El paso de peatones más seguro es el aparentemente más caótico
Cuando hay más peatones que coches mezclados, se generan dos problemas de forma irremediable: los primeros se comportan como una especie de fluido, que los segundos tratan de cortar como si tuvieran un afilado cuchillo imaginario donde termina el capó. Y puesto que históricamente en Asia es donde se montan esta clase de pitotes con más frecuencia, habrás visto mil veces la imagen del cruce de Shibuya en Tokyo donde aparentemente todo el mundo cruza por donde le viene en gana durante unos segundos, momento en el que otra tropa de automóviles toma la posición sobre el asfalto.
Ese cruce en diagonal tiene nombre, y se llama el baile de Barnes. Responsable de la organización del tráfico en multitud de ciudades estadounidenses desde los años cincuenta del siglo pasado, Henry Barnes estudió en Baltimore, Denver o Nueva York de qué forma convivían dos grupos aparentemente enfrentados, hasta proponer una alternativa perfecta para las ciudades con manzanas perfectamente ortogonales: abrir ventanas de tiempo un poco más largas que las de los pasos de peatones tangentes a la acera, añadiendo el tránsito pedestre desde las esquinas.
Alternando espacios de 23 segundos con 90 de tránsito de automóviles, Barnes consiguió calzar el triple de peatones que haciéndolos cruzar por cada uno de los lados más cortos. Y todo esto “concebido de forma que la gente estuviera tan contenta como si bailaran en las calles”, como le gustaba describir a su aportación.
¡Shibuya (Tokio) EN DIRECTO!
Adoptado de forma tan efectiva como sujeta al escepticismo, los bailes de Barnes tuvieron en Denver y Nueva York su mayor difusión; también en Tokio, particularmente el de la plaza Hachiko. Y ahora, cuarenta años después de que se empezaran a pintar, vuelven a estar de moda, porque el cruce de Los Ángeles entre Hollywood Boulevard y Highland Avenue, ha pasado de ser el más peligroso del distrito, al más seguro. Particularmente, han desparecido las tensiones en los cambios de dirección de los automóviles, que en los giros más pegados a las esquinas solían encontrarse con el típico peatón llegando a la acera cuando su indicación ya había pasado a rojo.
La adaptación (cambio de semáforos, repintado, señalización), cuesta unos 80.000 euros. Pero la mejora es tan salvaje, que conviene recordar las cifras. Ese cruce, tuvo 19 accidentes con el resultado de 13 heridos durante todo 2015. En lo que llevamos de 2016, solo una incidencia, sin herido alguno. ¿Empezaremos a verlos por España? Yo lo dudo, porque ya sabes que somos... ¡la nación rotonda!