1. Susana Díaz ha ganado las elecciones y no solo porque el PSOE haya sido el partido más votado. A pesar de la llegada al Parlamento andaluz de Podemos y Ciudadanos, el PSOE repite el número de escaños. En número de votos, el resultado no es tan excelente: pierde casi 120.000 votos, cuatro puntos y consigue el porcentaje de apoyo más bajo del PSOE en unas elecciones autonómicas andaluzas. Con todo, el PSOE andaluz tiene razones más que de sobra para celebrar el resultado. En el momento actual es un absoluto éxito, y su posición es ahora mucho más cómoda que en la anterior legislatura. La presidenta andaluza corrió un riesgo político al adelantar las elecciones, pero hoy es obvio que su apuesta le ha salido bien. Es posible que pacte un Gobierno con Ciudadanos, pero no lo necesita: puede gobernar en minoría porque no existe otra mayoría alternativa.
2. Se supone que Susana Díaz tiene más difícil dar el salto a Madrid que hace unos meses: Felipe González no está por la labor y, durante la campaña, Díaz se comprometió a que agotaría la legislatura como presidenta de Andalucía. Pero con este resultado no es descartable del todo, especialmente si las autonómicas y municipales de mayo no son tan buenas para el PSOE como han resultado estas andaluzas. La noche electoral ha sido muy buena para el PSOE de Andalucía. ¿Para Ferraz? No está tan claro.
3. Para el PP, la derrota es doble: porque se pega un castañazo histórico –de 50 a 33 diputados– y por la irrupción de una alternativa en la derecha, la gran bicha que siempre temió Pedro Arriola. Es Ciudadanos, que consigue un resultado mucho mejor de lo esperado. Si un partido supuestamente catalán –ese “Ciudatans” que decía Floriano– consigue casi el 10% en Andalucía, ¿hasta dónde puede llegar la formación liderada por Albert Rivera en Madrid o en Valencia?
4. El principal perdedor de estas elecciones se llama Mariano Rajoy, el presidente de los sobresueldos y los recortes, el primer responsable del batacazo del PP en este año donde supuestamente vencimos a la crisis económica. Su desgaste es brutal y pronto va a recibir presiones desde su partido para que mueva ficha; incluso para que no repita como candidato. Como siempre en el PP, lo más probable es que ni siquiera tras una derrota así pase absolutamente nada. Al menos hasta después de mayo.
5. Podemos logra un gran resultado: un 15 tanto en porcentaje de votos como en escaños. Es un buen dato en un territorio nada fácil para este partido, inimaginable hace un año para una formación política recién creada. Pero es un resultado inferior a sus expectativas. Hace unos días, en Podemos confiaban en superar los 20 escaños. Les ha ido muy bien, pero no lo bastante: con un porcentaje de voto así, en una autonomía tan grande como Andalucía, tienen difícil convertirse en el partido más votado en España.
6. Izquierda Unida se lleva la peor parte de la irrupción de Podemos. Sufre el acuerdo de gobierno, como suele suceder habitualmente con los partidos pequeños que pactan –más aún cuando surge otro partido en el mismo lugar del espectro político–. Para sus dirigentes, la única buena noticia de la noche es que al menos aguantan el grupo parlamentario, pese a perder casi un voto de cada dos respecto a 2012 y más de la mitad de los escaños.
7. A pesar del castañazo del PP, el bipartidismo sale bastante entero de Andalucía. Sin embargo, se equivocará quien crea que esta lección es exportable al resto de España y que el PSOE o el PP resistirán igual de bien en otros territorios. Quedan muchas elecciones este año y Andalucía, dentro de la convulsa política actual española, es hoy un microclima.