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El blog personal del director de elDiario.es, Ignacio Escolar. Está activo desde el año 2003.

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Todo lo humano está en 'The Wire'

Los protagonistas de 'The Wire'.

Ignacio Escolar

Uno de los periodistas a los que más admiro se llama David Simon. Trabajó durante años en The Baltimore Sun, era el cronista de sucesos, el que hablaba de las calles más duras de Estados Unidos, las de Baltimore, una ciudad en decadencia que ha perdido en dos décadas casi un tercio de su población; una urbe víctima de la reconversión industrial, del narcotráfico, de los conflictos raciales y de una desigualdad brutal incluso para el nivel habitual de ese país. En el barrio de Oldtown, en el este de Baltimore, la renta media es de 13.000 dólares, el 50% vive por debajo del umbral de la pobreza, el desempleo es del 29%, una de cada tres casas está vacía, el 10% de los adultos está en libertad condicional, la mortalidad infantil es de 10 fallecimientos por cada mil nacimientos y la esperanza de vida apenas supera los 70 años. En Roland Park, al norte de Baltimore, la renta media es de 106.000 dólares, la pobreza no llega al 2%, no hay casas vacías ni apenas personas en libertad condicional, el desempleo es del 3,5%, la mortalidad infantil es del 2 por 1000 y la esperanza de vida es de 84 años. La distancia entre estos barrios es de solo 10 kilómetros, pero la diferencia entre ambos es la que separa a Suiza de Bangladesh.

En el norte de Baltimore, el 90% son blancos. En el este de Baltimore, el 90% son negros.

No está claro si David Simon dejó el periodismo o fue el periodismo el que le dejó a él. Simon, uno de esos reporteros que habían llegado a este oficio enamorado por el caso Watergate, de los que veía su trabajo como un sacerdocio o un servicio público más que como un simple empleo con el que llegar a fin de mes, acabó abandonando su redacción para dedicarse a las novelas y, más tarde, a las series de televisión. “Dejé el periodismo porque unos hijos de puta compraron mi periódico y dejó de ser divertido”, contó años después Simon, ya convertido en una eminencia por su trabajo como creador de una de las mejores series de televisión de la historia: The Wire.

Los “hijos de puta” de los que habla es un gran grupo multimedia estadounidense, dueño de decenas de periódicos y emisoras de televisión, que se quedó con una cabecera que hasta entonces había pertenecido a una familia sin muchos otros negocios que la información. “No hay periodismo al que volver”, explicó Simon en una excelente entrevista de Pedro de Alzaga, hace cinco años en ABC: “Supongo que en algún momento me cansaré de hacer televisión, y parece que será pronto. HBO me ha permitido hacer lo que quería y seguro que seguiré haciéndolo por un tiempo. Pero si volviera al periodismo sería a un sitio web, en un nuevo periodismo emergente que pague a los profesionales por su trabajo”.

Estoy de acuerdo con Simon. Cada vez hay menos periodismo al que volver en diarios de papel como The Baltimore Sun; negocios en decadencia que aún siguen abiertos porque fabrican opinión pública en vez de tornillos, que se han reconvertido en servicios de relaciones públicas donde el lector ya no es el cliente: es la mercancía. Pero no es verdad que David Simon haya dejado el periodismo. No del todo, si entendemos que una de las funciones del periodismo es explicar la realidad. Él lo ha seguido haciendo, pero desde la ficción. Y su serie, The Wire, no solo merece todos los premios Emmy que se llevó, también algún Pulitzer que nunca ganó.

Baltimore se puede explicar con estadísticas sobre pobreza y desigualdad, con periodismo, pero no hay reportaje ni documental que mejore a The Wire para entender la decadencia de esa ciudad y sus órganos vitales, como hizo Simon en cada temporada, dedicada a una institución: la policía, el puerto, la política, la educación y la prensa. A nadie que haya visto The Wire le puede costar entender por qué Baltimore estalló hace unos meses tras la muerte de Freddie Gray, un joven negro que sufrió mortales lesiones medulares cuando estaba detenido por la policía. Todo Baltimore está en esa serie que, como toda gran obra maestra, también trasciende su propio tema. El poder, el amor, el orgullo, la envidia, el deseo, la traición… todos los grandes temas del ser humano están en The Wire, del mismo modo en que todo lo humano está en Shakespeare, o en El Padrino.

La admiración que muchos tenemos en la redacción de eldiario.es por The Wire y David Simon es una de las razones que nos ha llevado a dedicar uno de nuestros monográficos a las series. No es el único argumento, ni tampoco The Wire el único ejemplo que demuestra hasta qué punto la ficción también sirve para entender la realidad. Desde el periodismo, con nuestro enfoque, hemos querido hablar de series de televisión llevando el debate más allá del mero entretenimiento (que tampoco está mal): de cómo sirven para explicar la vida, todo lo humano. Espero que os guste.

Texto incluido en la revista de eldiario.es 'La vida en series', sobre la ficción que cuenta y explica la vida real.

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