Habrá reválidas y tendrán consecuencias académicas
El pasado jueves, mientras mis alumnos se manifestaban y celebraban asambleas contra la LOMCE y las reválidas, empezaba a circular el borrador de la orden ministerial que, según el decreto en vigor, ha de regular la implantación de dichas reválidas antes de que acabe el mes de noviembre. Un día después, Rajoy anunciaba a bombo y platillo en el Congreso su voluntad de paralizar la aplicación de la LOMCE (en todo aquello que no esté ya en vigor) y dejar sin efectos académicos las reválidas hasta que no se llevé a cabo algún tipo de pacto educativo con el resto de las fuerzas políticas. ¿Entonces? ¿Se paraliza la LOMCE y se dejan sin efecto las reválidas, sí o no?
La respuesta es muy simple. Ni se paraliza la LOMCE ni se dejan sin efecto las reválidas. El anuncio de Rajoy durante su discurso de investidura es una nueva tomadura de pelo a los ciudadanos. Paralizar la aplicación de la LOMCE “en aquellos aspectos en que la ley no esté ya en vigor” significa paralizarla en nada, pues la LOMCE está ya completamente en vigor. De otro lado, cuando el gobierno anuncia que “deja sin efectos académicos las reválidas” hasta que eche a andar el pacto educativo, no está haciendo más que cumplir el decreto ley que el propio PP aprobó en julio pasado y que establecía (tal como también hace la propia LOMCE) que durante el curso 2016/17 las reválidas no tendrían efectos académicos. Como, además, se pretende que el pacto educativo sea objetivo prioritario, está claro que éste empezará a gestarse antes de que acabe el presente curso. Vamos, que no hay ninguna concesión política “tras las recientes movilizaciones ciudadanas, en un ejercicio de sensibilidad social por parte del gobierno, etc.”, ni ninguna medida “arrancada trabajosamente al PP” por esa heroica oposición (de pega) que es Ciudadanos (y en la que se puede convertir el PSOE del “mal menor”). Lo que, en fin, ha “concedido” Rajoy no es más que lo que ya venía contemplado en el decreto sobre reválidas en vigor. El anuncio del gobierno es, pues, un burdo truco de embaucador de feria.
Además, eso de que las reválidas no tendrán efectos académicos durante este curso es enormemente relativo, por no decir absolutamente falso. ¡Claro que tendrán efectos académicos! La reválida de bachillerato será, ya durante este curso, la llave para entrar en la universidad, para escoger estudios y para aspirar a becas. Según el borrador de la orden del ministerio, los alumnos de bachillerato tendrán que obtener un mínimo de cinco de nota media entre las pruebas de reválida (que serán el 40%) y la nota media de todo el bachillerato (que serán un 60%) para ir a la universidad. Si no obtienen ese cinco (y aunque tengan aprobado el bachillerato) no podrán ir, y el título no les servirá más que para FP. Las pruebas durarán cuatro o cinco días, con exámenes de 90 minutos, y en ellas se examinará a los alumnos de todas las materias troncales, tanto de primero como de segundo curso (en la selectividad solo se examinaban de contenidos de 2º), además de algunas otras asignaturas optativas. Muchas de estas materias son total o parcialmente nuevas, y casi todas contienen muchos más temas que sus predecesoras en la ley anterior. Pero lo más grave es que todo lo relativo a los contenidos mínimos (lo que hay que “memorizar” para aprobar la reválida), a la estructura concreta del examen, al tipo de preguntas, y a todos los detalles relevantes, se sabrá, con suerte, a finales de año. Pues una vez aprobada la orden, aún en borrador, cada comunidad autónoma tendrá que elaborar su propia legislación al respecto. ¿No les parece a ustedes que todo esto tiene “efectos académicos”? ¡Los profesores y alumnos tendremos que adaptarnos a las instrucciones pertinentes, cambiar programaciones y contenidos, y ensayar nuevos formatos de examen, a escasos meses de que se celebren las pruebas! No sé si en algún país del tercer o el cuarto mundo se aceptaría que el gobierno establezcan los contenidos y las pautas de evaluación en mitad del curso y varios meses después de haber elaborado las programaciones anuales. Aquí, por lo que se ve, sí...
¿Quieren más? Según el borrador oficial, y como marca la LOMCE, los centros educativos serán “indicializados” según la puntuación de sus alumnos en las reválidas, por lo que quedarán sometidos a un ranking de centros y, es de prever, recibirán más o menos fondos públicos en función de sus resultados. ¿Creen que esto no tendrá efectos académicos en tales centros? Olvídense, también, de todo lo que sea innovación pedagógica ni de nada que no quepa convertir en preguntas tipo trivial acerca de contenidos estandarizados y predeterminados por técnicos y subsecretarios del Ministerio. Ante ese panorama, los profesores tendrán que olvidarse de enseñar para convertirse en “preparadores de oposiciones” para adolescentes de 12 a 18 años. ¿No es esto, también, una “consecuencia académica”?...
Hoy hablaba de todo esto, durante la clase de filosofía, con mis alumnos de 4º de la ESO, que son, al fin, los que van a pagar por el engendro en el que el PP está convirtiendo la educación pública. Alguno de ellos preguntaba escandalizado qué cómo era posible que, contra el criterio de toda la comunidad educativa, se impusieran de la manera más trapacera imaginable las mismas reválidas (¡porque son, en espíritu, las mismas!) que eliminó el franquismo en los años 70 – por considerarlas inútiles y poco pedagógicas–. Otro alumno propuso que, ya que estábamos, hablásemos de política y de lo que significa realmente la democracia. Y pese a que les advertí que, según la LOMCE, la filosofía política es la única rama de la filosofía que no cuenta en la programación ni en el examen de reválida, los chicos decidieron que les importaba un pimiento, y que querían hablar de política sí o sí. Y hablaron – ¡y cómo!– de política. Ojalá la pudieran hacer también ellos.