Los últimos coletazos de la crisis se llevan por delante empresas emblemáticas y 30.000 trabajadores
“¿Quién habla ya del paro?”, se preguntaba Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, en una de las frases posiblemente menos afortunadas de la precampaña electoral. En el que parece que puede ser definitivamente el año en el que se inicie la recuperación (la economía se expande ya a un ritmo interanual cercano al 3%), de la herida del empleo aún brota sangre aunque no sea a borbotones.
En lo que va de año, al menos 30.000 trabajadores se han visto afectados por un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) y otros miles esperan de forma inminente que se cumpla esta amenaza. Muchos de estos despidos colectivos son procesos de liquidación de empresas, o de reestructuración hasta niveles mínimos de marcas emblemáticas en el tejido industrial español. La industria y el textil han sido los dos sectores más afectados en lo que va de año, pero también los bancos siguen reduciendo sus plantillas y marcas emblemáticas en España están abocadas a desaparecer.
Los despidos colectivos marcan el termómetro de la pérdida de empleo (o de cambio de condiciones laborales) de calidad. Afectan en general a trabajadores indefinidos en empresas lo bastante grandes como para acometer estos procesos reglados. En los años de más crudeza de la crisis se podía llegar a despedir por este método a casi 50.000 trabajadores al mes, pero el coleo de estos procesos con una economía en crecimiento señala las brechas que aún quedan por cerrar en el sistema.
Con todo, los ERE más numerosos que se avecinan aún no se han materializado formalmente. Vendrían de la mano de Indra (participada por el Estado en un 20%), que se especula que podría hacer un ERE que afectaría a entre 2.000 y 3.000 trabajadores o de Vodafone, cuya reestructuración cambiaría las condiciones de al menos 1.200 empleados.
Los ERE que se han presentado estos meses han afectado con dureza a empleados del sector industrial y también bancos y empresas de gran consumo. Las entidades financieras son las que, por el momento, han aunciado ERE de mayor tamaño, frutos en su mayoría de los procesos de fusión. No se puede olvidar, sin embargo, que el músculo financiero de la banca sigue permitiendo realizar ERE en muchas mejores condiciones que otros sectores, con prejubilaciones a los 55 años.
En cualquier caso, la factura en el sector es alta: la retirada de Barclays de España se ha llevado por delante a 1.120 trabajadores, o laCaixa, que ha anunciado un ERE (con recolocaciones y despidos) que afectará a 750 trabajadores. También la liquidación del polémico Banco Madrid ha forzado un ERE total a la plantilla (270 trabajadores). Por su parte EVO banco también ha anunciado un ERE en este año para 132 personas.
El sector del consumo es otro de los que sigue desangrándose con grandes expedientes de regulación de empleo. Destaca el ERE de la cadena de perfumerías Bodybell -que anunció un ERE para 1.000 empleados en los que el despido afectará al menos a 445- o la marca de ropa Blanco, que echará a 189 empleados tras haber sido comprada por los magnates saudíes. Pero tampoco se puede obviar como marcas emblemáticas españolas, como Adolfo Domínguez que sigue sin remontar el vuelo y ha anunciado un nuevo expediente para 144 empleados.
A caballo entre el consumo y la industria se encuentra una de las firmas más míticas que durante décadas han galonado las mesas de escritorio españolas: las grapadoras Petrus, un auténtico icono de papelería vintage que ha anunciado el cierre de su planta de Santa Perpetua y deja en la calle a 68 personas. La marca propietaria, Esseste, se lleva la producción a Polonia.
También ligada al consumo y al diseño estaba la cadena de tiendas Vinçon que puede cerrar definitivamente tras mantenerse abierta al público desde 1941. Muy ligado al gran público está la firma LetsBonus, dedicada a la promoción de descuentos por internet, que despedirá a 71 trabajadores.
Algo menos conocida, pero también arraigadas en el tejido textil e industrial de España son firmas como Los Telares (100 tiendas de las que plantea cerrar 24) que anunciaba hace pocas semanas un ERE aún no concretado en despidos en una plantilla de 600 personas. En el sector de los medios, Rakio Euskadi también negocia un ERE que podría afectar a 30 trabajadores.
Agujeros en el tejido industrial
Alejadas del gran público están las pequeñas firmas industriales que abundan en los polígonos españoles y que son la base de un tejido productivo de calidad. La Fábrica Ibérica de Altavoces, la azulejera Tau Cerámica (que otrora llegó a patrocinar al equipo de baloncesto Baskonia), la farmacéutica Rottapharm, la fabricante de componentes de maquinaria Inteva, la productora de embalajes Mondi, la gestora de residuos Ros Roca... así decenas de empresas siguen anunciado cuantiosos despidos este año de supuesta recuperación y muchas de ellas echan la persiana o trasladan su producción a otro país.
Con todo, algunos de los ERE anunciados en los últimos meses tienen su origen en el convulso momento político que vive España. Cofely, la empresa protagonista de la trama de corrupción de Púnica, ha anunciado que hace un ERE de 345 personas tras la aparición en los medios del papel de su empresa en Madrid. Teconsa, una de las constructoras más favorecidas por la trama Gürtel, tuvo que despedir a 460 trabajadores al destaparse la trama.
Unesa, la patronal de las grandes eléctricas, prepara un recorte para un tercio de la plantilla tras perder competencias como asociación del sector. UPyD también ha dicho que hará un ERE en el partido tras la debacle electoral pero no ha determinado a cuántos de sus 51 trabajadores afectará.