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Todo equipo que toma el poder en el PSOE tiene una primera reunión fundacional. Felipe González, su clan de la tortilla de 1974. José Luis Rodríguez Zapatero y su nueva vía, el desayuno con cruasanes en casa de Trinidad Jiménez en la primavera de 2000. ¿Y Pedro Sánchez? Fue una comida en un reservado en el restaurante Orixe, un gallego en la calle Cava Baja de Madrid.
La lista es corta y los nombres del Orixe no son demasiado conocidos… aún. Son diez, once con Pedro Sánchez. Nadie más. La diputada ibicenca Sofía Hernanz. El diputado y líder del PSOE en Segovia Juan Luis Gordo. Dos diputados autonómicos andaluces: el granadino Javier Aragón y el sevillano Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Un exdirigente histórico del socialismo andaluz, Rafael Román. El canario Javier Abreu, concejal de San Cristóbal de la Laguna. El exconsejero extremeño y líder del PSOE en Don Benito, José Luis Quintana. La exdiputada autonómica castellana Mariluz Martínez Seijo. Y dos cargos de la Federación Española de Municipios y Provincias: Isaura Lealy Juan Manuel Serrano.
Los convocados por Pedro Sánchez a la comida del Orixe tienen procedencias dispares; muchos ni siquiera se conocen en persona y es la primera vez que se ven. Gómez de Celis, Serrano e Isaura coincidieron con Sánchez en el grupo de trabajo que montó en el otoño de 2008 el entonces secretario de política municipal del PSOE, Antonio Hernando. Otros, como Gordo y Hernanz, han trabajado con él en el Congreso; o en sus viajes por todas las agrupaciones durante el año 2013 a cuenta de la conferencia política. Todos llevan meses trabajando por su cuenta en la campaña, cada uno en su territorio. Cada uno por separado, hasta hoy.
A los diez invitados les unen tres puntos en común. La convicción de que ninguno de los nombres que hay sobre la mesa en ese momento para liderar el PSOE –Madina, Chacón, López– es la solución. La sensación de que Pedro Sánchez tiene todos los atributos necesarios para ser un buen candidato, ganar las primarias y hacer que el PSOE salga de su depresión. Y la consciencia, la certeza, de que no lo tienen nada fácil para poder triunfar.
Los once del Orixe se han juntado ese sábado en Madrid aprovechando que muchos de ellos han venido a la capital para el Comité Federal del PSOE, que ese día aprueba la lista del partido a las europeas. Es la primera vez que se ven en persona, pero la operación ya lleva más de medio año en marcha, organizados a través de un grupo de Whatsapp. Pedro Sánchez ya ha anunciado que se va a presentar a esas primarias que, por aquel entonces, se esperaban para noviembre. Muy pocos apuestan por él.
En aquel momento, hace apenas cuatro meses, detrás de Pedro Sánchez no había muchos más que estos diez nombres; solo algún otro que no se pudo acercar. Sin duda no había ningún gran padrino de una operación que no fue ganadora hasta unos meses después. ¿José Blanco? No. Blanco fue el mentor político de Pedro Sánchez –sus otros dos 'hijos' son Óscar López y Antonio Hernando–, pero entonces apoyaba a Carme Chacón y pensaba que Sánchez se tenía que presentar en las primarias del PSM contra Tomás Gómez, no como líder nacional. ¿Susana Díaz? Tampoco. Ni siquiera había cruzado una palabra con él: la primera vez que conversaron por teléfono fue el 2 de junio, una semana después del desastre electoral de las europeas. ¿Rubalcaba? Menos aún. Incluso le había recriminado que se hubiese postulado tan pronto como candidato, rompiendo el pacto interno de no abrir ese melón hasta después de las europeas.
“Estamos todos en el mismo barco”, dice uno de los convocados en el Orixe en un improvisado discurso, parafraseando el nombre del blog que entonces tenía Sánchez y enumerando la difícil travesía que tienen por delante. ¿Qué barco? Uno de juguete, un velero tan pequeño como entonces parecen las posibilidades de triunfar. Es una maqueta que aún se puede ver en el Orixe, decorando una de las paredes del comedor donde arrancó el grupo de Pedro Sánchez. Es ésta:
El barco del Orixe se convirtió en el talismán secreto del grupo. Su foto ha circulado mucho por Whatsapp entre los once que comieron allí ese sábado. Valía para decir algo sin usar palabras; para recordar lo pequeño y frágil que era aquel proyecto cuando todo empezó.
2. San Isidro en Toledo
2. San Isidro en ToledoJueves, 15 de mayo de 2014
La segunda reunión importante de todo el equipo de Pedro Sánchez se celebra en Toledo, en una casa rural. A diferencia de la comida del Orixe, aquella reunión sí se filtra: la prensa local les pilla cuando salen a comer por la ciudad. A la cita se suman más nombres a aquel pequeño grupo inicial. Entre otros, llega Javier Rueda, director de la Empresa Municipal de la Vivienda de Toledo y antes jefe de gabinete de Emiliano García Page. César RamosCésar Ramos, diputado autonómico en Extremadura. Félix Bolaños, letrado del Banco de España y el experto del equipo para los temas jurídicos.Guzmán Garmendia, que no acude a Toledo pero entra en el equipo por esas fechas y es quien lleva la comunicación en las redes sociales.Pepe Sanroma, que se ocupa del discurso político. Y sobre todo llegan entonces dos nombres que serán claves en la carrera por la secretaría general: José Cepeda José Cepeday José Luis Fernández Peña. Uno coordinará la campaña; el otro, la comunicación.
Cepeda es uno de los hombres fuertes del PSM y diputado en la Asamblea de Madrid. Creció en el PSOE bajo Rafael Simancas, fue mano derecha de Tomás Gómez y ahora es uno de sus principales críticos. Es especialista en primarias: estuvo con Borrell (frente a Almunia), con Morán (frente a Leguina) y con Tomás Gómez (frente a Jiménez), siempre del lado ganador. Cepeda entra en Toledo, pero antes de esa reunión hay otra cita más reducida –dos semanas antes, en el Café del Nuncio de Madrid– donde Sánchez le encarga la coordinación de la campaña, que entonces iban a ser unas primarias en otoño, no un congreso extraordinario en apenas un mes.
En el Café del Nuncio, Sánchez también ficha a José Luis Fernández Peña, un hombre muy popular en el Madrid de la política, aunque nadie lo llama así en realidad. Es mucho más conocido como 'Chunda': el jefe de comunicación y principal asesor de José Bono durante casi veinte años. Es, de largo, uno de las personas con mejor agenda política del país y, además de su conocimiento en comunicación, aporta algo importante al grupo: su experiencia. Cuando Bono fracasó por solo nueve votos frente a José Luis Rodríguez Zapatero, Chunda estaba allí.
3. El séptimo de caballería
3. El séptimo de caballeríaMartes, 10 de junio de 2014
A las nueve de la mañana lo anuncia en la Cadena SER: Susana Díaz no se presentará a la secretaría general del PSOE. La presidenta andaluza da sus razones: “Creo que mi lugar es aquí. Y donde puedo aportar a Andalucía, a España y a la política es cumpliendo con mi palabra”. Su renuncia llega quince días después de que Rubalcaba abdique, dos semanas aceleradas en las que Pedro Sánchez ha pasado de ser un barquito al portaaviones ganador.
¿Por qué Díaz no cruza Despeñaperros y se presenta como candidata a liderar el PSOE a pesar de que es la clara favorita para ganar? Hay dos versiones. Los partidarios de Díaz argumentan que no lo hizo por responsabilidad: porque apenas lleva nueve meses en la presidencia, aún no ha ganado unas elecciones y podía pasar a la historia como la persona que lo perdió todo para el PSOE, tanto la Junta como el partido.
Los partidarios de Eduardo Madina dan otra versión de su renuncia, mucho más dura: que Susana Díaz solo podía conseguir la secretaría general del PSOE en estos momentos si era coronada por aclamación; que no podía presentarse a una competición tan reñida como un congreso donde cada militante vota porque no podría venderlo a los andaluces; solo podía cruzar Despeñaperros en este momento si era en respuesta a una petición mayoritaria partido, si era proclamada por unanimidad, como de hecho intentaron varios barones –coordinados por Antonio Hernando y José Blanco– a los pocos días de que Rubalcaba anunciase su renuncia.
A pesar de la demostración de fuerza de los barones y de muchas presiones y llamadas por parte de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y hasta el rey Juan Carlos de Borbón, Madina no se movió. Y –según esta versión de los hechos– el empecinamiento de Madina provocó que Susana Díaz no pudiese entrar en la pelea. Y, a la postre, que Pedro Sánchez se convirtiese en el favorito de la competición.
Fuese de una forma u otra, lo cierto es que la retirada de la carrera de la presidenta andaluza convirtió a Pedro Sánchez en el caballo ganador. Y a su barquito se sumaron muchos de los grandes buques del PSOE, “el séptimo de caballería”, como internamente se referían a los refuerzos que entonces llegaron.
En ese momento es cuando entran en el equipo varios nombres más. Teresa Cunillera, diputada del PSC y una de las mujeres más importantes del equipo que en el anterior congreso respaldó a Carme Chacón. Luis Arroyo, experto en comunicación y otro de los hombres de Chacón, que fue quien preparó el debate. César LuenaCésar Luena, secretario general del PSOE en La Rioja, diputado, exsecretario de organización de las Juventudes Socialistas y uno de los nombres que más suenan hoy en muchas quinielas para la nueva Ejecutiva del PSOE. José Blanco, Oscar López y Antonio Hernando, que no estuvieron físicamente en la campaña pero sin duda se movieron para apoyar a Sánchez contra Madina. Y los aparatos de Andalucía, de Madrid, de Valencia, de Castilla-La Mancha… la mayor parte de los barones, con la única excepción de Extremadura y Asturias.
Para cualquier de los que conocen de cerca la compleja vida interna del PSOE, fue una suerte de gran coalición contra Eduardo Madina, simbolizada por casos chocantes como el de Tomás Gómez, ayer archienemigo de Pedro Sánchez (y de Cepeda) y hoy aliado de los dos. O ver a los hombres de José Blanco, codo con codo con los de Carme Chacón.
¿Ha ganado Pedro Sánchez por el apoyo del aparato? En un proceso democrático donde han votado más de 100.000 personas, este análisis es hoy difícil de sostener. A Sánchez sin duda le ha ayudado el apoyo orgánico, pero ha ganado porque ha sido el candidato que mejor ha conquistado la confianza de una organización herida de muerte, en su peor momento en décadas.
Más allá de todos los nombres que he enumerado en este artículo, Pedro Sánchez se ha convertido en el secretario general del PSOE gracias a esos 63.984 militantes socialistas que han votado por él. ¿Está aquí para quedarse? Aún es muy pronto para saberlo y tiene por delante una carrera de obstáculos nada fácil, cuyas primeras batallas se decidirán en la configuración de su Ejecutiva –donde las presiones por los puestos clave han empezado ya– y la fecha de las primarias, que muchos en el partido prefieren retrasar hasta después de las municipales.
¿Qué será del barquito que arrancó en el Orixe? ¿Podrá salvar al Titanic en el que hoy parece haberse convertido el socialismo español? Está por ver. El futuro de Pedro Sánchez aún está por escribir.
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