógica, no se debería tratar el embarazo como una enfermedad. Si quitáramos todo lo que tiene que ver con eso, las cifras se reducirían mucho”, explica la vicedecana de la Universidad Carlos III y coordinadora del informe, Elena Blázquez, que propone crear un tercer tipo de baja que dé cabida a estas situaciones.
Conciliación a la fuerza
La regla y la menopausia pueden también causar trastornos importantes a algunas mujeres. “Si puedes ir a trabajar dos horas y luego irte a casa o trabajar directamente desde casa porque tu empresa te da esa facilidad no pasa nada, pero si tienes una hemorragia brutal y tienes que ir al trabajo igual tienes que ir y cogerte una baja”, explica Blázquez. Es decir, a más flexibilidad, menos necesidad de coger bajas.
La conciliación a la fuerza es el otro motivo que se esconde tras el absentismo femenino. “Son las mujeres las que suelen cargar con el cuidado y muchas veces la única forma de atender a la familia es esa, cogiendo bajas que pueden considerarse fraudulentas pero son la única salida en algunos momentos”, señala la experta. La doble jornada que soportan las mujeres (la del trabajo remunerado y la de los cuidados) afecta a su salud y hace que muchas afecciones comunes tarden más en curar. “Si no puedes descansar tardas más en recuperarte o puedes recaer”, apunta Blázquez.
“Mientras no se alcance la equidad en la asunción de las cargas familiares, la solución más adecuada parece ser la flexibilidad de tiempo y lugar de la actividad laboral. De esta forma se erradicaría esta diferencia por sexos en el índice de absentismo y, consecuentemente, se aminorará en parte la tasa total de absentismo”, recomienda el informe.
Sin embargo, si se analizan los datos de bajas por enfermedades profesionales la cosa cambia. Los hombres cogen el doble de bajas que las mujeres (unas 100.000 frente a unas 50.000). Su presencia en los sectores con más incidencia de accidentes de trabajo (los relacionados con la industria) hace que sean más proclives a verse afectados por enfermedades profesionales. No solo eso: el informe también señala que, en general, tanto el concepto de incapacidad temporal como de enfermedad profesional están pensados desde una lógica masculina o, al menos, para sectores y profesiones ocupadas sobre todo por hombres. “No se atiende a las particularidades de las mujeres y de sus trabajos”, concluye Eva Blázquez.