España a través de sus colores (I): del blanco del Valle del Jerte al verde de Asturias

Cerezo en flor.

Elisa Caballero

A ti, sonoro, puro, quieto, blando,

Incalculable al mar de la paleta,

Por quien la neta luz, la sombra neta

En su transmutación pasan soñando.

Así le escribía Rafael Alberti al color en su libro “A la pintura”. El poeta fue un apasionado del azul, del azul infinito del mar gaditano al que le dedicó tantos versos. “¿Cuántos azules dio el Mediterráneo?”, se preguntaba.  Los colores de España siempre nos han hecho soñar. Transitando en el mapa como si de una paleta de colores se tratara, viramos del negro de los pueblos de Guadalajara hasta el blanco de los cerezos del valle del Jerte. Esta España llena de colores, que es tan verde para los asturianos como marrón para los manchegos. Sin brújula ni direcciones nos dejamos impregnar por los colores que pintan nuestro territorio.

Blanco

En el blanco infinito,

nieve, nardo y salina,

perdió su fantasía.

El color blanco, anda,

sobre una muda alfombra

de plumas de paloma.

 “En el blanco infinito” - Federico García Lorca

Ya hablamos en esta sección de Los Pueblos Blancos de Andalucía, de la ruta que cubre las sierras de Grazalema, la Serranía de Ronda y los Alcornocales. Esta ruta debe su nombre a la costumbre de los lugareños de encalar las fachadas de sus casas y adornarlas con macetas de flores. El recorrido comienza en Arcos de la Frontera e incluye 24 pueblos, entre los que destacan El Bosque, Grazalema, Zahara de la Sierra, Olvera, Setenil de las Bodegas y Ronda. La ruta tiene un patrimonio arqueológico muy rico en el que se puede contemplar el devenir de pueblos y culturas a lo largo de la Historia, y que abarca desde el siglo V a.C (el Dolmen de Alberite) hasta la actualidad.

Si seguimos en búsqueda del color blanco, acabaremos en el Valle del Jerte, en el momento de la floración de los cerezos. Este espectáculo suele durar diez días y normalmente ocurre entre el 20 de marzo y el 10 de abril, momento en el que más de un millón y medio de cerezos están en flor, cubriendo los campos de un manto blanco y anunciándonos la llegada de la primavera. En todo el valle se realizan una serie de actividades con motivo de la floración y entre ellas destaca la Fiesta del Cerezo en Flor, declarada de Interés Turístico Nacional, en la que se abren las bodegas, fraguas y lagares a los y las visitantes.

Negro

Tus ojos me recuerdan

las noches de verano,

negras noches sin luna,

orilla al mar salado,

y el chispear de estrellas

del cielo negro y bajo.

“Inventario galante” - Antonio Machado.

Los pueblos negros de Guadalajara deben su nombre al material del que están hechas sus casas: la pizarra. Estas poblaciones se encuentran a las faldas del pico Ocejón que, con sus 2048 metros de altitud, reina en el horizonte de toda la comarca. El negro de su arquitectura contrasta con el verde del paisaje creando así un horizonte encantado y evocador.

La ruta comienza en Tamajón, con su fábrica de cristal abandonada a las afueras del pueblo y su iglesia de estilo románico “Nuestra Señora de la Asunción”. Esta localidad también cuenta con la Ciudad Encantada de Tamajón, un paraje con formaciones rocosas resultado de la erosión del agua, que recuerda a la Ciudad Encantada de Cuenca. Continuamos en Valverde de los Arrojos, donde destaca el museo etnográfico dedicado a la arquitectura negra, y las Chorreras de Despeñalagua, una cascada con 120 metros de caída. A 8 kilómetros de allí, hallamos el pueblo de Umbralejo, que hace unas décadas quedó totalmente deshabitado. Actualmente se ha renovado destinando las casas a fines educativos: campamentos, visitas guidas, etc. Los coches tienen prohibido su paso por este pueblo, lo que proporciona una calma y tranquilidad asombrosas. Desde Roblelacasa podemos realizar una excursión entre jaras y robledales a las cascadas del Aljibe, un doble salto de agua próximo a la desembocadura del arroyo del Soto en el río Jarama. Majaelrayo, Campillo de Ranas, El Espinar  y Campillejo completarían la ruta por estos pintorescos pueblos dominados por el negro.

Verde

Verde que te quiero verde

verde viento verdes ramas

el barco sobre la mar

el caballo en la montaña.

“Verde que te quiero verde” - Federico García Lorca

Asturias está envuelta en verde. La Reserva Natural de Muniellos o el Parque de Redes son dos ejemplos evidentes de ello. El primero protege al mayor robledal de España y, por ello, las visitas están restringidas, permitiéndose un máximo de 20 visitantes al día previa reserva online. Este lugar está rodeado de leyendas y mitología astur por sus similitudes con los bosques encantados de cuento. Un mundo salvaje, rebosante de vegetación y vida. Por su parte, el Parque Redes se caracteriza por los contrastes de sus paisajes: encontramos formaciones de origen glaciar, circos, formas kársticas, campos de pasto y montes.

Si volamos hasta las Islas Canarias, el Parque Nacional de Garajonay, en la Gomera, transpira verde por cada uno de sus poros. Está formado por una espesa selva envuelta en un mar de nubes que le proporciona un aire mágico y misterioso. Este bosque de laurisilva canaria representa el 10 % del territorio de La Gomera y acoge 2.000 especies de flora (la mayoría de ellas endémicas) y una rica y diversa fauna con especies también endémicas como la paloma rabiche o la paloma turqué.

Azul

“El azul es el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y firmamental”. Rubén Darío 

Júzcar fue declarado el primer pueblo pitufo del mundo el 16 de junio de 2011.  El motivo no es tan romántico como parece: la productora Sony eligió esta localidad de la Serranía de Ronda, en Málaga, para promocionar la película “Los Pitufos” y pintó todas las casas del color característico de los dibujos animados. Parece que esta decisión ha reactivado la economía local cuya vida gira ahora alrededor de ello. Reciben entre 600 y 1000 visitantes al día durante los fines de semana. Sony eligió este pueblo porque los pitufos vivían en setas y Júzcar se encuentra en zona donde crecen en abundancia estos hongos. Además, parece que eran 208 pitufos los que vivían en la aldea, igual que en el pueblo malagueño.

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