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El petróleo barato amenaza con detonar otra burbuja financiera

La burbuja de los activos ligados al petróleo está a punto de estallar.

Pilar Blázquez

“El 50% de los bonos 'high yield' -alta rentabilidad- emitidos por empresas energéticas está al borde del impago y lo mismo le ocurre al 72% de los bonos emitidos por empresas de minería y metales”. Esa potente advertencia ha sido lanzada por la agencia de calificación de crédito Standard & Poor's en un reciente informe sobre el sector de bonos de alto riesgo, también conocidos como bonos basura. En ese análisis también apuntan a que este tipo de deuda corporativa está en el nivel más alto de impagos desde el comienzo de la Gran Recesión y que en el caso de las compañías de energía el riesgo está en máximos.

El precio del petróleo en caída libre se ha convertido en un misil de alto alcance contra un tipo de productos financieros que, pese a su elevado riesgo, ha sido uno de los más demandados por los inversores profesionales en los últimos años. Según la agencia Bloomberg, el mercado de bonos basura necesitó más de tres décadas para acumular un billón de dólares y luego en apenas siete años superó la barrera de los dos billones.

Su atractivo ya comenzó en plena época de expansión, pero un entorno de tipos de interés casi nulos, estos productos han sido los únicos que han ofrecido rentabilidades interesantes, entre el 6% y el 9% de media. En algunas empresas del sector energético, los bonos han llegado a superar el 15% y el 20% en los casos más extremos. “Los gestores con ganas de rentabilidad han despreciado el riesgo y se han convertido en activos casi obligatorios en las carteras de inversión. Se les ha olvidado que a este tipo de deuda se le llama bonos basura por algo”, recuerda César Ozaeta, responsable de Renta Fija en Abante.

La inyección masiva de dinero por parte de los bancos centrales inundó el mercado de liquidez. Ese dinero buscó el máximo beneficio y lo encontró en este tipo de deuda emitida por empresas con negocios prometedores, pero muy endeudadas, a las que los bancos negaban la financiación de sus nuevos proyectos. Pagar altos tipos de interés era la única alternativa para conseguir el crédito a largo plazo que necesitaban. “Se pensaba que no iban a quebrar o que en caso de problemas serían de alguna manera rescatadas”, comenta el analista del Instituto de Estudios Bursátiles Javier Santacruz.

Pero todo apunta a que esto no va a ser así. No lo está siendo, al menos, en el caso de muchas pequeñas empresas estadounidenses que han gastado millones en implantar la tecnología de 'fracking' para la extracción de petróleo y que ahora, con el precio del crudo en caída libre, son incapaces de cuadrar sus planes de negocios, puesto que no cubren ni siquiera los costes de producción.

El miedo al estallido de esta burbuja fue soterrado durante todo 2015. Los más avezados comenzaron a vender sus posiciones e incluso a cerrar los fondos antes de que las dudas saltasen a las páginas de los periódicos. Eso ocurrió el pasado mes diciembre, cuando en pocos días tres fondos de inversión especializados en bonos basura (Third Avenue Management, Stone Lion Capital Partners y Lucidus Capital) suspendieron los reembolsos a sus partícipes y liquidaron la cartera de crédito. Uno de los gurús más destacados del mercado financiero de EE.UU., Carl Icahn, ya alertó entonces sobre el comienzo del hundimiento de los fondos de alto riesgo.

La situación no es muy diferente a lo que le ha ocurrido a la española Abengoa. Un prometedor negocio basado en energías renovables y alentado por las ayudas públicas ha terminado convirtiéndose en una empresa al borde de conseguir el dudoso título de ser la quiebra más importante de la historia de España. Todavía son muchos los que esperan su rescate.

Los casos estadounidenses y españoles no son aislados. S&P asegura que los impagos corporativos superaron el centenar en 2015. Doblan los contabilizados en 2014 y es, según la agencia de calificación, la primera vez que esta cifra supera los tres dígitos desde la Gran Recesión. El banco de inversión Goldman Sachs ha calificado a 2015 como el peor año para la deuda emitida por empresas desde el comienzo de la crisis.

Ola de impagos

El futuro no augura alegrías. Las previsiones de Bespoke Investment Group, una de las compañías de referencia en el análisis de mercado, apuntan que en 2016 será peor. “La ola de impagos, sobre todo en compañías de energía, podría estallar en 2016”, aseguraba en uno de sus últimos informes dedicado a este asunto. Otra agencia de calificación de riesgos, Fitch, apunta en la misma línea, y prevé una tasa de impagos en 2016 del 4,5%, que “en el caso de las energéticas podría llegar hasta el 11%, un nivel nunca visto en lo que va de siglo”.

¿El motivo? En 2016 confluyen fuertes tensiones económicas con el vencimiento de muchos de esos bonos emitidos antes de la crisis.

El foco de mayor tensión, por supuesto, es EE.UU.. Allí se concentra el 80% del volumen de los bonos de alto riesgo del mercado. La caída del precio del petróleo tiene en jaque, al menos, a un tercio de todas esas emisiones, las ligadas a compañías energéticas. Las dudas sobre la economía china amenazan a las de minería y metales preciosos, que también están en la cuerda floja por la caída de precios que acumulan las materias primas. En Europa, el riesgo es algo menos elevado, según apuntan los informes de UBS publicados en las últimas semanas. El banco suizo calcula que los impagos se mantendrán por debajo del 2%, aunque también prevé que siga aumentando a lo largo de 2016.

La falta de liquidez en este mercado es otro motivo que puede generar tensiones. “Puede ocurrir que cuando alguien quiera vender no exista comprador y eso genere el pánico”, comenta César Ozaeta. La historia demuestra que predecir el estallido de una burbuja es fácil cuando esta ya ha reventado, pero casi imposible antes de que eso ocurra, a pesar de que el patrón se repita una y otra vez.

“Muchos llevamos tiempo alertando de la existencia de una burbuja en el mercado de bonos, tanto de empresa como públicos. Pero mientras los bancos centrales sigan con su política expansiva y haya, por ejemplo, un BCE comprando 60.000 millones de euros en bonos cada mes, es muy difícil que la burbuja estalle”, asegura Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG.

Otro Lehman

Los motivos para la desconfianza se acumulan. Según publicaba hace unos días Bloomberg, los bancos de inversión más activos en el mercado de alto riesgo ya han provisionado 2.000 millones de dólares para afrontar impagos si el petróleo continúa por debajo de los 30 dólares durante muchos meses. ¿Significa todo esto que estamos ante un nuevo Lehman Brothers y que el estallido de la burbuja de estos bonos puede desencadenar una nueva crisis mundial?

“No parece probable que en caso de problemas el contagio sea similar al ocurrido con la caída de Lehman. Ahora los bancos están en mejor posición financiera para aguantar. Y con la ayuda del BCE esperamos que lo que ocurra es que los bonos de alto riesgo pasen de moda y el dinero vaya buscando otros destinos poco a poco”, señala Pingarrón, de IG.

Más allá de si estamos a las puertas de un gran estallido o de una detonación controlada, lo que ocurre en el mercado de bonos basura es un indicador de que el futuro económico no es muy halagüeño. “La gente compra bonos de alto riesgo cuando confía en que a las compañías que los emiten les va a ir bien en el futuro y por tanto podrán devolver el dinero”, explica Pingarrón. El analista financiero estadounidense Martin Fridson ha pronosticado que los datos del mercado de bonos auguran que hay un 44% de riesgo de recesión en 2016.

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