A dos metros bajo tierra: Las manos que rescatan a las víctimas extremeñas del franquismo
Sumergidos en una cuadrícula bajo un toldo verde trabajan silenciosos. Sin perder detalle de lo que hacen. Cualquier pista puede ser clave para identificar a la persona que yace en la tierra. Perfilan los huesos con espátulas de madera y plásticos para no dañarlos.
Son las manos que abren con mimo la fosa de Villanueva de la Serena, donde una quincena de jóvenes voluntarios de toda España ha sacado del olvido los cuerpos de cuatro víctimas de la represión franquista.
Han participado en un campo de trabajo del Instituto de la Juventud de Extremadura, en colaboración con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica regional.
Han tenido que pasar más de 70 años para que los cuerpos que han desenterrado estos jóvenes tengan una sepultura digna. En concreto se han exhumado dos fosas independientes, cada una de ellas con dos individuos que ahora serán objeto de estudio.
Boca abajo, algunos tenían proyectiles en el interior del cráneo, de manera que los indicios apuntan a que efectivamente se trata de víctimas de la represión franquista, por la postura que presentan y porque tampoco tienen sepultura en ataúd.
¿Cómo se trabaja en una fosa común?
Durante 15 días los jóvenes se han integrado en un equipo multidisciplinar en una investigación histórica y documental que ha terminado con la exhumación de los restos, acompañados en este proceso de historiadores, arqueólogos y especialistas forenses.
Una vez retirados los niveles de tierra contemporáneos encima de la fosa, en este caso un relleno de escombros, comenzó el trabajo mecánico y las labores manuales con el objetivo de vaciar el contenido de las fosas.
Las exhumaciones y la recuperación de los cuerpos se hace a través de protocolos reglamentarios, aprobados por el Ministerio de la Presidencia. Explica Silvia Herrero, directora de intervención arqueológica, que en la fosa se estudia cada detalle. Junto a ella han trabajado también el arqueólogo Juan Antonio Aranda, la antropóloga Celia Chaves y Ángel Olmedo, como director del campo de trabajo.
La metodología arqueológica de una fosa de la guerra y del franquismo es igual a la del resto excavaciones, aunque con la salvedad de que hay un trabajo más minucioso y cuidadoso porque cualquier indicio aporta información sobre la persona que se encuentra enterrada.
No existe en los restos que se hallan en una necrópolis antigua el interés de poner nombre y apellidos al cuerpo, pero en este caso sí se desea identificar a las personas, explica la directora de intervención arqueológica.
Además de las labores de búsqueda, excavación arqueológica y exhumación, las personas participantes han realizado una investigación histórica sobre la época en la que se desarrollaron los acontecimientos y la búsqueda de testimonios de familiares. También han tenido la oportunidad de comprobar datos en los archivos y actas de defunción, en los casos en los que hubo procedimientos judiciales con condenas a muerte o penas de cárcel, según detalla Ángel Olmedo, director del campamento de trabajo.
Según los datos recogidos en la tesis doctoral de J. Martín Bastos, y otros como Tina Merino, en Villanueva de la Serena hubo un mínimo de 313 víctimas de izquierda debida a la represión franquista y de 108 víctimas de derechas a manos de la represión republicana.
Al finalizar la guerra las víctimas de derecha recibieron reconocimientos y homenajes, como las dos cruces de reconocimiento, una en la fachada principal de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción, donde constaban sus nombres y la famosa frase “Caídos por Dios y por la Patria”, explica el director del campo de trabajo.
En cambio las víctimas republicanas quedaron abandonadas en fosas comunes y anónimas, una de ellas en el cementerio. No sería hasta la muerte del dictador, en 1979, cuando se colocó un pequeño monolito de recuerdo en la fosa.
Posteriormente los familiares, con apoyo de la Asociación de Recuperación de Memoria Histórica extremeña, pusieron un monumento con los nombres de las víctimas, con datos provisionales, en 2012. Con posterioridad, con la creación de la Asociación de Familiares del Memorial de Villanueva de la Serena, la entidad ha continuado realizando homenajes en dicha fosa.
La guerra en Villanueva
Iniciado el levantamiento militar del 17 y 18 de julio de 1936 contra la II República, Villanueva de la Serena quedó en zona sublevada debido a la intervención del capitán de la guardia civil, Gómez Cantos, que secundó con las fuerzas bajo sus órdenes y algunos falangistas, el golpe de Estado en la comarca de Miajadas y Villanueva de la Serena.
Detalla el historiador Ángel Olmedo que en esta última localidad, fueron detenido 60 vecinos entre ellos estaban el alcalde y varios concejales, junto con dirigentes obreros y sindicales. Ante la ofensiva de milicias republicanas de localidades cercanas, Gómez Cantos se vio obligado a retirarse el 25 de julio de 1936, llevándose a los detenidos hasta Cáceres (la mayor parte, luego fusilados y “desparecidos”, al parecer, cerca de Medellín). Los republicanos retomaron el control de la localidad el 30 de julio hasta que fue tomada la Bolsa de la Serena, dos años después en julio del 1938 por los franquistas, a partir de aquí, comenzó la represión franquista.
Un análisis exhaustivo
En la fosa se analiza cada objeto y se espera hasta el final, cuando los trabajos van a concluir, para exhumar todos los restos juntos, una tarea de la que ha estado muy pendiente la antropóloga Celia Chaves.
Comenta que se analiza tanto el estudio biológico de los restos (sexo, edad y talla) como las patrologías y el contexto de violencia que pueden presentar los cuerpos (como balas o traumatismos peri-mortem, aquellos que se producen en el momento de la muerte.
Una vez exhumados, y ante la posibilidad de que se plantee hacer análisis de ADN, se preparan las muestras de los restos. Explica la experta que es necesario estudiar cada objeto y se espera a la exhumación hasta el final.
Además es necesario poder asignar todos los objetos que aparecen a los cuerpos, algo que en ocasiones resulta complejo porque aparecen amontonados. En este caso se ‘georreferencia’ de toda la fosa, para tener localizados todos los puntos y las posiciones tanto de los objetos como de los cadáveres.