“La vida privada del arzobispo no le tiene que importar a nadie”
El Arzobispado de Mérida-Badajoz ha tardado día y medio en ofrecer explicaciones sobre las obras en dos de sus edificios en Badajoz, cuyo coste e inoportunidad había sido reprochada por un grupo de sacerdotes que han enviado un escrito de queja al nuncio del Papa en España, Renzo Fratini. A las nueve y media de la noche de este lunes el Arzobispado ha emitido por fin una nota en la que básicamente afirma que la obras han sido aprobadas por los consejos diocesanos, que las consideran necesarias, y que los presupuestos divulgados no coinciden con los reales.
Se trata de una obra en el seminario, y del acondicionamiento de una planta del edificio de servicios episcopales como vivienda.
El Arzobispado afirma en su nota que las informaciones publicadas son tendenciosas, y faltan a la verdad aunque no aclara en qué. Añade que resultan calumniosas y difamatorias tanto para el arzobispo, Santiago García Aracil, como para los colaboradores que forman parte de los Consejos diocesanos, y que habrían dictaminado favorablemente sobre la oportunidad y costos de estas obras.
“Los trabajos emprendidos han sido valorados por dichos Consejos diocesanos como necesaris para la diócesis y se han seguido todas las formalidades previstas por el derecho de la Iglesia”, sigue asegurando la nota.
Las cantidades “no conciden”
Las informaciones disponibles hasta el momento hablaban de un coste entre las dos obras de tres millones de euros, cantidades que según el Arzobispado no coinciden “ni mucho menos” con las reales.
Antes de que el Arzobispado hablara se habían escuchado voces internas que parecen de otro tiempo e incluso anuncian la búsqueda de un solo culpable, que sería precisamente la persona que se ha atrevido a denunciar.
La noticia de la denuncia ante el embajador del Papa en España ha provocado reacciones opuestas entre los sacerdotes consultados por eldiarioex, en ejemplo de dos caras bien distintas de la Iglesia. Mientras un párroco de la provincia expresa aunque de forma confidencial su acuerdo con los denunciantes, y reclama una institución austera y pegada más que nunca a las necesidades y sufrimientos de los más desfavorecidos –“San Juan Crisóstomo dijo que el único tesoro de la Iglesia son los pobres”--, otro, de la ciudad de Badajoz, rechaza indignado las acusaciones del escrito aunque tampoco quiere que se revele su nombre.
“Ya nos enteraremos quién ha sido”
Asegura ese último que tras llamar a varios compañeros, la tesis principal que mantienen es que es una sola persona la que está detrás de la carta “y no cincuenta” como se ha dicho.
“Es cosa de uno solo, ya nos enteraremos quién ha sido. Seguramente en breve nos convoquen a una reunión para ver qué ha pasado”, afirma este cura.
“Los trapos sucios se lavan en casa”, añade. “La vida privada del arzobispo no es de interés general, no le tiene que importar a nadie. Nosotros debemos respeto y obediencia al Arzobispado. Y si tenemos algún problema, vamos a hablar con él y él nos escucha como si fuera un padre”.
Vivienda lujosa e innecesaria
La queja al nuncio va de obras en el Seminario, pero sobre todo la construcción, en la tercera planta del edificio de servicios episcopales, de una vivienda suntuosa con materiales costosos tales como maderas nobles, suelos de mármol, mobiliario de lujo, salón y despacho con paredes de mármol a media altura, o baño con hidromasaje y jacuzzi. Se estima el importe en otros 1,5 millones.
Una verdadera “suite de lujo” que contrastaría con las altísimas cifras de pobreza existentes en Extremadura, una tierra, la Comunidad menos desarrollada de España, con tasas de paro cercanas al 30% y que superan el 60% entre los jóvenes.
Unas obras, las de la nueva vivienda, totalmente innecesarias según la queja, ya que muy cerca hay un piso de 500 metros cuadrados a disposición del actual arzobispo, y que podría ocupar su sucesor, pero además la diócesis dispone de otras viviendas perfectamente dignas para ellos y para el arzobispo emérito Antonio Montero que se jubiló hace una década.
Santiago García Aracil es amigo desde su infancia en Valencia de Juan Cotino, político del PP que acaba de dimitir como presidente de las Cortes levantinas por su vinculación con escándalos de corrupción; Cotino asistió en 2004, desde un lugar destacado en la catedral de Badajoz, a la toma de posesión de su amigo como arzobispo.